Guía del viaje a las Bálticas: Estonia, Letonia y Lituania

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Resumen y Guía de un viaje a las Bálticas: Estonia, Letonia y Lituania

En las Repúblicas Bálticas nos encontramos tres pequeños países que formaron parte de la URSS hasta el año 91 y que ahora vuelan solos mirando hacia atrás lo justo y necesario. Pocos pensaron que se fueran a soltar tan rápido de la mano de la potencia que las absorbía y tuviesen un avance semejante para incorporarse de pleno a la Unión Europea. Con muchas ganas, de la mano y, sobre todo, con mucho trabajo, Estonia, Letonia y Lituania se abrieron al mundo orgullosas de su Historia, su cultura, su naturaleza y su gente. Desde ese momento el crecimiento del turismo en los países Bálticos progresó tanto que se convirtió en una de las mejores noticias para los viajeros que poco antes debían recurrir a la burocracia para obtener sus permisos de entrada. Ahora apenas queda rastro de los tiempos grises y se considera normal la absoluta libertad y facilidad de acceder a ciudades maravillosas como Tallinn, Riga o Vilnius (las tres capitales son Patrimonio de la Humanidad), recorrer profundos bosques o el litoral bañado por el Mar Báltico, y conocer pueblos verdaderamente auténticos con los que tocar la tradicionalidad con las yemas de los dedos.

Aprovechando que al regreso del viaje a Uzbekistán hacíamos escala en Riga pude prolongar esta «parada técnica» más tiempo y así realizar una ruta en coche de alquiler que no estaba en absoluto planificada. 2000 kilómetros después me gustaría mostraros en qué consistió dicho viaje de una semana por los Países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), cuáles fueron los lugares que visité, así como algunas claves y consejos prácticos para quien desee vérselas con este trío de Repúblicas tan particulares como fascinantes.

LA RUTA REALIZADA

Un único condicionante, que Riga, la capital de Letonia, iba a ser la base de este viaje, ya que pasaríamos por ella tanto al ir a Uzbekistán como al regresar. Aunque ya había estado años antes, tuve oportunidad de compartir con Rebeca esta bella y animada ciudad, aunque en tan sólo un día ella tuvo que volver a España y, entonces, yo en solitario inicié ese viaje en coche por las Repúblicas Bálticas.

Llevaba contratado por internet el coche de alquiler a recoger/devolver en el Aeropuerto Internacional de Riga. A partir de ahí todo sería improvisar, aunque teniendo en mente algunos de los lugares imprescindibles que no estaba dispuesto a perderme. En decir, tenía muy claro que quería moverme por los tres países: Estonia, Letonia y Lituania, que las capitales eran indiscutibles, sobre todo Tallin, que quería ver algo emblemático ya fuera por Naturaleza o por Historia, de cada una de estas Repúblicas, y que fuera asumible por carretera para un viaje de una semana.

Ni hoteles, salvo en Riga porque partía de allí, ni el orden de una ruta, ni algunos de los lugares que visitaría, formarían parte de una concienzuda planificación. Finalmente llevaría a cabo el recorrido que podéis ver en el siguiente mapa:

Tres ciudades importantes, tres Parques Naturales, castillos, monumentos, carreteras atravesando tranquilos paisajes de campo. Una semana la mar de completa que se puede explicar en todos y cada uno de estos lugares visitados siguiendo el orden de la ruta:

+ RIGA (LETONIA): La capital deLetonia, una de las más enfurecidas combatientes con Moscú en tiempos de su pertenencia a la URSS, es una ciudad con un casco histórico muy definido que se despliega a orillas del Río Daugava y que es posible recorrer en una jornada, dos como máximo (y siempre a pie). No sólo sus edificios, delicadamente reconstruidos después de la II Guerra Mundial, son verdaderas joyas, sino que el ambiente que revolotea en sus calles, estrechas y repletas de color, es el verdadero protagonista.

El verano era una fiesta en Riga, aprovechando las muchas horas de luz que se pueden disfrutar en esas latitudes durante la época estival, y eso se plasmaba en todas y cada una de las calles y plazuelas, siempre rebosantes de encanto…

Música, alegría y curvas en la ciudad más Art Nouveau del norte de Europa, la cual encontré muy mejorada respecto a mi última visita a la misma cinco años atrás. No tiene la fama exacerbada de Tallinn, pero posee una magia especial quizás por inesperada. Eso sí, muy merecida…

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Estuve en ella el día antes de la marcha a Uzbekistán, otro más al regreso, y en la tarde previa para volver a casa.

