Lugares que ver en el los Ancares leoneses - El rincón de Sele

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Ruta por algunos de los mejores lugares que ver en Los Ancares leoneses

Viajar a Los Ancares leoneses constituye un modo más que propicio para alcanzar enigmáticos parajes donde sus muchos símbolos atávicos se pierden en una especie de frontera hacia otro tiempo. Una línea discontinua de cúspides de piedra, gargantas rasgadas por glaciaciones pasadas, laderas tapizadas por bosques de tejos y castaños con antiguos reinos de pizarra y paja de centeno encargándose de resistir en minoría en valles donde se alternan las viejas leyendas con los aullidos del lobo. Paraíso natural y humano que no conoce de lineas rectas ni caminos fáciles sino de curvas y senderos, donde aún los osos husmean en los colmenares y una espadaña se dibuja a fuego en el inconsciente de la aldea como si de una bandera se tratara. Los ríos ancareses descienden fugaces y gélidos por sus propias autopistas donde fondean puentes romanos y arboledas a la espera de dejarse caer en cauces de mayor grosor y calma, aunque ya sin el halo que filtra su belleza con las luces estivales, las texturas del otoño y unos inviernos que intimidan.

Minas de La Leitosa en los Ancares leoneses (El Bierzo, León)

Un intenso y singular verano en El Bierzo me llevó a desparramar ciertas ansias de naturaleza por los tres valles más importantes que conforman este lecho de montañas hacia ninguna parte. Desde una casita rural con encanto en el último rincón de Burbia nacieron no pocas rutas por el corazón de este paraíso leonés donde tomé nota en teoría y práctica de sus incalculables atractivos. Con el polvo de un camino donde las huellas no se borran, me gustaría desplegar a continuación algunos comentarios sobre algunos de esos muchos lugares que ver en Los Ancares leoneses por su interés histórico, cultural, paisajístico o, que simplemente, reclamaron mi atención.

MARAVILLAS DE LOS ANCARES LEONESES, LA ÚLTIMA FRONTERA DE EL BIERZO

¿Dónde están Los Ancares?

El río Ancares da nombre a toda una sierra, la Sierra de Ancares. Con Ancares, aunque antiguamente era referido de este modo al valle principal dentro de El Bierzo, también hay que circunscribirse en la actualidad a vastos territorios al oriente (Lugo) y occidente (León) de los picos Cuiña y Mostallar. Con un denominador común, ser estribación suroccidental de la Cordillera Cantábrica. Igualmente existen diversas coincidencias en cuanto a geología, flora y la fauna. O la cultura así como la arquitectura que muestran muchas de sus aldeas, con fachadas de pizarra y la presencia de pallozas y otros elementos que antaño tenían sus tejados o teitos de paja de centeno y que servían de vivienda tanto de los lugareños como del ganado (a veces en un mismo espacio).

Mapa de Los Ancares (lucenses y leoneses)

En las cumbres de la Sierra de Ancares nacen varios de los ríos que van a alimentar las cuencas del Sil (por El Bierzo) y del Navia (En la zona lucense). Al norte quedaría Asturias, concretamente el pequeño concejo de Ibias, muy ligado culturalmente a la zona porque para ello no existen más fronteras que las que se cartografían. Tanto Galicia como León comparten los que en 2006 se declaró Reserva de la Biosfera por la UNESCO.

Paisaje de Los Ancares leoneses (El Bierzo, León)

En este escrito me voy a centrar de manera exclusiva en la zona de Los Ancares leoneses, el norte accidentado y remoto de la comarca de El Bierzo, que ocupa la mayor parte de la reserva natural. Aunque mencionaré algunos lugares fuera de los límites que por cercanía tuve la suerte de visitar durante mi estancia de dos semanas en familia en la localidad de Burbia.

Mapa de Los Ancares leoneses

¿Qué ver en Los Ancares leoneses? Ruta por algunos imprescindibles

He aquí algunos de los lugares que llamaron más mi atención durante este viaje que tuvo lugar durante la última semana de julio y la primera de agosto de 2020 (algunos de los cuales ya hablé en el post «Un verano en El Bierzo»). Corresponden a los valles principales de Los Ancares leoneses (al oriente el valle del Burbia, en el centro el valle de Ancares y al oriente el valle de Fornela, aunque se mencionan otros valles más pequeños como el de Balboa o Tejeira/Teixeira). Esta lista la constituirían sólo unos pocos de los muchos rincones que aguardan a los viajeros y viajeras que se aproximen a la zona. Por supuesto no todos, ya que muchos de ellos son accesibles únicamente haciendo senderismo o utilizando bicicleta de montaña, y para ello se requieren no pocas escapadas al último confín berciano. Salvo los que mencione expresamente, a todos llegué por carretera con el coche tanto por carretera como, en ocasiones, por pistas sin asfaltar pero aptas para vehículos.

Señalados los lugares que pudimos visitar en Los Ancares leoneses y que aparecen mencionados en este artículo.

