Tras las huellas de los Cátaros
Allá por el Siglo X de nuestra Era, en Europa Occidental, y más concretamente en la región del Languedoc (Sur de Francia), floreció un movimiento religioso y cultural que chocó con la ideología imperante e impuesta de la Iglesia Católica.
Los Cátaros, también llamados «Hombres Buenos» u «Hombres Perfectos», pusieron patas arriba muchas de las afirmaciones dadas por sentadas desde el inicio del cristianismo. En una época de Cruzadas surgió una nueva creencia, una nueva filosofía, una nueva forma de vida.
El Catarismo contradecía al Catolicismo en varios conceptos como no considerar a Dios como creador del mundo material que envolvía toda la maldad y sufrimiento posible. Para ellos se debía separar la parte espiritual, la única para llegar a Dios, de la material, obra del Demiurgo o Demonio. El alma versus La Carne. Logrando separar la materialidad del Ser Humano se llegaría a ser «Perfecto», y por tanto preparado para estar en contacto con Dios. Creían además en la reencarnación, a no ser que se llegara a este estado espiritual, que rompería este ciclo. Esto sólo se conseguiría eliminando la conexión material de las personas por medio de una vida ascética y cargada de autoconocimiento.
Los Perfectos o Buenos Hombres vivían en comunidades sin distinción de clases, y su obligación era hacer y predicar el bien además de cumplir algunas reglas importantes como No matar animales (debido a sus creencias reencarnacionistas), no practicar sexo, nunca jurar fidelidad ante nadie (ligazón con el mundo material), trabajar sin importar la clase social a la que se pertenezca. Rechazaban absolutamente la violencia y las armas, impropias de la Naturaleza Humana. Su único Sacramento era conocido como Consolamentum, similar a la extremaunción cristiana en que se eliminan los pecados y la contaminación mundanal.
Obviamente todo esto fue considerado como una Herejía por la Iglesia, que junto a importantes miembros de la nobleza francesa, llevaron a cabo una Cruzada consistente en eliminar todo atisbo de catarismo en esas tierras del Languedoc, cuyo corazón era la ciudad fortificada de Carcassonne, a la que no pudo vencer anteriormente ni el mismísimo Carlomagno. Como sucedería con los Templarios, los bienes y posesiones pertenecientes a los Cátaros, fueron confiscados, y sus miembros asesinados uno por uno hasta dejar practicamente extinto este movimiento en 1244. En esta fecha, la ciudadela de Montségur, el último reducto cátaro, vio prender en la hoguera a centenares de líderes y seguidores de esta fe, dejando en cenizas una nueva religión, una nueva filosofía de vida.
Los restos de este pueblo están presentes en lo que se ha venido a llamar País Cátaro, ubicado prácticamente en su totalidad en Occitania, con lugares destacados como Carcassonne, Narbonne, Albi (de ahí que les llamaran Albigenses), Foix, Montségur, en los que aún se respira ese aroma medieval, de caballeros, castillos, puentes levadizos y antorchas en la noche.
Y yo, deseoso de conocer esta zona, me propuse hacer un viaje de fin de semana a esas tierras cátaras, centrándome en la propia Carcassonne, aunque sin olvidarme de seguir parte de las huellas dejadas por «Los Hombres Perfectos».
El viernes 18 de abril volé a Toulouse con Easyjet, donde alquilé un coche para dirigirme sin pausa a la Cité de Carcassonne, a la que dediqué toda la mañana del sábado. Después, dejándome llevar por mapa de carreteras, rendí visita a localidades como Lagrasse, Termes, Villerouge-Termenès o Trèbes. El domingo, para volver a la ciudad rosa de Toulouse, hice un recorrido zigzagueante por la esotérica Rennes-le-Château, los Castillos de Puivert y Montségur, y la villa condal de Foix, a los pies de las montañas pirenaicas.