+ VALLE DEL GAUJA (LETONIA): El Río Gauja se clava como un puñal en un área muy boscosa a 80 kilómetros de Riga para revolver el paisaje y regalarnos todo tipo de atracciones altamente recomendables. Ciertas notas en una guía me hizo apuntar un par de nombres y, a partir de ahí, empecé a tirar del hilo para disfrutar de una mañana increíble entre montañas, carreteras que le hacen a uno disfrutar de la conducción, pueblos fantásticos con mucho carácter que no andan demasiado concurridos, y castillos de Leyenda que te hacen formar parte de ella sin apenas darte cuenta.

La base en el Valle del Aguja es siempre Sigulda. A partir de ahí es fácil y rápido moverse a cualquier parte. No sólo en coche sino también en bicicleta, a pie, en trineo, a caballo e incluso en telesilla. Sigulda es la ciudad principal del Gauja, con su castillo viejo y justo enfrente el nuevo, lugar en el que preparar uno, dos o varios días en la zona.

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Desde Sigulda tuve que cruzar el río para llegar al impresionante castillo de Turaida, con las mejores vistas del valle, y en un entorno deliciosamente bucólico. Poco turismo me encontré en la zona, ya que mucha gente no pasa de la capital y de las zonas costeras, que son las preferidas de los letones en verano.

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Después de Turaida y Sigulda, a unos 25 kilómetros, marché a Cēsis, una villa con casas tradicionales de madera y, sobre todo, con un castillo que se visita con un candil de los antiguos. Fue divertidísimo subir los oscuros torreones con la luz de una vela que temía se me apagara en cualquier momento.

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Simplemente ir con el coche por esos paisajes fue fascinante. Todo un descubrimiento!

+ TALLINN (ESTONIA): No exagero si digo que la capital estonia es una de las ciudades más hermosas no sólo de los países Bálticos, donde es la estrella indiscutible, sino también de toda Europa. Las murallas y torreones abrazan una ciudad medieval bellísima que recibe la brisa del Mar Báltico amén de un número incalculable de turistas que la visitan. Simplemente de cuento… cada calle, cada casa, cada torre.

Más escandinava que báltica, se puede ver bien en un día, que es el tiempo que yo estuve, aunque en dos jornadas uno se hace una perfectísima composición de lugar. Siempre hay cosas que ver, actividades que realizar… y restaurantes que probar. Porque además del Olde Hansa, una taberna auténticamente medieval, hay decenas y decenas de restaurantes y cervecerías con un ambiente increíble y una oferta gastronómica muy destacada.

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Tallinn es un lugar extraordinario, digno de conocer y de palpar todos aquellos rincones deliciosos que te atrapan para no salir de un hechizo eterno. Sé que me marché de Tallinn, pero no hay día en el que no piense en regresar…

+ SOOMAA NATIONAL PARK (ESTONIA): Si me preguntan por el Soomaa Nacional Park apenas 24 horas antes de visitarlo no hubiese podido decir una sola palabra porque no tenía ni la menor idea ni de su existencia. Quería incluir en el itinerario algo de Naturaleza y que no se desviara demasiado de mi camino al sur (ya tenía que plantearme ir llegando a Lituania) y la idea surgió ojeando mapas y libros en la propia Tallinn, e incluso preguntando en la Oficina de Turismo.

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Me encontré a menos de dos horas de la capital estonia un Parque Natural impresionante, con senderos preparados para recorrer los humedales, itinerarios dentro de un bosque habitado por osos, alces, lobos… e incluso castores que se ocupan de crear sus presas en los ríos con los troncos de los árboles que hacen venirse abajo.

Soomaa es un remanso de paz, de Naturaleza salvaje y casi virgen, donde no sólo uno puede realizar todo tipo de actividades (canoas, trekking, observación de fauna, pesca, etc…) sino también disfrutar de uno de los más importantes pulmones de las Repúblicas Bálticas. Adorado por los estonios y desconocido por los turistas… Sin duda, una verdadera joya en la que disfruté de un día realmente genial en la que hice varios recorridos. Además, tiene una oficina de turismo dentro del parque extraordinariamente preparada para poder sacar partido del Parque.