VALLE DE ANCARES (Desde Vega de Espinareda hasta Suárbol subiendo al Puerto de Ancares para llegar a Balouta hasta la lucense Piornedo)

Quizás este recorrido sea el recorrido más atractivo y vistoso de todo el viaje puesto que se rozan con los dedos varias cúspides de la Sierra de Ancares. La carretera principal es la LE-411 que requiere remontar un gran desnivel durante treinta kilómetros colmados de curvas hasta llegar al Puerto de montaña. A partir de ahí se puede continuar por la misma hacia Balouta (este) o decir adiós a León en la localidad de Suárbol y llegar al pueblo con más pallozas en Piornedo, ya dentro de la provincia de Lugo. Algunos de los hitos de este recorrido fueron:

Vega de Espinareda (Abadía y puente)

Uno de los municipios con más habitantes de Los Ancares leoneses, sin contar que tiene bajo el mismo ayuntamiento a varias localidades, algunas de las cuales no se encuentran ni tan siquiera en el mismo valle como puede suceder, por ejemplo, con Burbia. La influencia del monasterio de San Andrés, cuya sobriedad neoclásica poco tiene que ver con su diseño medieval, alcanzó casi la mitad de El Bierzo, siendo uno de los señoríos eclesiásticos leoneses de mayor poder e importancia. De ahí se explica que incluso hoy día Vega de Espinareda continúe su labor de dinamizar un amplísimo territorio más allá del río Cúa que lo atraviesa.

Monasterio de San Andrés en Vega de Espinareda (Ancares leoneses)

Además del monasterio el antiguo, el lugar más interesante para conocer y disfrutar es su puente romano (aunque de esta época queda poco), un imán para locales y visitantes que caen rendidos, sobre todo en verano, a una de las mejores playas fluviales de la comarca.

Sésamo (pinturas rupestres y panorámicas)

Continuándo por la LE-411 se llega a Sésamo sin haberse dado cuenta de que se ha abandonado la localidad de Vega de Espinareda. Pero entre las casas no adivinamos la razón del interés turístico de este pequeño pueblo. Para ello hay que tomar una pista de grava con el coche o bien, ir caminando, aunque son aproximadamente cinco kilómetros con cierto desnivel. Hay que pasar por un vetusto corral de lobos, trampa mortífera utilizada desde tiempos ancestrales donde se dejaba una presa viva y el pobre cánido quedaba atrapado a su suerte. La resulta llega a unos grotescos farallones de piedra que preceden a un inmenso castro amurallado del que sobreviven restos como es Peña Piñera. Pero en ese privilegiado balcón al valle de Ancares donde disfrutar de unas vistas estupendas que incluso alcanzan el de Fornela y más allá, lo verdaderamente interesante son las pinturas rupestres en lo que fue un abrigo rocoso durante la prehistoria que, a lo largo de casi seiscientos metros, muestra un número ingente de unidades pictóricas (más de trescientas). Cierto es, que la mayoría, son invisibles si no se cuenta con la agudeza visual suficiente porque ni con la ayuda de paneles informativos llegan a localizarse la mayoría. A veces, ni eso.

Pinturas rupestres de Sésamo (Ancares leoneses)

Para la realización de estas pinturas a lo largo de un periodo largo entre 5000 y 2000 años se utilizaron hematites, un pigmento mineral que logra un color rojo intenso. La mayor parte de las figuras recogen escenas humanas en unos trazos muy simples. Y, aunque algunas están muy desgastadas, otras son muy evidentes.

El premio de subir a las pinturas de Sésamo, más allá de algunas creaciones esquemáticas antiquísimas que dan muestra de que este territorio ha sido «vivido» mucho tiempo, tiene que ver sobre todo con las magníficas panorámicas de la Reserva Natural. Aunque lo de las vistas será una constante en cualquier ruta a Los Ancares que se precie.

Pereda de Ancares

El penúltimo pueblo antes de zigzaguear y poner la marcha corta para subir el puerto de montaña se llama Pereda de Ancares. El interés de este diminuto municipio de alrededor de cincuenta habitantes suele tener que ver con ser punto de partida para algunas rutas de senderismo (como la que va a Burbia por El Mirandelo). Pero no pasa por alto que al final del pueblo se conserve una palloza con su teito de paja de centeno que, además, es visitable por dentro. Se pueden visitar algunas pallozas en Los Ancares, pero como la del señor Antonio, ninguna. En realidad ya no es del señor Antonio sino de un descendiente, Octavio, a cuyo teléfono escrito en un papel en la puerta (626720289) tuvimos que llamar para que nos la abriera. Algo para lo que tardó apenas cinco minutos puesto que vive a un paso. Él es el hijo del famoso Antonio. Aunque sería su tía abuela la última de su familia que ocupara esta vivienda semicircular de pizarra que servía tanto para albergar familias como guardar el ganado. ¡Y no de manera separada sino conjunta!

La palloza del Señor Antonio en Pereda de Ancares (El Bierzo, León)

Lo mejor de esta palloza es que se encuentra tal como lo dejó la tía de Octavio, por lo que representa un auténtico tesoro etnográfico digno de admirar. Y que permite aprender sobre este tipo de construcciones prerromanas que prosiguieron con el legado arquitectónico de los celtas hasta que a mediados/finales del siglo XX se dejaron de utilizar. Porque muestra una forma de vida durísima, aquellos largos inviernos donde los animales y las personas debían dormir bajo el mismo techo para guardar el calor dentro y logar que el ganado sobreviviera en esos meses donde el pasto quedaba enterrado bajo la nieve.

