Un viaje a través de los objetos II
El argentino Ernesto Sabato escribió una vez que vivir consistía en construir futuros recuerdos. En los viajes, al igual que en la vida, cada destino que conocemos, cada persona con la que hablamos y cada historia nueva que aprendemos, nos permite edificar momentos que jamás se irán de nuestra memoria. Pero por si acaso, porque no nos fiamos ni de nuestra propia mente, tratamos de apropiarnos de objetos que nos refresquen nuestras mejores experiencias. Es ahí donde nace la necesidad de traerse cosas de un viaje, para poder vivir de nuevo esos instantes y recordar dónde y cuándo fuimos nosotros mismos.
Hace algún tiempo hicimos en este blog el primer viaje a través de los objetos, con una selección de recuerdos que regresaron conmigo de distintos lugares del mundo. ¿Qué tal si hoy os muestro otros tantos que me siguen inspirando viajes y aventuras?
RECUERDOS QUE HACEN QUE VIVAMOS DOS VECES
A priori si miramos los objetos encontramos muchas veces que son sólo eso, meros objetos. Pero cuando éstos han formado parte de nuestra vida, tanto positiva como negativamente, nos damos cuenta que tienen autonomía propia y nos afectan enseguida a nuestro ánimo. Una radio antigua no es un aparato sin más, sino los sonidos de una o varias familias enmudeciendo ante las noticias que dió o la música que traspasó sus altavoces. Unas fichas de ajedrez son también quien las jugó y manipuló para vencer a su contrincante, y una caja es lo que un día se escondió en su interior y quien la eligió para ello. El aroma, el movimiento y sus secretos los visten de la energía que le otorga el tiempo. Ahí desempeña un papel muy importante el contexto, que no es otro que la suma del lugar y los motivos por los que un día estuvieron allí.
”Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces.” Marco Valerio Marcial (poeta latino)
He recopilado otra selección de trastos que forman parte de un pequeño museo de momentos extraordinarios nacidos en distintos viajes. Su belleza no está en la estética en muchas ocasiones, sino en lo que son capaces de evocar.
Un teléfono de principio del Siglo XX traído de Estados Unidos
Me encantan los teléfonos antiguos. Tengo varios en casa que todavía funcionan, algunos de ellos con manivela que al moverla conectaba con una centralita. En Lacrosse, una ciudad a orillas del río Mississippi perteneciente al Estado de Wisconsin, entramos a uno de esos grandes almacenes repletos de antigüedades que se pueden ver en docuseries últimamente. En realidad Rebeca se enamoró antes que yo de un teléfono de madera que colgaba de la pared. Fue quien me llevó hasta él. Acordamos precio con los dueños y un buen (pero bonito) armatoste de madera con botones y cables nos acompañó durante casi un mes en la mochila. Recuerdo que en los aeropuertos nos miraban como bichos raros y lo revisaban de arriba abajo por si pudiera ser una bomba. Pero, a pesar de las inquisitoriales miradas de los guardias americanos, siempre acabábamos metiéndolo como equipaje de mano. Es un modelo patentado en Connecticut en el año 1905 que se calcula fue construido entre esta fecha y 1910. Una preciosidad…
Un tuk tuk indio de juguete
Traje algunas cosas de la India pero a ninguna le tengo tanto cariño como un pequeño tuk tuk de juguete con el que me hice en Delhi por unas pocas rupias. El vehículo indio por antonomasia, que tanto éxito tiene en muchos países del continente asiático, es una de las formas más interesantes y económicas de penetrar en el caos de ciudades como Delhi, Jaipur, Agra y otras más. Me gustan mucho esas experiencias ruidosas y tambaleantes de los rickshaw, capaces de transmitir el exotismo de lugares extraordinariamente diferente a los que estoy acostumbrado en mi día a día.
Si alguien ha ido a India o a Sri Lanka y no ha escuchado el típico «Sir, Madame… ¿tuk tuk?» acompañado de un cláxon agudo, es que miente y directamente no ha estado.
Juego de sake japonés
Ese alcohol nacido de los granos de arroz está tan presente en la vida de los nipones que se puede decir que es la bebida nacional de Japón. Se toma en cantidades pequeñas porque suele ser un tanto «fuertecito», por lo que los vasos que te ponen no son muy grandes. Dado que el sake acompañó algunas de mis comidas durante el viaje que hice a Japón hace ya varios años, no dudé en traer bien protegido en la mochila un juego con jarra y dos vasitos que están preparados para que alguien sorba esos potentes chupitos de sake.
Mapa francés de Siglo XVIII del Estrecho de Magallanes
Esta es una de las joyas que más ilusión me ha hecho encontrar. En una librería de antiguo de Bogotá especializada en material cartográfico descubrí una lámina con un mapa de 1753 del Estrecho de Magallanes y Tierra del fuego. Elaborado para navegantes por Jacques Nicolas Bellin, un ingeniero de la Marina de la Sociedad Real de Londres, por lo que he sabido debió formar parte de un libro titulado Histoire generale des voyages y que fue publicado en París a mediados del XVIII. Para mí lo especial no sólo está en tener un mapa tan detallado de aquella época sino también en que muchas de sus líneas pude surcarlas en barco durante un viaje de varios días en buque por aguas magallánicas en busca de ballenas jorobadas. Un mapa francés hecho para los ingleses y comprado en Bogotá… Curiosa combinación, ¿no creéis?