Y he aquí unas palabras en torno a cada uno de estos sitios descritos por orden de visita, que en su mayoría, recomiendo conocer en un posible viaje al País de los Cátaros.:
CARCASSONNE: Esta es con seguridad la ciudad más célebre y mejor conservada de las existentes en la región, sin ser en absoluto casualidad que desde 1997 fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Por ello La Cité recibe la visita de muchos turistas y viajeros ávidos de penetrar en sus murallas y torreones para sentir el profundo aroma medieval.
Sin duda Carcassonne es uno de los lugares más grandiosos que he podido ver en mi vida. Superó con creces mis expectativas, ya de por sí elevadas y holgadamente alimentadas por las muchas fotografías que había tenido ocasión de observar desde el mismo momento en que escuché hablar por primera vez de ella.
Para los amantes de la Historia Medieval, Carcassonne es el corazón de cientos de hazañas recogidas en viejos documentos que han dado lugar a mil elucubraciones en torno a una época tan fascinante como poco conocida. Se sabe que después de este periodo sufrió el abandono y la dejadez de la población y las autoridades francesas, que propusieron incluso su derribo. Afortunadamente en la segunda mitad del Siglo XIX apareció el arquitecto y arqueólogo Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc para rescatarla del olvido y llevar a cabo una restauración que fue tan criticada por unos sectores como aplaudida por otros. Siguiendo elementos considerados como impropios y saliéndose de la ortodoxia restauracionista, hizo unos añadidos algo atrevidos que provocaron gran controversia. Por ejemplo, los tejados con forma de pico hechos en pizarra en gran parte de las torres de la muralla fueron desechados como incongruentes ya que no es posible encontrar este material en la región. Pero, con total seguridad, dicha obra supuso el renacer de una ciudad majestuosa.
Tres kilómetros de murallas dobles, con numerosas torres de vigilancia, rodean una ciudadela de estrechas callejuelas repletas de restaurantes, tiendas de souvenirs u hoteles de postín. Para mí los exteriores vistos desde la lejanía son probablemente lo que más llame la atención de los viajeros, pero dentro de sus muros destacan lugares como el Castillo de los Condes o la Basílica de Saint-Nazaire decorada con grotescas gárgolas. Para el primero hay que pagar 7,5 euros, incluyéndose una visita guiada por las murallas, mientras que el segundo es gratuito.
Ambas visitas son absolutamente recomendables, que pueden alternarse con pequeños museos de temática medieval. Uno de ellos está destinado a mostrar viejos instrumentos de tortura donde, por supuesto, la Santa Inquisición es parte esencial de sus explicaciones.
El número de turistas que diariamente visitan la ciudad (sobre todo en fines de semana y festivos) es realmente exagerado. Los exteriores de la Puerta Narbona hay un gran surtido de aparcamientos de pago con capacidad para albergar más de mil vehículos. Por ello recomiendo madrugar lo suficiente para evitar las manadas humanas que pueden hacer irrespirable la experiencia. Es lo mejor para estar un tiempo a solas con las calles vacías, los ventanales de madera cerrados y con el firme ruido del calzado sobre el empedrado, sin tener que hacer milagros para caminar.
Carcassonne es volver al tiempo de los valientes caballeros ciñendo sus poderosas espadas y enfundados en blindadas armaduras. Es retornar a las plañideras damas de largos tocados de seda cubriendo sus caras ajadas y desgastadas de esperar al ser amado que nunca volverá.
Es abrazar una causa y ponerse en retaguardia.