+ LA COLINA DE LAS CRUCES (LITUANIA): Junto a Tallinn era lo que más ganas tenía de visitar en todo el viaje. Hacía mucho tiempo que había oído hablar de una colina en la que aparecían cruces casi de la nada, con objeto de contrarrestar lasP1230063 prohibiciones de Rusia hacia el más católico de los Países Bálticos. Muy cerca de Šiauliai, al norte de Lituania, los habitantes de la zona llenaron de cruces una colina en pleno campo que rápidamente los rusos, sobre todo en la época soviética, se ocupaban de desmantelar. Aunque poco tardaban en volver a clavarse otras nuevas, para desesperación de quienes no querían ver elementos cristianos en la gran potencia comunista. Pero era inevitable que dicho símbolo se fuese haciendo más y más fuerte hasta convertirse en un lugar de carácter sagrado en el que actualmente hay miles de cruces de todo el mundo. La Colina de las cruces (Kryziu Kalnas) es uno de los mayores atractivos turísticos de Lituania. A mí siempre me llamó la atención y es posible que fuera otro de los atractivos para decantarme por este viaje báltico.

Dormí en una cabaña cercana y en cuanto me levanté por la mañana temprano, cuando las nieblas nocturnas acababan de desaparecer, me sumergí en ese mar de cruces infinitas, de notas escritas con lágrimas, para vivir un lugar verdaderamente mágico.

Lo que desde lejos parecía no ser tan grande se convirtió en algo inmenso, inabarcable, con una atmósfera ciertamente inquietante. Como si todas aquellas cruces se hubiesen amontonado por sí mismas en una solitaria colina.

+ KLAIPĖDA (LITUANIA): Cuántas veces hemos oído eso de «No eres tú, soy yo» con noviazgos que se rompen o cuando se le dan calabazas a otra persona. En el caso de este viaje tengo que decir que Klaipėda es esa pareja que nunca querría para mí. Por mi culpa, por la de ella… o por la de las dos. Simplemente no hubo feeling con la ciudad portuaria más importante de Lituania convirtiéndose pues en «esa decepción» que aparece en todo viaje.

Con claras reminiscencias de su pasado alemán (de hecho fue fundada por la Orden de Caballeros Teutones) que se puede observar en algunas casas con entramados de madera que conserva, tiene más de puerto ruso-siberiano que de lo que las guías alaban como una ciudad fascinante. Tuve que buscar esas casas como una aguja en un pajar… el resto me pareció una ciudad industrial algo insípida y escasamente interesante. Mucha culpa es de los bombardeos sufridos en la II Guerra Mundial y en ese afán soviético por la arquitectura brutalista u horrenda que te hace sentir en un polígono industrial de los años sesenta.

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La utilicé como enlace para pasar a la Península de Curlandia tomando un ferry en el Puerto nuevo de la ciudad. Terminé pasando allí una noche en la buhardilla de una casa de las afueras perteneciente a un ex-mandatario lituano en tiempos de la URSS….

+ PENÍNSULA DE CURLANDIA Ó ITSMO DE CURONIA (LITUANIA): Entre Klaipėda y el Oblast de Kaliningrado (perteneciente a la Federación de Rusia) surge una larga y estrecha lengua de arena (98×4 km) que protege a la Laguna Curonia de las acometidas del Mar Báltico. Este fenómeno natural exhibe de norte a sur un paisaje que entremezcla bosque, playa y dunas gigantescas (unas en movimiento y otras ya muertas) que fascina a los lituanos convirtiéndolo en su refugio preferido para las vacaciones.

Tiene varios pueblos de pescadores donde disfrutar de la tranquilidad del lago y comerse un buen pescado. El principal es Nida, en el sur y muy cerca de Kaliningrado, que queda al abrigo de la gran duna Parnidis y que atrae a la mayoría de turistas.

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Me pareció impresionante que estuviera preparado de arriba a abajo para los circuitos en bicicleta. Es un lugar que tiene de todo, y bueno. Playas kilométricas, árboles por doquier y unas dunas que hacen que Curlandia, también llamado Curonia, fuera declarado como Patrimonio de la Humanidad, galardón que comparte con esa extensión rusa a orillas del Báltico llamada Kaliningrado.