Cartel de la palloza del Señor Antonio en Pereda de Ancares

*Nota: Para acceder a esta palloza-museo se paga la voluntad.

Puerto de Ancares

Justo unos metros antes de alcanzar los 1669 metros que reza el cartel color marrón de Puerto de Ancares (también llamado Alto de Balouta) conviene fijarse en el paisaje glacial de El Hoyón, un roto entre las montañas más elevadas de la gran sierra. Este puerto de montaña, bien complicado durante el invierno, es el punto de partida para hacer a pie el Cuiña, el Mostallar o descender a pie a la bucólica Balouta o, quien sabe subir también al Pico Miravalles, los grandes colosos ancareses. Hablamos de un grandioso paisaje alpino donde se podrían señalar tres comunidades autónomas diferentes (Galicia al costado oeste, en León estamos y al oriente, aunque lejano aún, Asturias). En este puerto sin mar confluye todo. Se explican y comprenden Los Ancares. Hay quien lo hace en coche o quien utiliza el motor de sus piernas para subir en bicicleta una de las etapas más difíciles que propone Castilla y León (con desniveles entre 14% y 16%). No fueron pocos los ciclistas a los que les vimos sudar pero que lo lograron. Mi admiración a todos ellos.

Puerto de Ancares

La ruta más habitual desde el aparcamiento es la consistente en ascender Cuiña, el pico más alto de la Sierra de Ancares con 1992 metros (aproximadamente tres horas y media ida y vuelta combinándolo con el Pozo Ferreira, un lago de origen glaciar). Aunque hay quien prefiere el balcón natural del Miravalles, en sentido opuesto, con sus 1966 metros los cuales dejan a la vista el valle del río Rao (ya en Galicia), la Sierra de Degaña en Asturias o los valles de Balouta, Ancares y Fornela dentro del propio León. La ruta requiere alrededor de cinco horas ida y vuelta, quizás un poco menos.

Puerto de Ancares

Pero quien no desea hacer ruta de senderismo alguno sino admirar un bello paisaje, la recompensa es no menos que grandiosa.

Balouta

Al poco de pasar el Puerto de Ancares se debe torcer a mano derecha e internarnos en otro pequeño y profundo valle para alcanzar uno de los pueblos más hermosos y con mejor emplazamiento de los Ancares leoneses. Solitario, con un emplazamiento envidiable y poco más de una treintena de habitantes, Balouta se yergue como uno de los emblemas de la arquitectura tradicional de la zona, aunque sólo reste una palloza intacta con su tejado de paja. También uno de los pocos hórreos supervivientes con este tipo de techado. El resto de pallozas, reconvertidas a viviendas, se han protegido con tejados de pizarra (o incluso de chapa). Hasta finales del siglo XX fue junto a Campo del Agua y la cercana Piornedo uno de los municipios con mayor número de pallozas, pero los incendios y el abandono de muchas de ellas, afectaron a este proceso de conservación.

Palloza de Balouta (Ancares leoneses)

Aún así, Balouta es uno de esos sitios donde a uno le gustaría desaparecer y vivir involucrado en un paisaje soberbio. Hay un pequeño hotel rural y también se trata de otro núcleo del que nacen senderos que se pierden con estrépito por las montañas. El vecino valle de Rao, ya en Galicia, es uno de sus puntos de partida. El otro sería volver por donde se ha venido y continuar hasta Suárbol, el último pueblo leonés antes de pasar los límites lucenses.

Balouta (Ancares leoneses)

Suárbol

En los años cincuenta del siglo pasado los incendios se cebaron con Suárbol, pero aún con todo es un lugar auténtico y pintoresco donde más que pizarra abunda el granito y, por tanto, la luminosidad de recias fachadas irrumpe en un viaje en el tiempo. Antiguamente tuvo la palloza de mayor tamaño de El Bierzo pero desapareció con el fuego. Y con ella todos los teitos de paja por otros más firmes y seguros. Merece la pena bajar igualmente. Raro es encontrarse con turistas. Parece obligado pasar el puente y llegar a la iglesia porticada de Santa María, edificio en barroco clasicista que responde a la tradición de visiones marianas bajo un árbol (lo que según algunos explicaría el nombre del pueblo) que habría estado en el lugar donde ahora se halla el templo. El interior se adivina por una rendija porque encontrárselo abierto sería una suerte (que el cura anduviera por allí o se localizara al alcalde). Y no hacerlo, una pena, porque muestra una decoración deliciosa.

Suárbol (Ancares leoneses)

Piornedo (ya dentro de Los Ancares lucenses)

Si bien especificaba al comienzo de este escrito que me enfocaría por completo a los Ancares leoneses, en el caso de Piornedo, ya en Lugo, no caben ortodoxias ni caprichos geográficos. Piornedo es el primer pueblo que aparece nada más atravesar un bosque desde Suárbol. Y, este sí, conserva más pallozas que ninguno. Nada menos que una docena, sin contar los hórreos al igual que otras edificaciones con sus característicos teitos de paja de centeno. Se define como una aldea prerromana con más de dos mil años de historia donde todavía vive gente, no más de cuarenta almas, aunque con un algunos alojamientos de carácter rural donde pernoctar. Para los nostálgicos de los cómics, Piornedo sería algo así como la aldea de Astérix pero no un mero museo sino una realidad considerada una excepción.

