Medinaceli y el arco del tiempo en Soria
Sobre un cerro asomado al valle del Jalón surge un reino en piedra cincelado durante milenios por celtíberos, romanos, árabes y cristianos viejos. Todavía la soriana Medinaceli sigue recibiendo a sus visitantes por su arco de tres puertas que en tiempos del Emperador Domiciano (siglo I d.C) servía como acceso a esta ciudad situada en la calzada romana que comunicaba Emerita Augusta (Mérida) con Caesar Augusta (Zaraguza). El gran arco de Medinaceli sería algo así como un gran portón desde el que poder llevar a cabo un viaje en el tiempo a través de uno de los pueblos más encantadores y sugerentes de la provincia de Soria.
A escasas dos horas en coche desde Madrid, Medinaceli nos regala un casco histórico excepcional y armonioso donde, por supuesto hay mucho que ver, por lo que os propongo nos demos juntos un paseo por esta villa sin igual.
Medinaceli, una villa forjada por distintas culturas
El gran historiador Ramón Menéndez Pidal estaba convencido de que uno de los juglares artífices del Cantar de Mío Cid, una de las obras maestras de las letras castellanas, era oriundo de Medinaceli. De hecho esta localidad aparece mencionada como el lugar donde el propio Rodrígo Díaz de Vivar ordena escoltar a su mujer y a sus hijas hasta Valencia.
De parte de Mío Cid os queremos saludar,
cien caballeros de escolta os manda el Cid preparar,
que su mujer y sus hijas en Medinaceli están,
quiere que vayáis por ellas y se las traigáis acá,
y que hasta Valencia de ellas no os queráis separar.
Entonces Medinaceli era un extremo fronterizo en litigio entre cristianos y musulmanes. Si bien en el Cantar aparece como plaza castellana ya conquistada, es probable que entonces aún estuviese en manos árabes. Dentro de esa marca que más adelante sería tierra de nadie y en la que los castillos de frontera se alzaban en aquellas tierras. De hecho se cuenta que el poderoso y temido Califa Almanzor llegó herido desde Calatañazor (también en Soria) hasta esta localidad para morir en una alcazaba de la cual se conserva una parte en el área del castillo. De hecho conocer el enclave exacto de su tumba se ha convertido en uno de los mayores misterios de la arqueología en España.
Pero la historia de Medinaceli nos haría retroceder muchos siglos para encontrar un supuesto origen celtíbero. Sería la ciudad conocida como Occilis con la que se harían los romanos durante la conquista de la península ibérica. Y de hecho éstos no sólo la ocuparon sino que le darían su trazado y la completarían con algunas lujosas villas romanas de las que nos han llegado no pocos mosaicos y piezas de valor. Su posición estratégica fue esencial entonces y por siempre. Después surgiría la denominación árabe de Madīnat Sālim y más adelante la latinizada Medina Coeli con la que se firmaban títulos nobiliarios y documentos. El significado de esta última es «ciudad del cielo» pero nada tiene que ver con su origen etimológico, que a todas luces es árabe (aunque hay quien piensa en la peculiar combinación de la palabra árabe «medina» – ciudad – con la denominación celtibérica de «Occilis»).
Su plaza fue defendida por El Empecinado durante la guerra de la independencia contra las tropas napoleónicas. Ya con el tiempo Medinaceli se fue perdiendo en sus muchas historias hasta quedarse en silencio en el cerro de siempre y bajo la compañía de un viento que, dicen que en verano achicharra y en invierno te corta la piel. A unos 1200 metros sobre el nivel del mar, la villa histórica te atrapa con su aliento de piedra y su aroma a asado escapándose de no pocas chimeneas.
¿Qué ver en Medinaceli? Un paseo por la villa del silencio
Medinaceli se sitúa a 156 kilómetros de Madrid (forma parte del reportaje de 52 escapadas a menos de dos horas de Madrid) y se accede a ella por la autovía A2 que lleva a ciudades como Zaragoza o Barcelona y que durante un tramo bastante largo atraviesa la provincia de Guadalajara. Aunque forma parte de Soria, su geografía y la cercana cuenca del Jalón le hace mecerse entre aires castellanos y aragoneses. También se puede llegar a Medinaceli utilizando alguno de los trenes regionales desde Madrid o Guadalajara o en autobús, aunque lo cierto es que se ha convertido en una excursión de medio día/un día ideal para hacerse en vehículo particular. Si se combina con Sigüenza o Atienza, por ejemplo, convendría contar con, al menos, un par de días en total. Lo mismo digo para hacer algunos lugares imprescindibles de la comarca como Arcos de Jalón, Somaén, Chaorna, Romanillos o el Monasterio de Santa María de la Huerta (en definitiva, algunos de los pueblos más bonitos de la provincia de Soria).