+ TRAKAI, LAGO Y CASTILLO (LITUANIA): Ir al Lago Trakai y quedarme embelesado por su castillo fue otra de las cosas que más me merecieron la pena. El que fuera centro histórico del Gran Ducado de Lituania, comandado por Vitautas (un héroe nacional que aparece hasta en la bandera), es uno de los lugares más bellos del país. El alma legendaria lituana se refleja en el lago como si fuera un espejo.

Alrededor aparece un pueblo encantador de tradición caraíta (turcos venidos de Ucrania en la Edad Media para ser la Guardia de Vitautas y que practican una especie de judaísmo) en el que pasear junto a las casas de colores se convierte en algo obligado.

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Ideal para una excursión de medio día desde Vilnius, puesto que está a media hora de allí. A mí me sirvió de previa a la capital lituana, ya que conducía desde Klaipeda por la Autopista del Báltico y me venía que ni pintado. Otro highlight del viaje. Indiscutible y recomendado al 100%.

Leer artículo «El castillo de Trakai, joya medieval de Lituania»

+ VILNIUS (LITUANIA): En castellano Vilna. Sea como fuere es una ciudad que se deja querer. Quizás porque no se lleve la gloria de sus hermanas Riga o Tallinn y por no aparecer en demasiados catálogos ni reportajes de viajes. Aunque eso siempre agranda ese «factor sorpresa» tan importante en cualquier viaje. Ese «factor» fue como un chorro de aire fresco en los coletazos de mi aventura báltica. Me encontré una ciudad barroca en plena renovación, con un ambiente fabuloso y con las iglesias más bonitas de los Países Bálticos.

Pero cuando parece que el barroquismo está presente en todos sus edificios religiosos (Lituania es la reserva espiritual a uno y otro lado del Báltico) nos sorprende una vez más con una Catedral neoclásica que simula un templo griego…

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La recorrí a pie durante un día y medio, aprovechando además las muchas horas de Sol que había en pleno mes de julio. Desde la Puerta del Amanecer a la Catedral, pasando por la emblemática Pilies Gatvé (la calle peatonal más concurrida) hasta la apartada prisión de la KGB conservada para recordar siempre el horror, la impresión que me quedó de Vilnius fue sencillamente inmejorable.

Faltaba un mes para el Eurobasket 2011 de Lituania  y toda la ciudad ya estaba volcada con su Selección Nacional. Impresionante la pasión por el baloncesto que hay en este país. Es casi casi una religión.

EL ALOJAMIENTO DURANTE EL VIAJE A LOS PAÍSES BÁLTICOS

Si la ruta no estaba definida ni en destinos concretos ni mucho menos en el orden de las visitas, se entiende que no tuviese apenas nada cerrado en cuanto a lo que alojamiento se refiere. Salvo una excepción, la del hostel de Riga, puesto que sabía que era allí donde comenzaría mi recorrido por las Repúblicas Bálticas. Durante la noche previa al viaje a Uzbekistán dormimos en dicho hostel, por lo que al regreso hicimos lo mismo, aprovechando que nos había gustado.

La historia empezó a cambiar cuando me quedé yo solo e inicié la aventura báltica con un vehículo de alquiler. Fui escogiendo los hoteles in situ, decantándome por alguno en concreto en función del precio y de que la habitación tuviera unos mínimos. Reconozco en este caso, que no en otros viajes, quizás me hubiese venido bien haber hecho las reservas de antemano utilizando cualquiera de las muchas webs que hay en internet, ya que me enfrentaba a la temporada alta. Pero aún así la cosa no se me dio nada mal. Tenía la ventaja, además, de contar con coche, por lo que no necesitaba estar céntrico y podía decantarme con alojamientos que en ningún modo pudiera haber escogido de forma previa.

Quiero decir con esto, que si se tiene medianamente clara una ruta, no está de más llevar algo reservado. Pero que aún siendo verano no tuve problema alguno para encontrar las habitaciones donde dormí a precios razonables a medias. Salvo una excepción, Klaipeda, en Lituania, que me la encontré en pleno festival y sin plazas hoteleras disponibles (cuestión que traté de solventar lo mejor posible).