Palloza y hórreo en Piornedo (Ancares lucenses)

Se puede visitar por dentro la Palloza Museo Casa do Sesto, muy bien conservada y donde se explican a conciencia los distintos usos de la misma, así como los apartados en los que se dividía este hogar/establo. Como el horno, la cocina, la alcoba, el apartado para las vacas o los llamados cortellos, que guardaban a los cerdos.

La visita a Piornedo conviene tomársela con calma (los fotógrafos están avisados de que allí lo van a gozar). Y, si es posible, comer en el Hotel Piornedo (a las afueras en la carretera de salida) o en la Cantina Mustallar. Son los dos únicos restaurantes y tienen bastante fama en esta parte de Los Ancares lucenses. En nuestro caso almorzamos en el primero, donde no nos hubiera importado quedarnos a dormir (ya sólo ver su salón panorámico justificaría la estadía) y donde nos trataron maravillosamente bien. Por no hablar de que fue uno de los mejores lugares donde comer en Los Ancares, leoneses y lucenses, da lo mismo. Una joya.

Palloza en Piornedo (Ancares lucenses)

Desde Piornedo surgen un sendero habitual utilizado para subir los 1935 metros del pico Mostallar (Unas siete horas entre ida y vuelta y un desnivel de más de 900 metros), una marcha de montaña no apta para primerizos.

VALLE DE BURBIA (Siguiendo el río desde la aldea de Burbia hasta Villafranca del Bierzo)

Nuestro punto de referencia en este viaje fue Burbia, pues ahí fue donde estuvimos alojados durante dos semanas en una casa rural. La idea es perseguir al río Burbia y proseguir por uno de los valles más solitarios y espectaculares de la comarca de El Bierzo desde la propia Burbia hasta Villafranca del Bierzo, poco antes de desembocar en el río Sil. La carretera comarcal LE-5225 nos acompañará a lo largo de veintisiete kilómetros. Parecen pocos, es cierto, pero sin detenernos un segundo llevaría una hora larga. No conviene olvidar ni sus estrecheces, que durante los últimos cinco kilómetros no está asfaltada y es bastante pedregosa (Aira da Pedra – Burbia), y que no convienen para nada las prisas para gozar de este aislado y silencioso valle con las panorámicas más salvajes y frondosas de la Reserva de la Biosfera de Los Ancares leoneses.

Paisaje del valle de Burbia (Ancares leoneses)

Igualmente mencionaré un par de rutas de senderismo bastante interesantes. Una de un día que tuve la suerte de llevar a cabo (Ruta a los lagos de Villouso) y otra que se puede hacer en varias etapas (a pie o en bicicleta de montaña) para recorrer el Bierzo de manera profunda (Camino «La mirada circular»)

Sele con el pequeño Unai en la mochila (Ancares leoneses)

Burbia, un hogar de pizarra en Los Ancares

Burbia da nombre al río y a todo un valle. Es una de las localidades de Vega de Espinareda, aunque para llegar a ella sea necesaria media hora de conducción subiendo y descendiendo un puerto de montaña (Alto de Penoselo). Fue aquí donde pernoctamos en una idílica casa rural (Casa Rural El Salgueiro) con unas vistas maravillosas del entorno, desde donde realizábamos las distintas excursiones (aunque hay que decir que aprovechamos mucho la casa, sobre todo el pequeño Unai, que disfrutó muchísimo de su jardín donde le instalamos una diminuta piscina hinchable).

Casa Rural El Salgueiro (Burbia, Ancares leoneses)

Burbia es un compendio que resume todas las características de Los Ancares leoneses. Pueblo pequeño donde se mantiene la arquitectura tradicional de pizarra, existe cierta sensación de aislacionismo y la conservación de tradiciones antiquísimas, paisajes soberbios encerrando el municipio, pozas ejerciendo como fabulosas piscinas fluviales donde darse un chapuzón (el río Burbia para eso es una joya) y nudo de senderos de montaña. Particularmente el paraíso. Un lugar donde perderse o, más bien, desaparecer del mapa. Precisamente lo que estaba buscando cuando planifiqué un verano en El Bierzo.

Sele en el río Burbia

Apenas un par de bares pequeños, un camping (donde se come muy bien tanto en local como de encargo) y la Casa Rural El Salgueiro. ¿Hacía falta algo más? ¡En absoluto!

Para lectores de El rincón de Sele

Quienes reserve en la Casa Rural El Salgueiro diciendo que vienen de parte de El rincón de Sele, se llevarán un regalo a elegir entre alguna actividad como bateo de oro o algún producto local como miel o mermelada.