Es resistir el duro ataque de lanceros, arqueros y espadachines con el único pretexto de no soltar un manchado estandarte que representa todo lo que más quieres. Es recuperar la fidelidad a unos principios y no olvidar jamás los conceptos de Orgullo y de Honor…
La Cité es capaz de colmar las expectativas más exigentes y de no dejar indiferente al más escéptico de quienes consideran haberlo visto todo. Y un paraíso para el fotógrafo que se encontrará en un escenario tan fotogénico por la mañana como por la noche cuando se activa una iluminación digna de premio. Por eso y por muchas cosas más bien vale un viaje hasta allí…
LAGRASSE: Alejada a poco menos de 30 minutos de Carcassonne, esta villa se ubica a la falda de las montañas de Corbières. Conduciendo por carreteras secundarias que atraviesan tanto prados pintados de flor amarilla o hectáreas de viñedos convenientemente cuidados por los agricultores, se llega a este lugar inscrito con justicia en la lista de «Les plus beaux villages de France» (Los pueblos más bellos de Francia), un distintivo entregado por una Asociación fundada en 1982 que con rigurosos criterios de selección escogen localidades de menos de 2000 habitantes que, además de ser bonitas, cuenten con al menos dos lugares o monumentos protegidos. Es algo así como otorgar las cinco estrellas a un hotel o los tres tenedores a un Restaurante, pero en este caso, los seleccionados son enclaves rurales con un rico patrimonio histórico-artístico, cuyo reconocimiento hace mucho por promover el turismo del lugar, y sobre todo por garantizar su conservación y cuidado.
Lagrasse, bañado por el río Orbieu, es un pueblo con encanto donde los haya. Sus casas de piedra insertadas en estrechísimos callejones cuentan con una historia tan dilatada como poco olvidada. Tal es el caso que incluso es posible observar hoy en día las cicatrices en forma de agujeros de bala de las dos guerras mundiales en las paredes de muchas de las viviendas habitadas.
A un lado del río, aislada y separada del pueblo por un magnífico puente de piedra del Siglo XII (Pont Vieux), se sitúa la Abadía de Sainte Marie de Lagrasse, cuyo origen parece averiguarse en una carta de Carlomagno fechada en el año 778 y conservada actualmente en el Archivo de Carcassonne.
Este Monasterio fue uno de los más importantes en la Europa del medievo a tenor del poder que reunió en la zona. A pesar de que su estado de conservación no es el más idóneo, hay un buen número de salas y capillas que reflejan el esplendor que en su día tuvo. Muy destacable es la sala abovedada del Dormitorio, donde los monjes benedictinos compartían habitación.
El Puente Viejo (Pont Vieux) sirve de nexo con el pueblo en que residen algo más de 600 personas, cuyas fachadas, en ocasiones con entramados de madera, tienen notoria antigüedad. Intacta parece la Plaza Hall, en cuyo mercado cubierto suele haber caballos. O la Iglesia gótica de Saint-Michel, que aparece de imprevisto cuando zigzagueas por las solitarias calles con los gruesos ventanales de madera herméticamente cerrados. No son pocas las tiendas de artesanía y alimentación, que aprovechan el merecido distintivo de Lagrasse de ser uno de los Pueblos más bellos de Francia. Aún así no se espera por ahora un turismo de masas, ni infinidad de coches entorpeciendo el paso. Como es visible en otras localidades aledañas han creado un parking gratuito a las afueras de la villa, junto a una nave industrial.
VILLEROUGE-TERMENÈS: No queda lejos de Lagrasse, llegándose a esta población por la carretera D23, donde hay un sinfín de indicaciones para arribar tanto aquí como a Termes, ambas protagonizadas por disponer de un castillo cátaro. En esta pequeña localidad con viviendas del Siglo XIV se alza el Chateau Villerouge Termenès, en buen estado conservación y con varias alas convertidas en restaurante, con un peso importante en la Historia del Catarismo. Y es que fue aquí donde fue quemado en la hoguera Guillaume Bélibaste, el último «Hombre perfecto» cátaro.
TERMES: La carretera estrecha y panorámica que hay que cruzar para llegar aquí sea desde Lagrasse o desde Villerouge-Termenès es uno de los motivos por los que vale la pena llegar hasta este lugar solitario y apartado. Termes, con poco más de 50 habitantes, tiene en lo alto de una colina las ruinas de un Castillo considerado en la Edad Media como uno de los cinco hijos de Carcassonne. Este importante enclave fortificado fue hasta el Tratado de los Pirineos, uno de los bastiones en la frontera con la Corona de Aragón. Utilizado en las Cruzadas contra los albigenses (cátaros) sufrió numerosos daños debido al lanzamiento de proyectiles en lo que se consideró una guerra de catapultas en ambos bandos. Tuvieron además sus constantes peleas con la Abadía de Lagrasse por la titularidad de unas minas. Pero ni la cruzada ni las disputas fronterizas acabaron con este castillo. Fue el Rey de Francia el que lo mandó dinamitar en el Siglo XVII dejando apenas unos pocos muros en pie. Hoy se puede ascender a pie por un empinado camino que se tarda en cubrir aproximadamente 15 minutos (previo pago en la Oficina de Turismo situada en el inicio del sendero). A pesar de no quedar demasiado del Chateau de Termes, se pueden apreciar unas vistas magníficas de la región desde lo alto de la colina.