Sobre los precios, no son lo bajos que uno se cree que puede haber en las Repúblicas Bálticas. Se nota que ha habido un aumento de turistas en los últimos años (y que el euro ha llegado a Estonia), lo que ha hecho subir la oferta hotelera y, por lo tanto, los costes. Aún así está adecuado a todos los gustos y presupuestos, sobre todo en las ciudades. Aunque las zonas rurales no estaban tan mal surtidas como se puede pensar.

Se puede pagar en euros en prácticamente todos los hoteles de los tres países (en Estonia es moneda oficial desde 2011) y no se ponen impedimento alguno al pago con tarjeta de crédito.

No me extiendo más y os muestro a continuación los lugares en los que estuve alojado durante mi viaje a las Repúblicas Bálticas:

+ Riga, Letonia: Central Hostel (10 y 24 de julio), 20 lats la doble por noche con baño compartido sin desayuno incl. (12€/pers/noche). Uno de los mejores hostels a los que he ido en los últimos años. Lo tiene todo: Céntrico (a 10 minutosP1210650 caminando del casco histórico), tranquilo (está en una calle no demasiado concurrida), limpio, fenomenal ambiente y, sobre todo, con una oferta importante de habitaciones a muy buenos precios. Nosotros probamos dos dobles, ya que estuvimos un par de noches, y nos sentimos realmente cómodos. No puedo dejar de destacar la amabilidad y simpatía del personal, con una sonrisa casi perrenne y su disponibilidad en ayudar en lo que el cliente necesite (organizan rutas tanto en Letonia como en Estonia o Lituania). Wi-fi y parkings disponibles y, lo mejor de todo, gratuitos. Fue un gran acierto. Nos salvó esta vez haber reservado con antelación puesto que los fines de semana suele quedarse sin una sola cama. Muy recomendable para toda clase de viajeros.

Primo Hotel (30 de julio), 30€ la la habitación individual por noche con baño privado sin desayuno incl. El día antes de regresar a Riga para pasar la última noche del viaje me di cuenta que no había dicho en el Central Hostel que me reservaran una habitación. Eso me hizo buscar por internet con una antelación de menos de 24 h una sitio para dormir. No quedaban demasiadas cosas que estuvieran bien y, ya que sólo quería ir a descansar, no me hacía falta que estuviera tan céntrico como el «Central». Escogí el «Primo Hotel», donde me dieron una buena habitación pero que no me entusiasmó precisamente en la atención al cliente. Vendían en su página que tenían wi-fi gratis, pero éste sólo alcanzaba el lobby de recepción, así que me dieron un cable para conectar el netbook a la red. El parking era gratuito y su proximidad (en coche) con el aeropuerto eran suficientes motivos para no preocuparme demasiado por el hotel. En cuanto a situación, no lo recomiendo a no ser que se vaya de paso y no se tenga intención de visitar la ciudad. Está al «otro lado del Nemunas» y no tiene nada alrededor. No encontré ni un sitio para cenar tranquilamente. Aquella noche me salvó el supermercado…

+ Tallinn, Estonia: Economy Hotel (25 y 26 de julio), 30€ la habitación individual con baño privado sin desayuno incl. En la capital estonia, principal foco turístico tanto del país como de las Repúblicas Bálticas, la oferta hotelera es muy amplia aunque se P1220718suele quedar pequeña cuando llega el verano. Pero aún así no tuve problema en encontrar un hotelito pequeño justo al lado de la Estación Central de trenes en el que me ofertaron una habitación individual por 30 euros, después de regatear, ya que me pidieron en principio 40€. El cuarto era diminuto, muy sencillo, pero bastante limpio y acogedor. Además a un paso de la ciudad vieja, lo justo para cruzar la calle por un paso subterráneo y entrar por los jardines de Toompea. En menos de siete minutos podía pasar de estar en la cama a asomarme en el mirador Patkuli y disfrutar de sus espectaculares vistas. Podía haber escogido algo más céntrico, pero no hubiese tenido donde dejar el coche. En el Economy Hotel tenía parking gratuito y me venía mejor pasa salir y entrar con él. Disponía de wi-fi gratis (este país es el Rey del Wi-fi…), aunque en las plantas superiores le costaba alcanzar la señal.