Casa Rural El Salgueiro (Burbia, Ancares leoneses)

Ruta a pie a los lagos de Villouso (desde Burbia)

Burbia es el primer pueblo con el que se encuentra el río del mismo nombre. Por lo que siguiendo su rastro hasta su nacimiento o, más bien, cuando se suma hacia él el cauce del arroyo Villouso, hay múltiples opciones de senderismo. Hay quienes se animan a ascender a las cumbres del Cuiña o el Mostallar (algo más de cuatro horas ida y cuatro horas vuelta), aunque existe un desvío señalizado hacia las lagunas de Villouso, pequeñas reminiscencias acuáticas del glaciar que desgarró aquellos paisajes de pizarra, castaños, tejos y robles. El final no es de película, advierto. Que nadie se espere toparse con los lagos de Covadonga ni nada similar (de hecho en verano se advierte una sola laguna y no de mucho tamaño), pero sí con un majestuoso escenario rocoso donde saltan los rebecos y vuelan en círculo rapaces y carroñeras. Y, sobre todo, donde la subida permite unas panorámicas únicas del valle durante el camino, un paisaje absolutamente jurásico. Además atravesando un tejedal o bosque de tejos de un valor incalculable.

Uno de los lagos de Villouso (Ancares leoneses, El Bierzo)

Esta ruta requiere de tres horas ida y tres horas vuelta, con un desnivel de alrededor de novecientos metros. Para un nivel físico no muy elevado y con la mitad de la ruta en senderos pedregosos y estrechos, aunque con paciencia (y lugares para el baño como «El pozón» de por medio) con los que aligerar el camino. Hay también un refugio de montaña (El Acebalín) preparado para la pernocta de montañeros y montañeras, aunque en el verano del 2020 con el tema del coronavirus no se recomendaba quedarse en él y, si se hacía, bajo la responsabilidad de quien así lo decide.

Campo del Agua, la braña de las pallozas

Por braña se entiende por el lugar donde pasta con el ganado en verano. En Los Ancares, tanto en el lado leonés como el gallego, así como en determinadas zonas de Asturias (véase Somiedo), eran usuales las pallozas ya mencionadas anteriormente donde se guardaba el ganado y subían los pastores durante las semanas más calurosas del año. Solían situarse en zonas elevadas con cierta generosidad en cuanto a pastos y óptimas condiciones para el alimento de vacas, cabras u ovejas. En algunas brañas, como la de Campo del Agua, a la que iban los ganaderos desde Aira da Pedra (a cinco kilómetros de Burbia) hasta el comienzo del invierno llegó a haber alrededor de una treintena de pallozas, sin contar otras estructuras como establos o corrales. Todas ellas teitadas con la clásica paja de centeno. Pero un devastador incendio a finales de los años ochenta acabó con buena parte de estas construcciones de gran antigüedad y valor etnográfico. Aún así quedan todavía bastantes, algunas teitadas no con paja sino con pizarra o chapa. Pero en un entorno natural soberbio desde el cual se observan parajes bercianos ciertamente lejanos como Las Médulas o los Montes Aquilianos.

Campo del Agua (Ancares leoneses, El Bierzo)

Se puede llegar a pie desde la propia Burbia o Aira da Pedra en alrededor de tres horas, aunque también en bici o en coche (con suspensión alta, valdría un todoterreno o incluso un SUV, si bien hay gente que se anima a subir en utilitarios bastante corrientes). Los paisajes son brutales y merece la pena detenerse en otras aldeas abandonadas así como ver los tres barrios principales de Campo del Agua (sobre todo Valiñas y Regueiral) para hacerse a la idea de cómo era una de las brañas más grandes de España. Hay quien ha reconvertido las pallozas en viviendas temporales y las tienen realmente bonitas.

Palloza sin teito de paja en Campo del Agua (Ancares leoneses)

Campo del Agua es una de las paradas más interesantes de la ruta «La mirada circular» que bordea El Bierzo por sus zonas más salvajes. Hacerlo entero conllevaría muchos días, aunque quizás una de las partes más interesantes se el apéndice denominado «El camino de las brañas», que consistiría en viajar desde Campo del Agua hasta Balboa pasando por Tejeira (Teixeira) y Cantejeira en treinta kilómetros magistrales en compañía del Pico Tres Obispos (1794 m.), al cual también se puede subir desde esta gran braña o desde la localidad vecina de Porcarizas. Los valles de Porcarizas y Tejeira son otro cantar del que me quedé con muchas ganas de cubrir.

Arquitectura ancaresa con teito de paja en Campo del Agua (Ancares leoneses)

Villar de Acero y El Campano

Sin desviarnos en Aira da Pedra para ir a Campo del Agua sino continuando con la carretera LE-5225 (a partir de aquí es todo asfalto) en dirección Villafranca del Bierzo nos encontramos apenas a cinco kilómetros (desvío a la derecha) con Villar de Acero, una aldea de poco más de treinta habitantes. A pocos metros del río Tejeira, metros antes de acceder a este tranquilo municipio donde las fachadas y los tejados son de pizarra, nos topamos con El Campano. No directamente, puesto que se debe dejar el coche en un pequeño apartadero y caminar por un soto durante medio kilómetro hasta llegar a un árbol protegido por su singularidad. Se trata de un castaño con alrededor de ochocientos años de antigüedad y unos de treinta y cuatro metros de altura. Lo más extraordinario está en el grosor de su tronco con dieciséis metros y medio. ¡Alrededor de diez personas harían falta para cerrarlo con un abrazo! Lamentablemente quedó muy dañado tras un temporal en otoño de 2019, aunque la catalogada como «catedral vegetal» se resiste a dejar de ser un fósil viviente.