TRÈBES: Localidad de paso para tomar la carretera a Lagrasse desde Carcassonne (por la Carretera a Narbona) y donde pasan tanto el Río Aude como el Canal du Midi. El turismo del pueblo se debe, sobre todo, por ser vía de paso del Canal, y tener un precioso paseo arbolado a uno y otro lado del mismo. Una opción perfecta para tomar uno de los barcos de recreo y hacer un pequeño o gran crucero, según se quiera, que puede llegar incluso a la ciudad de Narbonne, una de las puertas al Mar Mediterráneo.
RENNES-LE-CHÂTEAU: En lo alto de una colina vigilando la región prepirenaica del Languedoc se encuentra uno de los lugares preferidos por los investigadores del misterio, el esoterismo, la masonería y de los tesoros de la cristiandad en la época medieval. En muy pocas ocasiones se ha hablado tanto de un pueblo tan pequeño (apenas tiene 100 habitantes). En Rennes-le-Château se han magnificado las Leyendas, las variadas hipótesis, las más o menos oscuras intenciones. Pero razón no falta a quien cree que aquí hay punto con un sinfín de enigmas aún por descifrar.
Y el protagonista de toda esta historia es un misterioso párroco francés llamado Bérenguer Saunière (1852-1917), que cuando fue destinado a esta pequeña villa, no tenía apenas bienes económicos e incluso se veía obligado a pescar y cazar para poder alimentarse. Pero un día su vida, y también la del pueblo aunque nadie fuera consciente, cambió para siempre. Fortuitamente, en medio de las obras de reforma del Altar Mayor, se dio cuenta que uno de los pilares de piedra de la época visigoda estaba hueco por dentro. Según los obreros que allí estaban (porque fue algo que se encargó de ocultar), encontró en su interior cuatro pergaminos bastante antiguos en que al parecer hablaban de algunos pasajes del Evangelio. Desde ese mismo momento, el Padre Saunière cambió radicalmente su actitud y sobre todo su forma de vida, que pasó a ser la de una persona con abundantes medios económicos. Mandó excavar a varios trabajadores, y en cuanto éstos le dijeron que habían topado con algo, les mandó salir de allí inmediatamente. Ante las preguntas de sus convecinos, no había encontrado nada más que unos medallones de escaso valor. Pero los indicios son suficientes para pensar que eso no fue así, que supo de un secreto que terminaría llevándose a la tumba. Tan sólo debió contar toda la verdad a su sirvienta Marie Denarnaud, que se había convertido en algo más que su confidente y su mano derecha, poniendo a su nombre todas sus propiedades. Llevó a cabo numerosos viajes, se codeó con la flor y nata de la sociedad francesa, abrió cuentas bancarias en París, en Toulouse e incluso Budapest, realizó modificaciones y obras en la Iglesia dedicada a María Magdalena decorándola con extraños motivos. Se hizo construir una casona con jardines para recibir con todo lujo a sus invitados y una torre almenada (Torre Magdala) que utilizó como biblioteca. A esta extensión de terreno anexa a la Iglesia le llamó Villa Betania, y cuando le denegaron desde Carcassonne seguir dando misa en el pueblo, hizo caso omiso ofreciendo dichas ceremonias en su finca.