+ Colina de las cruces, a 10 km de Šiauliai, Lituania: Sodyba Girelė (27 de julio), 20€ la habitación doble (con ocupación individual) con baño privado sin desayuno incl. Casi cuando estaba a punto de tomar la desviación a la Colina de las Cruces desde Šiauliai encontré un grupo de cabañas (ver localización en mapa) y me detuve con el coche enfrente de una de ellas. Enseguida apareció una mujer que me ofreció una habitación en una de ellas. Como no tenía moneda lituana (litas) con lo que negociar, hablamos en euros y acordamos tras un breve regateo que 20€ era lo justo. Siendo casi de noche y estando realmente agotado de una jornada intensa de veras, ni me lo pensé. Además tenía a escasos minutos la colina de las cruces para verla a primera día de la mañana. El lugar era perfecto, tranquilísimo, con un bosque y un río justo detrás. Un auténtico remanso de paz en el que dormir profundo antes de visitar uno de los highlights del viaje. Era ese tipo de sitios que se encuentran casi por casualidad…

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+ Klaipeda, Lituania: Casa de particulares (28 de julio), 110 litas por una habitación en una buhardilla con baño privado sin desayuno incl. (aprox 30€). Un día extraño y una noche esperpéntica en la que me encontré absolutamente todo reservado y sin disponibilidad de habitaciones en todos los hoteles en que pregunté. Ni siquiera en los más grandes tenían un solo hueco. Al parecerP1230122 la razón estaba en que se celebraba un importante Festival en el que se había volcado medio país. Y no era algo de simplemente de palabra, ya que en internet no aparecía que hubiese nada disponible para esa noche por un precio mínimamente decente. Y «me dieron las diez y las once…», y en la bizarra Klaipeda no había sitio para mí. Hasta que en uno de los hoteles en que pregunté una recepcionista se puso en contacto con una mujer que alquilaba una habitación en su casa y que pedía en torno a los 30 euros. Acepté y ésta vino a buscarme en un taxi el cual tuve que seguir con mi coche durante diez minutos hasta llegar a una zona residencial de chalets. La casa era como un museo, contando incluso con una armadura en el salón. Tenían acondicionado un cuarto enorme en la buhardilla para recibir invitados. Y allí me quedé. Lo más gracioso fue cuando apareció el padre de familia, el mismo que aparecía en un montón de fotos colgadas en el pasillo referentes a su extraño pasado como jerifalte soviético en la Lituania que formó parte de la URSS. ¡Qué cosas!

+ Vilnius, Lituania: Comfort Hotel (29 de julio), 120 litas por una habitación doble (para ocupación individual) con baño privado con desayuno inc. (aprox 35€). Situado a no más de diez minutos desde «la Puerta del amanecer», ideal para comenzar una ruta por el casco histórico de la ciudad, este hotel es perfecto para pasar uno o dos días. Habitaciones amplias y limpias, con wi-fi y parking gratuito y con un muy buen buffet para el desayuno. Después de preguntar en otros, inferiores a mi juicio en razón calidad/precio, me pareció un lugar excelente. El único pero lo pongo a que se encuentra en una calle que no tiene muy buena pinta, sobre todo por la noche.

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TOTAL GASTO ALOJAMIENTO POR PERSONA EN HABITACIÓN INDIVIDUAL (8 días): 200€ aproximadamente

LAS BÁLTICAS EN COCHE

En otras guías de viaje elaboradas anteriormente (Uzbekistán, Sri Lanka, Indonesia, Camboya, Tierra Santa, Sur de África, etc…) he hablado de los medios de transporte utilizados. La que estáis leyendo en estos momentos es algo particular por ese lado, ya que el de las Repúblicas Bálticas fue un viaje hecho por completo en coche de alquiler. No puedo ofrecer mi experiencia en trenes o buses en Estonia, Letonia o Lituania, pero sí dar algunas píldoras de lo que supuso y supone recorrer estos países en un vehículo de cuatro ruedas.

En primer lugar diré que después de buscar mucho y contrastar precios en la página de cabecera que utilizo para alquilar coche de forma online, me decanté por  un Wolkswagen Polo (Manual y Gasolina) para 8 días por un total de 220€ (media 27´5€/día), con seguro a terceros y con franquicia de 450€ (En caso de golpe el seguro paga lo que supere esa cifra. Sin dicha franquicia salía bastante más caro).