¿Os imagináis la de acontecimientos históricos mundiales en los que este hermoso ser vivo ya crecía en Los Ancares leoneses? Da vértigo sólo de pensarlo.

Camino a Tejeira

De Villar de Acero a Tejeira (Teixeira), uno de los pueblos más pintorescos e interesantes de la comarca, se llega remontando una carretera (CV-126-2) en no muy buen estado para la que hacer siete kilómetros es necesaria casi media hora. Pero merece la pena porque volvemos a encontrarnos con un valle arrebatador y una aldea que refleja siglos de aislamiento en la montaña. El verano es bello aquí, pero la primavera y, sobre todo, el otoño, resplandecen para la suerte de sus visitantes que, también desde aquí, aprovechan a realizar rutas de senderismo a Pedra Cabalar (fácil) y Peñarrubia (más compleja, pero de las mejores en Los Ancares).

Caballos bebiendo agua en Campo del Agua (Ancares leoneses, El Bierzo)

Las minas de La Leitosa, hermana menor de Las Médulas en Los Ancares leoneses

Si en vez de subir a Tejeira o Porcarizas y, sin tomar desvío alguno, continuamos con la carretera LE-5225 dirección Villafranca, a la altura de Veguellina, descubriríamos de inmediato cómo la montaña que queda a nuestra izquierda muestra desnuda y de color naranja su alargada cima. Un tono cobrizo que recuerda a los farallones de Las Médulas. Se trata de La Leitosa y, en definitiva, es una versión menor de lo sucedido en este enclave paisajístico-cultural emblema de la comarca de El Bierzo declarado Patrimonio de la Humanidad. Se trata de una explotación minera de la época de los romanos quienes con el objetivo de sacar oro, rompieron literalmente la montaña por el método «Ruina montium», es decir, excavando galerías y dejando soltar el agua canalizada de arroyos y ríos para desgajar el paisaje y atrapar este metal noble.

La Leitosa (Ancares leoneses)

La Leitosa, a pesar de su magnitud, sigue siendo una enorme desconocida en España. Quizás porque la sombra de Las Médulas es demasiado alargada. Pero el premio de caminar a pie desde Veguellina hasta el mirador de Las Traviesas pasando por una antigua fábrica de hierro (La Somoza) lleva a disfrutar de uno de esos paisajes que dejan sin habla completamente a solas. Muy pocos llegan hasta aquí, y quienes lo hacen llegan en sus vehículos por una carretera infernal sin asfalto partiendo de Villafranca de El Bierzo, a unos veinte minutos. Desde Veguellina, menos aún.

Desde el mirador de Las Traviesas se observa un profundo cráter producto de centenares de aluviones provocados (se construyeron más de cuarenta kilómetros de canales para llevar el agua a la zona) donde los bordes arenosos muestran sus vergüenzas en lo que hoy es un inmenso castañar. Probablemente, al menos para mí, desde aquí se observa una de las panorámicas más fascinantes, si no la mayor, de la Reserva de la Biosfera de Los Ancares leoneses.

Minas de La Leitosa en los Ancares leoneses (El Bierzo, León)

Villafranca del Bierzo, la pequeña Compostela

Muchos viajeros llegan a la ciudad más monumental de El Bierzo realizando el Camino de Santiago (Camino francés). Así llevan haciéndolo durante muchos siglos. De hecho lo de Villafranca tiene que ver con la tradición de peregrinos procedentes de Francia quienes arribaban a este enclave para, en sólo una jornada, alcanzar el mítico O Cebreiro. Por lo que la huella y el sabor del Camino está presente en un municipio con mucha vida, su propio castillo medieval, palacios nobles y, por supuesto, numerosos templos cristianos de gran valor histórico, artístico y religioso. Donde las posadas y albergues (también un formidable Parador) reciben a viajeros de todo el mundo con las puertas abiertas y existe ese ambiente que sólo quienes conocen esta ruta milenaria pueden explicar. Por tener, Villafranca del Bierzo, tiene una extensa playa fluvial donde darse un chapuzón en las aguas del Burbia, el río que venimos siguiendo casi desde su nacimiento.

Estatua de peregrino del camino de Santiago en el puente de Villafranca del Bierzo (León)

No son pocos los lugares emblemáticos que no convendría perderse en «la pequeña Compostela leonesa». El más importante nos llevaría a la entrada a la localidad, concretamente a la iglesia de Santiago que, como no podría ser menos, dispone de su propia puerta del perdón, una de las más bellas postales del Camino. E importantes, ya que sólo se abre en año santo, permitiendo obtener el Jubileo a quienes exima y justifiquen que por enfermedad o accidente les resulta imposible continuar hasta Santiago.

Puerta del Perdón en la iglesia de Santiago Apóstol en Villafranca del Bierzo

El castillo, lamentablemente no visitable, de los marqueses de Villafranca, es otro icono visible desde casi cualquier parte de esta villa de alrededor de 3000 habitantes. Pero su fachada y fotogenia es absoluta. Próximo a la Plaza Mayor, con mucho movimiento, tendríamos la fachada escurialense de San Nicolás El Real(s. XVII) y poco después la Santa Iglesia Colegiata de Santa María de Cluny, alojada en lo que antes fue antiguo monasterio benedictino donde los estilos gótico, renacentista y barroco se ensamblan con particular maestría.