Marionetas típicas uzbekas
En Khiva, la ciudad de las mil y una noches, una de las grandes bellezas vivas de la ruta de la seda que se encuentra en Uzbekistán, encontramos una tienda encantadora de marionetas llamada Alí Babá y los 40 ladrones. Apilados pero, con cierto orden, convivían decenas de figuras de pasta de papel esperando quien jugara con ellos. Sus ojos y sonrisas vivaces iban en consonancia con una vestimenta muy alegre, llena de colorido. El papier maché despertaba una tradición artesanal muy típica de distintos países de Asia Central. De aquella tienda, de la que guardamos un buen recuerdo, nos trajimos un par de muñecos. Nuestras marionetas uzbekas viven ahora con nosotros y sus ojos reflejan la sonrisa de quienes les armó con todo el cariño del mundo.
Nuestro rincón mexicano
Me encanta la iconografía colorista y macabra de México. Sus representaciones de la Santa Muerte y los objetos de cerámica que decoran las estancias de muchas casas son una combinación que agrupa parte del folclore de un país apasionante. Nuestra aventura en la península del Yucatán nos hizo amar México por primera vez y no querer despedirnos nunca de él. Así que decidimos que, a partir de distintos recuerdos de cerámica, teníamos que tener un lugar especial que con sólo mirarlo viajásemos a tierras mexicanas. Nos hicimos con distintas piezas a lo largo de los días que pasamos siguiendo la estela maya, y actualmente las tenemos en un pequeño espacio de la casa al que llamamos con orgullo «el rincón mexicano».
Una caja mágica con denominación de origen Sri Lanka
Bajábamos las escaleras que nos habían llevado a las cuevas de Dambulla, un alarde pictórico y escultórico del budismo en Sri Lanka. Sería algo así como la Capilla Sixtina con la imaginería propia del arte budista, aunque mucho más antigua y sin millones de cámaras con rumbo indefinido buscando hacer fotografías furtivas. Aquel es uno de los lugares más sorprendentes y mágicos que se pueden encontrar en el país asiático. Pues justo allí, en unas escaleras en las que jugueteaban varios macacos, alguien me mostró una caja pequeña que me retó a que abriera por mi cuenta. Era una de esas cajas que para abrirlas hay truco y sirven para esconder objetos. Un elefante protagonizaba un trabajado relieve. Por supuesto que no logré abrirla pero quien la poseía me enseñó la forma de hacerlo. Acabé encontrando el secreto y hoy en día ocupa un puesto privilegiado en la mesa del salón y soy yo el que reto a mis invitados a que la abran. El premio… un caramelo de hoja de coca de Bolivia.
Matrioska rusa comprada en un país ex-URSS
Hace un par de años en Estonia, una de las conocidas como Repúblicas Bálticas que fueron parte de la Unión Soviética, en una tienda de trastos viejos de la capital me hice con la más típica de las muñecas rusas, la matrioska. Es esa muñeca casi cilíndrica de madera que esconde en su interior otra muñeca igual pero más pequeña que la anterior. Y, sin duda, uno de los objetos de la iconografía rusa más reconocible en el mundo. Tallinn, ciudad que vivió a órdenes de la URSS hasta su desmoronamiento en 1990, tenía muchas de estas matrioskas en sus escaparates, así como sucede en otros lugares que fueror parte del bloque del este durante la Guerra fría.
La matrioska que compré se encontraba en un local bastante dejado a su suerte que se encontraba en el segundo piso del edificio de la que dicen es la farmacia más antigua del mundo (En la Plaza del Ayuntamiento). Se compone de ocho unidades que tengo esparcidas en una balda del salón.
Tiempo después leyendo sobre estas extrañas muñecas me enteré que su origen no estaba en Rusia sino en Japón, aunque fue en tierras rusas cuando alcanzaron fama y esplendor. Y, sobre todo, contesté a una de las preguntas que se hace mucha gente en torno a las matrioskas. ¿Por dónde empieza el artesano que las elabora, por la pequeña o por la grande? La respuesta es… por la pequeña.
Fichas de ruleta de Las Vegas
Siempre a la vista caen sobre la mesa unas fichas de colores típicas de ruleta de casino en la que el nombre de Las Vegas aparece destacado. En realidad tienen un valor simbólico tanto para Rebeca como para mí, ya que los dos empezamos nuestra relación en la ciudad del pecado. Quizás tener esas fichas nos llevan a recordar una historia que demuestra que no todo lo que sucede en Las Vegas se queda en Las Vegas.
Pipa de Bulgaria
En el Monasterio de Rila, una de las maravillas de Bulgaria que merecidamente está dentro de la lista del Patrimonio de la Humanidad que elabora la UNESCO, nos hicimos con una enorme y preciosa pipa de madera en una tienda de artesanía que había en el interior del monumento. Este tipo de pipas alargadas eran típicas hace muchos años en la península de los Balcanes, guardando ciertos influjos de los otomanos que la ocuparon durante varios siglos. Obviamente la trajimos desmontada porque de lo contrario no nos hubiese cabido en la mochila.
Espero os haya gustado esta segunda lista de recuerdos, los mismos que nos acompañarán mientras vivamos, en nuestra mente y a través de los objetos. También se puede viajar a través de las cosas, aunque para ello no tengamos que subirnos a un avión.
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
* Si os ha gustado este artículo no os perdáis la 1ª parte del viaje a través de los objetos con tesoros como una moneda de un barco hundido o una máscara coreana.
One Reply to “Un viaje a través de los objetos II”
Me encanta la serie porque cada persona se fija y se interesa siempre por objetos muy distintos. Es curioso porque yo no me suelo traer nunca nada de recuerdo,supongo que porque me he estado moviendo mucho y no quiero cargarme de cosas, pero muchas veces me he arrepentido.
Esperaré la tercera parte 😉
Saludos