Este extraño personaje se reunió con responsables de Sociedades secretas, prioratos y miembros de la masonería. Se hizo con copias de tres cuadros colgados en el Louvre de temática religiosa, que muchos tratan de identificar como crípticos en lo que a que le llevó a hacerse rico de la nada. Gran controversia y múltiples opiniones generaron los cambios y reformas que llevó a cabo en la Iglesia de la Magdalena. Los investigadores del misterio tienen anotados numerosos detalles, pero posiblemente lo que llame más la atención sea un Demonio Asmodeo (guardián de los secretos) portando un altar religioso, o que en la entrada ponga en latín «Este lugar es terrible».
Cuenta la Leyenda que cuando estaba a punto de morir, un cura se negó a darle la extrema unción cuando supuestamente le relató su secreto. Éste huyó despavorido y atormentado de lo que acababa de escuchar. ¿Qué fue lo que le contó? ¿Había encontrado el tesoro de los cátaros? ¿Es cierto que en Rennes-le-Château estaban escondidos los archivos secretos del Priorato de Sión? ¿Había averiguado algo sobre la posible descendencia de Jesús con María Magdalena y su consecuente dinastía Merovingia?
Muchas son las preguntas que aún nadie es capaz de responder con datos válidos. Mietras tanto es posible recorrer todo el Universo de Saunière en este pueblo con tanto que esconder. Su villa, sus jardines, la enigmática Torre Magdala, la Iglesia de la Magdalena y su sospechosa y críptica decoración…son lugares que atraen la atención de numerosos visitantes que se acercan hasta aquí.
Pasando a una de las muchas librerías esotéricas que hay en esta localidad uno puede hacerse un resumen de todo lo que se ha dicho en todos estos años y meterse en la piel de un investigador o un cazatesoros a los que cualquier detalle pasa de nimio a superlativo.
Y más aún después del paso del Código Da Vinci, que se basa en todo esto. Incluso uno de los personajes principales llevan el apellido del extraño cura, Saunière.
CASTILLO DE PUIVERT: A 60 km al Sur de Carcassonne y a 45 al este de Foix se encuentra en un altozano el Castillo más interesante y completo de los que visité durante el fin de semana por el País Cátaro. A 600 metros de altura se divisa toda la comarca y se aprecian aún lejanas las montañas pirenaicas. La Torre del Homenaje es impresionante, y conserva un buen estado tanto por fuera como por dentro, donde varios salones abovedados se mantienen intactos. Como por ejemplo la Sala de los Músicos, cuyos capiteles están adornados con figuras tocando algún instrumento de la época de los Trovadores y Juglares como la cítara, el laúd, el tambor u otros.
Otro castillo donde la resistencia albigense se hizo notar, aunque no eternamente como pasaría en Montségur, donde prácticamente se acabaría el tiempo de los Hombres Perfectos.
CASTILLO DE MONTSÉGUR: El golpe definitivo que provocó el fin del Catarismo tiene su símbolo en una empinada montaña de 1207 metros (El Pog) visible a muchos kilómetros a la redonda. En las pocas ruinas conservadas aún está latente la resistencia y el drama de los últimos Hombres Perfectos, que después de sufrir un asedio de 10 meses en 1243, tuvieron que rendirse previa tregua de 15 días (momento en que supuestamente escondieron su Tesoro). Los cruzados agruparon a más de doscientas personas para quemarlas vivas en una enorme pira que convirtió en polvo a los considerados como herejes por el Vaticano. El Camp des cremats aún recuerda a las víctimas con un epitafio sentido que reza «A los cátaros, a los mártires del puro amor cristiano…sacrificio actualmente conmemorado por un monumento a los pies de la montaña». El camino hasta la cima del Castillo del Monte Seguro (traducción del nombre occitano Montségur) es casi inaccesible pero más difícil fue soportar una resistencia que terminó ardiendo como una antorcha.
FOIX: La villa principal de uno de los Condados más importantes de la Edad Media hasta que a principios del Siglo XVII fue incorporado a la Corona Francesa. Los Condes de Foix fueron partícipes y co-soberanos en un recién estrenado Principado de Andorra, junto al Obispado de Urgel, con quien hubo siempre desavenencias. El reflejo de su vetusto esplendor y poder se palpa en el Castillo de tres torres que domina la ciudad en una colina de 60 metros de altura.