Villafranca del Bierzo

La calle del Agua vertebra con fachadas palaciegas el corazón más noble de Villafranca del Bierzo. ¡Lo que sería de esta hermosa calle si algún día se peatonalizara! (Y se cuidaran algunos edificios).

Calle del Agua (Villafranca del Bierzo, León)

VALLE DE FORNELA (tomando la carretera desde Fabero hasta Guímara)

El más septentrional de los grandes valles en Ancares es el de Fornela, también llamado Furniella, de origen glaciar como los anteriores y probablemente el menos conocido y transitado de cuantos conforman la Reserva de la Biosfera de Los Ancares leoneses. Comienza oficialmente en Bárcena de la Abadía y termina en Guímara. Para esta ruta se requieren veinticuatro kilómetros de parajes formidables por la carretera LE-4212 (que arranca en Fabero y limita con los concejos asturianos de Ibias y Degaña), con la montaña ejerciendo de inexpugnable frontera, impidiendo así comunicación alguna entre León y el Principado de Asturias.

Valle de Fornela (Ancares leoneses)

Lamentablemente no tuve la ocasión de dedicarle el tiempo que este valle merece, pero sí de seguir el curso del río Cúa con especial interés por el pasado astur reflejado en un castro con más de dos mil años de historia (Castro de Chano). Antes de referirme a él en exclusiva, dejaré algunas notas sobre algunos de los núcleos de población de cierto interés:

Faro

A Faro hay que ir aposta o no se va. Atrás quedan Bárcena de la Abadía o San Pedro de Paradela, que poco después de dejar pasar el desvío a Anllarinos del Sil hay que tomar el que indica este pueblo que no tiene faro pero sí uno de los mejores miradores de Los Ancares leoneses. Hay que subir paralelo al río de Vegas Verdes durante tres kilómetros y medio, pero toda pendiente se compensa con la llegada a uno de los pueblos con mayor encanto dentro del ayuntamiento de Peranzanes en el valle de Fornela. Desde allí una de las rutas más populares lleva a las brañas de Faro bajo la constante compañía de paisajes glaciares con la morrena recordando su vetusto origen. Asturias se confunde entre la vegetación y las cimas solitarias.

Cariseda

Volviendo a la ruta original y continuando hacia el norte, nos topamos enseguida con Cariseda y su puente que le dicen romano mientras que otros rememoran a los tiempos de la reina Doña Urraca, pero cuyo armazón de piedra y pizarra sobre el río Cúa es del siglo XVIII.

Peranzanes

Ayuntamiento principal en el valle de Fornela con ciertos recursos útiles para los visitantes como albergue, casa de comidas e incluso oficina de información turística.

Trascastro

Su nombre nos revela su pasado prerromano. De hecho quedan restos que lo atestiguan (castro de las Melandriegas), aunque lo mejor está por llegar poco después, en Chano. Pero Trascastro, con una romería a la Santina o Virgen de Trascastro de bastante enjundia por parte de los lugareños de este y otros valles cercanos (15 de agosto), dotada de cierta ritualística ancestral, marcan la personalidad de un lugar esencial para comprender el Valle de Fornela.

Chano y el castro astur

He aquí mi gran objetivo de la incursión automovilística por el valle de Fornela. Hablaba antes de pallozas y de cómo permanecieron dentro de la idiosincrasia de Los Ancares hasta prácticamente hoy día. Pero esas pallozas son reflejo de las viviendas que había ya antes de los romanos, es decir, de los pueblos celtas o astures. Estructuras circulares o semicirculares, también con techado de paja, cuyo origen se remonta a más de dos milenios. Y que en el castro de Chano se puede comprender a la perfección.

Chano (Ancares leoneses)

Pasada la localidad de Chano camino a Guímara destacan unas estructuras techadas. Ahí hay que dejar allí el vehículo. No es el castro antiguo sino una especie de zona donde interpretar el yacimiento por medio de construcciones fidedignas, pero nuevas, de lo que fue antaño. Tiene un pequeño museo e incluso un bar-palloza. Para alcanzar el castro de la época prerromana hay que continuar por el camino del bar y bordear la colina (400 m.). El antiguo pueblo astur queda a unos pasos un poco más arriba.

Castro de Chano en el valle de Fornela (Ancares leoneses)

Protegido por unas zanjas se muestran alrededor una veintena de construcciones, sobre todo casas, con base circular o semicircular y lajas de pizarra como materia prima. Las viviendas tenían un diámetro de cinco metros y medio y el grosor de los muros de más de medio metro. Sólo contaban con una puerta de entrada, algo elevada sobre el suelo. Similar a otros castros astures o también hallados, en mayor número, en tierras gallegas. El castro de Chano domina el valle de Fornela (su ubicación no es azarosa) y se encarama, viéndose desde el mismo cómo escapa el final de la carretera desde la que se va a Guímara. A ambos lados de la misma las vacas ancaresas se encargan de salpicar con su presencia los ricos pastos presentes en el área.