La visita a Medinaceli en sí puede parecer que no requiera a priori de demasiado, puesto que se trata de un municipio de pequeñas dimensiones. Pero cuando se descubren sus encantos, su luminosidad en distintas horas del día y, sobre todo, la gastronomía local, uno se da cuenta de que no son necesarias las prisas. No todos los días se tiene la oportunidad de caminar por la villa del silencio. Y con mucho por descubrir como, por ejemplo:
El arco romano de Medinaceli
Nada más subir con nuestro vehículo hasta la cima del cerro en el que se encuentra la villa de Medinaceli nos sale a recibir un arco romano que, además, es «único en su especie». De los tiempos de la Hispania romana podemos asegurar que no se conserva otro semejante en España. La excepcionalidad de sus tres vanos hicieron que este este arco, diseñado para servir de puerta de acceso al municipio, fuese proclamado Monumento Histórico Artístico Nacional. La puerta central servía para el paso de carruajes, personas a caballo y ganado, mientras que las laterales, mucho más reducidas, servían para la gente que deseaba entrar o salir por su propio pie.
Este arco es del siglo I, levantado por Docimiano y remozado en tiempos de Trajano, tal como se advierte en las inscripciones que un cartelón informativo nos ayuda a descifrar. A pocos metros hay restos de lo que fuera una de las calzadas romanas más importantes entonces. Y no son, ni mucho menos, los únicos restos de este período que se conservan en la villa. Pero sí los más notables. Porque el arco de de Medinaceli se aprecia a kilómetros de distancia, como si fuera la última frontera de la villa.
Las murallas árabes
Medinaceli tuvo murallas hace casi dos mil años. Si bien de la época de los romanos lo más visible es el arco de acceso recién mencionado, hay tramos que nos ayudan a recomponer la silueta de la Edad Media en que fue protegida la villa por medio de este elemento defensivo de primer orden. La entonces alcazaba árabe requería un mayor refuerzo por lo que en lo que quedaban de las murallas romanas se sobrepusieron otras. Y éstas, una vez Medinaceli fue cristianizada, fueron nuevamente restauradas. En un costado muy fotogénico al que se le denomina «la puerta árabe» se observa uno de los tramos más completos por el que se aconseja acceder y hacer el camino de ronda en dirección al viejo castillo.
Lo más curioso es que la denominada «puerta árabe» no lo es exactamente. Su arco apuntado es gótico mudéjar, posterior a la reconquista de la villa. Pero se aprecian de manera escalonada los distintos periodos que vivió la muralla de la localidad. Lamentablemente sólo quedan algunas partes en lo que antiguamente rodeó por completo Medinaceli.
El castillo, un resto de la vieja alcazaba árabe
En el extremo oeste del cerro surge solitaria una edificación cuadrangular en la que a un costado sobresale una torre circular y al contrario otra de planta rectangular. Esta última precisamente es la que sirvió como torre del homenaje, aunque al estar «desmochada» (es decir, sin almenas) ofrece un aspecto más austero. Fue erigido sobre lo que fue la antigua alcazaba árabe, aunque la construcción del castillo se hizo a posteriori con el objeto de albergar en él la residencia de los Duques de Medinaceli (más tarde se construirían un palacio en la Plaza Mayor).
Una vez arriba deberíamos imaginarnos Medinaceli en tiempos de guerra. Un conjunto amurallado a 1200 metros sobre el nivel del mar se presentaba entonces como un bastión bastante complicado de invadir. Hoy día lugares como el castillo nos invitan a pensar en la inexpugnabilidad de un territorio que durante un largo tiempo lo fue de frontera.
La Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción de Medinaceli
Dejando a nuestra espalda el arco romano tomamos la calle Portillo del Baño. El torreón de una iglesia debe servirnos de guía porque es hacia allí donde debemos ir. Por el camino es posible disfrutar de una armonía arquitectónica en piedra que no encuentra mácula que se ocupe de romper una estética que esta villa castellana se ha ganado a lo largo de los siglos. Las calles, convertidas en auténticos corredores del tiempo, admiten nuevos colores gracias a las flores y maceteros que cuelgan de las ventanas enrejadas. El camino a nuestro faro, la torre del campanario que se escapa de todos los tejados, nos muestra las razones por las que Medinaceli está entre los pueblos más bonitos no sólo de la provincia de Soria sino de toda España.
Cuando llegamos a nuestro destino en la plaza de la iglesia nos encontramos con lo que más que una iglesia es una colegiata. En el momento en que los Duques de Mecinaceli adquirieron mayor poder y riquezas, vistieron a esta villa con diversos edificios civiles y religiosos de gran valor artístico. Si bien ordenaron la demolición de cerca de una decena de parroquias anteriores al siglo XV, lograron crear una colegiata que las agrupara a todas ellas (con permiso premio de Roma) y tuviese la categoría que la villa demandaba. De ese modo nació la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, con un estilo en el que se vieron mezclados conceptos tardogóticos y renacentistas (si bien la entrada de tres arcos que da a la plaza y que sirve de acceso actualmente es del siglo XIX). Se hizo en el lugar en el que había una iglesia románica y siglos atrás una mezquita (hay quien asegura que incluso pudo ser una sinagoga).
El mayor interés del interior de este templo, que requiere de una urgente restauración, está al otro lado de la reja de 1534 que cierra el presbiterio y, por tanto, el Altar Mayor. Dado que tras él se encuentra una delicada y hermosa talla de Cristo crucificado del siglo XVI. La que hay a la izquierda es una réplica del famoso Jesús de Medinaceli que hay en Madrid y que tanta devoción suscita cada año (hay largas colas durante cada primer viernes de marzo en la madrileña Basílica de Jesús de Medinaceli para besarle los pies a la talla).
«El de aquí no es el Jesús de Medinaceli sino una réplica. En esta colegiata la talla que tiene valor es el Cristo crucificado de Medinaceli»se ocupa de explicar pacientemente la persona que se encarga de cobrar la entrada de 2€ con la que acceder al templo. Y es que es mucha gente viene preguntando si está aquí (o si es de aquí) el Jesús de Medinaceli, pero tan sólo hay una réplica del que hay en Madrid y al haber estado custodiado en terrenos que poseían en la capital los Duques de Medinaceli se le conoce de esta manera.
La Plaza Mayor de Medinaceli
El corazón de la villa se encuentra en una plaza porticada con mucha personalidad. Durante la época romana estuvo aquí nada menos que el foro, aunque no cabe duda que su aspecto ha cambiado notablemente desde entonces. En un lateral resurge la solemne silueta del Palacio Ducal, que guarda bastante parecido por el Palacio Ducal de Lerma (Burgos), aunque le faltan las cubiertas y chapiteles de pizarra. El arquitecto fue Juan Gómez de Mora, responsable de la composición actual de la Plaza Mayor de Madrid (Casa de la Panadería) y de la cárcel de la Corte en el Palacio de Santa Cruz, entre otros. Su tío Francisco había sido el encargado de diseñar precisamente el Palacio de Lerma, por lo que se entienden las similitudes entre estos edificios de la primera mitad del siglo XVII.
Este edificio renacentista que quedó en estado de semirruina desde la Guerra de la Independencia guarda algunos de los mosaicos romanos más valiosos encontrados en la villa. Pero éste renació en 2008 para ser, entre otras cosas, un importante centro de arte contemporáneo (Medinaceli DEARTE) que alberga exposiciones itinerantes de diversos temas. Cuenta con diez salas visitables y un enorme patio en el que se celebran ocasionalmente conciertos como los del Festival de Ópera de Medinaceli, que en 2016 vivió su tercera edición.