Foix, con 10000 habitantes, es paso obligado en un trayecto Andorra-Toulouse. Está más cerca del Principado que de la ciudad tolosana (40 kilómetros frente a 80), por lo que cuenta con el espectacular trasfondo de los Pirineos, a los que cuesta eliminar el blanco nevado de sus cumbres. La estampa de la ciudad es digna de enmarcar, y por tanto, digna de visitar en toda ruta Cátara o medieval en la región.
Un conglomerado de casas antiguas, en ocasiones de color, en ocasiones rústicas y de entramados de madera, con un mismo estilo de ventanales que resulta delicioso a la vista. Todas ellas agolpadas en la colina del Chateâu con quien pretenden confundirse si no fuera por las tres torres del mismo que apuntan a un cielo cortado por el frío. Foix es una villa muy clásica pero que ha conseguido adaptarse a los nuevos tiempos sin perder nada de su encanto. Parada indiscutible siempre que sea posible.
TOULOUSE: Probablemente no esté entre las diez ciudades más hermosas de Francia, pero es la escala perfecta para hacer un recorrido por el País Cátaro y alrededores. Su aeropuerto atrae por igual a las Compañías de Bajo Coste como las que no lo son, por lo que es sencillo y económico acercarse a la 4ª metrópoli francesa en lo que a tamaño se refiere. Reconozco que apenas le dediqué un par de horas antes de tomar mi vuelo hasta casa, además tocándome un diluvio en el que por poco aparece el Arca de Noé sobre el coche. Por tanto, tan sólo puedo hablar de lo que vi y recomendar, sobre todo, dos lugares de incuestionable valor:
* Basílica de San Saturnino (Sant Sernin): La Iglesia románica más grande de Francia (y no es Catedral) fue un emplazamiento clave en el Camino de Santiago. Los 109 metros de su inconfundible Torre se aprecian desde muchos de los rincones de la ciudad. Su fachada es mayoritariamente de ladrillo, para armonizar con esa Toulouse donde escasean las construcciones en piedra. En el interior, absolutamente grandioso, la pieza clave es el Baldaquino, que sostiene la Tumba de San Saturnino y la cripta inferior (2 euros por la visita).
* Plaza del Capitolio (Place du Capitole): El inmenso Edificio del Ayuntamiento, se yergue como si fuera un elegante Palacio Real, con el refinamiento y la delicadeza propios del Siglo XVIII. El mármol y el ladrillo parecen conjugar una mezcla entre naranja y rosa, que definiría el colorido estándar de la ciudad de Toulouse. La Place du Capitol es probablemente el corazón de una urbe que no cuenta con demasiados monumentos, pero que busca crecer tanto o más que sus Aeronaves Airbus. Las galerías porticadas de la Plaza cuentan con Restaurantes y Cafés de postín que miran hacia el Palacio Municipal en que ondea la bandera tricolor.
Toulouse, por muchos conocida como la Ciudad rosa, por el tono que le confieren sus edificios de ladrillo, y bañada por el Río Garona, está habitada anualmente por casi 100000 estudiantes, por lo que rezuma juventud por los cuatro costados. Y eso se hace notar tanto de día como de noche.
Probablemente algún día le de otra oportunidad, como haré con total seguridad con el País Cátaro, para retornar una vez más a ese mundo de Castillos, Cruzados y Batallas que mantiene en el aire la bondad y el sacrificio espiritual de los Perfectos, quienes aún siguen dando vueltas con sus almas para erradicar esa materialidad no creada por Dios.
José Miguel Redondo (Sele)
16 Respuestas a “Tras las huellas de los Cátaros”
Sele aquí me tienes de nuevo consultando un blog de los tuyos, esta vez me dirigo hacia tolouse y visitaré muchos lugares de los que hablas en tu relato.
gracias por ponernoslo tan facil
¿Qué tal el alojamiento?
El alojamiento normalito. Típica cadena que se encuentra en toda Francia. La habitación muy sencilla pero muy muy limpia. Es un hotel para tener coche porque está a las afueras. Lo que pasó es que apuré tanto que no encontré nada por esperar y me tuve que ir a ese. Aunque lo dicho, sin coche ni se te ocurra cogerlo en el caso que vayas.