Castro de Chano en el valle de Fornela (Ancares leoneses)

Guímara, el último de Fornela

A un par de kilómetros del castro de Chano llegaríamos al último pueblo del valle, Guímara. El final de la carretera LE-4212 que habíamos tomado en Fabero al comienzo de la ruta por el valle de Fornela, es precisamente un pueblo diferente. De paredes blancas y tejados negros de pizarra que poco o nada tienen que ver con las edificaciones ancaresas. Con el pasado de las minas de carbón a sus espaldas y una red de senderos que llevan, entre otros, al puerto de Cienfuegos (la ruta más popular nos llevaría a tomar la pista hasta el Puerto de Cuadro y bajar por otro valle hasta el pueblos de Suertes). Al otro lado, Asturias. Como siempre en estos lares, lo más próximo es lo más lejano, por lo que los aires del Principado sólo se atisban. No es de extrañar que por esta zona haya osos, lobos y otras especies que muestran una diversidad espléndida en cuanto a fauna.

Río Cúa

Guímara es el último de Fornela. Pero de él surgen maravillosas rutas de senderismo sin trasiego alguno, pues pocos viajeros llegan hasta aquí. Curiosamente de este pequeño pueblo berciano nació recientemente una iniciativa llamada Livegens por parte de dos jóvenes de la localidad, Javier y Aitor Ramón, quienes han tomado el camino de la moda sostenible a través de una línea de productos artesanales, ecofriendly y, por supuesto biodegradables donde el plástico no está ni se le espera. Como, por ejemplo, gafas de bambú y relojes de madera, sin dejar atrás un diseño moderno y atractivo. Porque ser verde y apostar por la sostenibilidad no está en contra de la moda. El compromiso social de Livegens no sólo está en sus productos sino en sus actos, pues promueven multitud de actos solidarios, de concienciación y educación ambiental.

NO ESTÁN EN LA RESERVA NATURAL DE LOS ANCARES LEONESES PERO…

Son muchos más los lugares que, sin formar parte estrictamente hablando dentro de la protección de Reserva de la Biosfera de Los Ancares leoneses, están tan cerca que resulta inevitable mencionarlos y recomendarlos. Como, por ejemplo,

Balboa

De palloza (con restaurante) junto a una playa fluvial, ambiente festivalero en verano, un castillo medieval visitable y la puerta a un valle fascinante (Cantejeira tiene también buena muestra de la arquitectura local). Imprescindible.

Balboa (El Bierzo, León)

Cacabelos

Espíritu del camino de Santiago y una playa fluvial donde el río Cúa es el océano preferido de muchos bañistas bercianos. La Moncloa de San Lázaro es un concepto de hospedería-restaurante con productos con de su marca en un antiguo hospital de peregrinos que justifica por sí misma llegar hasta la localidad. ¡Se come de maravilla! (En calidad y cantidad).

Moncloa de San Lázaro (Cacabelos, Ancares leoneses)

Monasterio Santa María de Carracedo

A escasos cinco minutos al sur de Cacabelos nos topamos con una abadía medieval cisterciense en semirruina con valiosísimos elementos arquitectónicos románicos y protogóticos. Un lugar cargado de fotogenia y detalles que merece un alto en el camino.

Monasterio de Santa María de Carracedo (El Bierzo, León)

Palacio de Canedo

Bierzo es sinónimo de buen vino. Y en el Palacio de Canedo, a escasos diez minutos de Cacabelos, se puede encontrar algo así como el Falcon Crest berciano. Hablamos de un edificio del siglo XVIII restaurado por el empresario José Luis Prada (Prada a Tope) el cual engloba un formidable hotel rural con habitaciones no exentas de confort y buen gusto. Además de restaurante, tienda y, por supuesto, sus bodegas. Alrededor más de treinta hectáreas de viñedos de agricultura ecológica son parte del universo «Prada a Tope». Una apuesta por el enoturismo de calidad (organizan degustaciones, con posibilidad de hacer paseos por los viñedos a pie o en coche eléctrico) en un entorno que nada tiene que envidiar a muchas de las postales de la campiña toscana que nos llegan.

Palacio de Canedo (El Bierzo)

Ideal para todo el año. Si el tiempo acompaña, la terraza es un lugar ideal para brindar frente a las viñas alzando las copas de vino (o de champrada).

Y un poco más lejos…

Ponferrada y su castillo medieval, Las Médulas, un Patrimonio de la Humanidad UNESCO, el lago de Carucedo (uno de los mejores baños de interior de Castilla y León), Peñalba de Santiago, un pueblo de cuento en el valle del Silencio (comarca de Valdueza). Y si pasamos a Galicia Pedrafita do Cebreiro, final de la primera etapa del Camino francés dentro de esta Comunidad Autónoma (plagada de pallozas bien conservadas).

Las Médulas desde el mirador de Orellán (El Bierzo, León)

Tendría mucho más para añadir. Y aún me quedarían infinidad de maravillas que ver en El Bierzo en verano, otoño, primavera, invierno o cuando sea. Porque cualquier momento es bueno para acudir a esta preciosa comarca.

Sele

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