La casa del concejo-alhóndiga ha sido durante siglos el punto de reunión más importante de Medinaceli (en las alhóndigas se almacenaba y vendía el grano). Le imprime solera a una plaza mayor que guarda un aspecto muy similar al de los últimos quinientos años. Justo al frente de ésta se encuentra un museo gratuito que explica de manera muy intuitiva la historia de la villa así como de la comarca. Uno puede dar en unas pocas salas un repaso exhaustivo de la villa desde tiempos prehistóricos hasta la actualidad.
El beaterio de San Román y el nevero árabe
Al norte de la villa el beaterio de San Román se levanta sobre lo que los historiadores creen que había sido una sinagoga, puesto que se hallaba en el barrio judío. No se puede acceder ya que el edificio está en muy mal estado, pero resulta interesante llegar hasta él y volver a hacer un viaje en el tiempo. Y preguntarse si pudo haber estado aquí la Mesa del Rey Salomón…
Muy cerca del beaterio, aunque fuera del casco urbano, existe lo que se conoce como el nevero árabe, que durante muchos siglos sirvió para almacenar el hielo y que éste se conservara incluso hasta en los meses más calurosos del año. En este caso el nevero es bastante rudimentario, apenas un montículo formando parte del paisaje. Sin duda las técnicas para conservar el hielo fue una valiosa aportación del mundo árabe, que era sabedor de cómo aprovechar al máximo sus recursos naturales en un entorno difícil (de ahí las técnicas de regadío en territorios desérticos). De hecho uno de los neveros más impresionantes que he tenido la ocasión de ver jamás fue la ciudad persa de Meibod (cerca de Yazd), con una capacidad tan grande que toda la población podía comprar hielo y utilizarlo durante todo el año.
El convento de Santa Isabel
Ya cargados de visitas histórico-artísticos no podemos dejar de irnos de Medinaceli sin pararnos, aunque sea un momento, en el convento de Santa Isabel. En principio sirvió de abadía franciscana, aunque ahora son las monjas clarisas las que lo ocupan. Podría hablaros de su estilo castellano con ciertos toques flamencos en vanos y puertas de este edificio del siglo XVI, pero el mejor consejo de todos es entrar a comprar algunas de las pastas y dulces típicos que elaboran las monjas clarisas en este convento de clausura. Dicen que sus rosquillas de anís con azúcar son de otro mundo. Ya sólo por el hecho de hacer las transacciones desde el torno merece la pena. Y el resultado no defraudará a nadie…
¿Dónde comer bien en Medinaceli?
El aroma de las chimeneas empieza a llamar la atención de nuestro estómago. Y surge la clásica pregunta de «¿Dónde comer en Medinaceli?» El pueblo, sin estar cargado de restaurantes, tiene varios de ellos en los que probar un buen asado (cordero, cochinillo o cabrito), picotear unos torreznos sorianos (en mi opinión son los mejores), beber buen vino y salir acariciándose la barriga con una sonrisa. La calle que sale del aparcamiento principal (Campo de San Nicolás) tiene buenos lugares donde poder escoger. Nosotros cuando fuimos nos dimos un festín gastronómico en El Aljibe (muy recomendable y su terraza con buen tiempo es una delicia) pero hay otros clásicos en la villa que bien merecen ser tenidos en cuenta tipo Bavieca (tel 975 32 61 06), el Asador de la villa El Granero (C/ Santiuste) y, algo más alejado, el Rincón de la villa (c/ Marimedrano, 14, tel 636 13 68 57).
También recomiendo el Restaurante El Foro en la misma Plaza Mayor (nº14, teléfono 642 93 60 67). Hacen un arroz con bogavante excepcional. ¡Qué aproveche!
Otros lugares cercanos a Medinaceli que merecen una visita
En un radio inferior a media hora, dentro de lo que se denomina Tierra de Medinaceli surgen otros lugares dignos para visitar:
- Yacimiento museo de Ambrona (a 10 km de Medinaceli): Aquí se encontraron restos fosilizados de animales de hace cientos de miles de años entre los que destacan los huesos de un elefante de la especie elephans antiqus”, aunque también hay de uros, caballos y lobos, así como utensilios utilizados por los humanos en tiempos prehistóricos.
- Somaén (a 17 km de Medinaceli): Uno de esos pueblos de postal que te trasladan a la Edad Media de manera instantánea. Y con un hotel en lo que fuera el antiguo castillo que se ha destapado como uno de los mejores alojamientos con encanto en la provincia de Soria.