Saludos!!!
Sele
Hombre, eso que Toulouse no es una de las 10 más bonitas de Francia seguro obedece a que en 2 horas pocas cosas habràs visto. Para mí es bellísima…más aún si sabes a donde vas y sobre todo entiendes su história.
Te recomendaria también el castillo de Puylarens..Queribus…y Peyrepertus…entre otros.
Un saludo.
PD. Ahora que nadie nos oye, un secreto entre tu y yo…el único castillo cátaro es MONTSEGUR…el resto aunque compartieron época e história sólo están «añadidos» por razones de marqueting…ya sabes «Ruta dels Cátars» es igual a «money..money».
Buenas Joan,
No digo que no fuera bellísima porque me pareció que tenía unas cosas estupendas. Y cierto que no le dediqué el tiempo necesario puesto que ese viaje estaba más centrado en Carcassone y alrededores. Me quedó un rato tan sólo para estar en ella y ver Sant Serní. Creo que es una ciudad con bastante personalidad, digna de ver más tiempo.
Y la ruta de los Cátaros, siendo marketing o no, me encantó. Moverse por ahí en coche y ver pueblitos como Lagrasse y esos paisajes tan preciosos… A ver si vuelvo para allá pronto!
Un saludo
Sele
Buenas Sele.
Soy un enamorado de Occitánia, de su cultura e história.
Si vuelves a Tolosa de Languedoc (Toulouse) pasea por sus callejuelas que salen del Capitolio, rue Taur…Gambetta..etc… ¿y qué me dices de las mujeres tolosinas?…guapas..elegantes..con clase
Aparte de Saint Sernín..Los Jacobinos donde se encuentran las reliquias de Santo Tomás de Aquino…Saint Cyprien en el otro lado…el Pont neuf…y tantos y tanos rincones fantásticos.
De allí resulta visita obligada la ciudad de Albi (con una carga histórica impresionante) y su catedral de Santa Cecília que no deja indiferente, es colosal.
Y de vuelta para el Sur…toda la comarca del Tarn…cada villa..cada pueblo…atravesar la Montaña Negra (llena de mitos como Hautpoul)..sus lagos…para desembocar en Carcasona..Foix..y todo el Aude…y porque no…desembocar en Puigcerdá (La Cerdanya catalana)..
No me enrollo más…
Un saludo.
Qué buena información nos ofreces Joan!! Se ve que la zona te la tienes muy trillada. Si regreso, que espero hacerlo, da por hecho que recurriré a estas lineas y a tu ayuda si la necesito.
Isaac, lo de Sudamérica caerá, tarde o temprano, pero caerá. A ver si de todas formas empiezan a mejorar esos precios de los billetes…
Un abrazo!
Sele
Hola Joan.
Leyendo el correo que mandas a Sele, intuyo que conoces bien la zona.
Este próximo verano quiero hacer un recorrido por esa zona.
Si me pudieras asesorar un poco te lo agradecería .
¡Cuanto sabés, Sele, vos sos grande! Me quedé admirado de sus comentarios ¿viste?
Ya tengo ganas de que viajés acá, a Sudamérica, para conocer vuestras impresiones sobre este continente tan lindo.
¿Tal ves vendrás el 2011? ¡Os espero con impasiensia!
Qué paradoja empalados por el Papa Inocencio III
Hola Sele.
Yo soy de Barcelona, y los cátaros y su hogar me caen bastante cerca. Como bien ha dicho un compañero Peyrepertusse, Queribus y Puylaurens son espectaculares, merecen una visita. También te recomendaría los pueblecitos de Minerva y Mirepoix, preciosos, y Albi también está muy bien, aparte de ser la cuna de Toulosse-Latrec.
Saludos fiera
Muchas gracias por vuestras informaciones. una pregunta como ya soy mayor y no conduzco me podeis recomendar algun circuito por el pais de los cataros con ciertas garantias.Muchas gracias
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