- Romanillos (a 20 km de Medinaceli): Este cruce de caminos conserva parte de la calzada romana y una fuente de la época, aunque destaca por las cruces medievales de piedra que van hasta el humilladero.
- Arcos de Jalón (a 20 km de Medinaceli): El núcleo principal de población en Tierra de Medinaceli. Cuenta con castillo de frontera, así como un casco viejo compacto con casas tradicionales.
- Monasterio de Santa María de la Huerta (a 30 km de Medinaceli): Lindando con Aragón se encuentra uno de los monasterios cistercienses (Siglos XII y XIII) de mayor belleza en Castilla y León.
- Chaorna (a 34 km de Medinaceli): Uno de los pueblos ciertamente pintorescos en el oriente soriano. Encajonado entre acantilados nos regala una imagen que deja con la boca abierta.
- Moron de Almazán (a 36 km de Medinaceli): Un hermoso pueblo con una plaza mayor plateresca donde se aprecia bien la huella de la familia Mendoza. Camino a Almazán, merece la pena desviarse un rato.
- Berlanga de Duero y alrededores (a 60 km): La comarca soriana de Tierras de Berlanga tiene una de las mejores rutas castellanas a través de la vieja frontera árabe. Un territorio de castillos, atalayas, pórticos románicos…y torreznos recién hechos.
- Calatañazor (a 86 km): Probablemente el pueblo más bonito de Soria. Uno de los enclaves medievales mejor conservados en Castilla y León.
Para tomar ideas recomiendo echarle un ojo a este artículo con una selección de los pueblos más bonitos de Soria. Entre los que se encuentran muchos de los lugares aquí mencionados. Así como a 52 escapadas a menos de dos horas de Madrid donde, por supuesto, también aparece Medinaceli.
Sin duda Medinaceli, así como sus alrededores, merecen una escapada para poner un paréntesis a la rutina y desaparecer por unas calles de piedra que esconden muchos secretos. En esta villa vuelve a cumplirse la premisa de que no es necesario irse muy lejos para hallar lo más auténtico.
Y cierro este artículo con una espléndida estrofa que el genio Antonio Machado le dedicó a los campos de Soria. Porque nadie mejor que él para describir una tierra que amó hasta el final de sus días.
¡Campos de Soria
donde parece que las rocas sueñan,
conmigo vais! ¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas!…
Sele
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PD: No te pierdas más artículos escapadas por el país en la sección titulada RINCONES DE ESPAÑA. Así como los dedicados a la provincia de Soria.
13 Respuestas a “Medinaceli y el arco del tiempo en Soria”
Como siempre, excelentes artículos. Perfectos como guía de viaje.
Muchísimas gracias!!! Hay mucho que ver en Medinaceli y algunos lo tenemos a menos de dos horas.
Sele
La verdad que si da información muy detallada con todo lo que puedes hacer durante los días de la semana de viaje, un diez de blog.
Me ha impresionado tu prosa sencilla, contundente y con las descripciones justa para no huir. Ole! y gracias
Muchas gracias Mar!!
Un placer que leas mis relatos 😉
Sele
Una descripcion de los lugares tan fabuloso que parece que ya has estado alli.
Mi proxima salida sera estar 2 dias visitando esos parajes.
Gracias
Disfruta mucho, Charo, de la encantadora tierra soriana.
Un saludo,
Sele
Un artículo muy completo y con un estilo muy agradable de leer. Gracias
No encuentro comentario alguno a la construcción de la estatua del Sagrado Corazón de Jesús. Fue, según mis recuerdos, hacia el año 1949, año más o menos. Era párroco un sacerdote llamado D. Honorio y obispo de Sigüenza,
entonces Medinaceli dependía de esta diócesis, Monseñor Muñoyerro, luego arzobispo castrense.
Me encanto este artículo sobre Medinacelli….mis abuelos paternos nacieron allí….mi abuelo en un pueblo cerca de la muralla….y mi abuela en Arbujuelo…a unos 5 km de este.
Yo soy argentina y tengo la doble nacionalidad….y tuve la gran dicha de conocer Medinacelli y lis pueblos de mis abuelos……quede extasiada de tanta belleza, encanto e historia….
Recomiendo 100 x 100 visitar este lugar encantador.
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