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La del coche es una opción muy buena para salirse de las rutas convencionales de vez en cuando, detenerse a hacer fotos o a grabar en vídeo cuando uno desee, poder buscar alojamiento en zonas rurales o incluso contrastar varios de ellos en ciudades más grandes. Si hubiéramos hecho este viaje dos personas (como estaba planteado en origen), el coste hubiese sido de 110€ cada uno. En el caso de tres 73€, en el de cuatro 55€, y en el de cinco tan sólo 44€. Creo que puede compensar elegir coche de alquiler frente a otros medios de transporte.

Si queréis ver cómo están en estos momentos el precio de los coches a alquilar en Riga o en cualquier ciudad importante de las Repúblicas Bálticas, podéis echarle un ojo a este cajón de búsqueda y así comparar y comprobar distintas opciones. Por este medio suele haber normalmente unos descuentos de aproximadamente el 15%:

LAS CARRETERAS EN LOS PAÍSES BÁLTICOS

Las carreteras en estos tres países son bastante aceptables, aunque escasean de autopistas o autovías, siendo muy mayoritarias las vías de doble sentido aunque en un excelente estado. Lituania tiene más kilómetros de autopistas, después le sigue Estonia y Letonia, aunque yendo a la par estas últimas.

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Un punto positivo para viajar en coche por las Repúblicas Bálticas es que las distancias no son demasiado grandes. Hay que pensar que si juntamos los tres países en uno solo tendría aproximadamente la mitad de tamaño de España, por poner un ejemplo. Eso permite hacer una ruta completa de forma escalonada sin necesidad de pasar demasiadas horas en el coche.

A continuación os muestro una relación aproximada de kilómetros entre los lugares visitados:

+ Riga – Sigulda: 53 km.

+ Sigulda – Turaida: 5 km.

+ Sigulda – Cesis: 25 km.

+ CesisTallin: 295 km.

+ Riga – Tallin: 310 km.

+ Tallin – Soomaa Ntl Park: 140 km.

+ Soomaa Ntl Park – Colina de las cruces: 330 km.

+ TallinColina de las cruces: 438 km.

+ Riga – Colina de las cruces: 130 km.

+ Colina de las cruces – Vilnius: 213 km.

+ Colina de las cruces – Klaipeda: 174 km.

+ Klaipeda – Nida (Curonia): 55 km.

+ Klaipeda – Castillo de Trakai: 291 km.

+ Klaipeda – Vilnius: 311 km.

+ Castillo de Trakai – Vilnius: 20 km.

+ Vilnius – Riga: 392 km.

+ Vilnius – Tallin: 602 km.

Un viaje del norte de Estonia al sur de Lituania no supera los 650 kilómetros, por lo que ahí se maneja una distancia que puede ser máxima. Todo lo demás es intermedio y, sobre todo, asequible.

A pesar de contar con carreteras de doble sentido muy por encima de autopistas o autovías, éstas no tienen demasiado tráfico. Y cuentan con un estado bastante bueno del asfalto. Quizás lo mejor son los paisajes y escenas que quedan a un lado y al otro, que es lo que hace de los viajes en carretera algo especial.

Sobre las gasolineras: Son abundantes y tienden a aceptar tarjetas de crédito extranjeras, aunque en un caso en Estonia (y yendo además en reserva) me topé con una de autoservicio que sólo aceptaba un tipo de tarjetas locales y que no admitía euros (sí la antigua moneda estonia) porque no debía estar adaptada.

CUIDADO CON LAS MULTAS !!

Raro es poder conducir legalmente a 120 km/h y además hay bastantes radares fijos, aunque convenientemente señalizados. Yendo atentos a las indicaciones de “rádar” que hay en la carretera, es complicado caer en alguno, porque cuando lo avisan viene uno en pocos segundos. Otra cuestión es que en las carreteras secundarias dentro de los municipios no se puede ir a más de 50 km/h y la policía suele tener los coches escondidos grabando con sus cámaras el paso de los vehículos y recogiendo la velocidad a la que marchan.

Os voy a contar algo que me sucedió en este viaje. Dos veces, en Letonia, y cerca de la frontera con Lituania, aunque en localidades diferentes, me hizo parar la policía alegando que circulaba a más velocidad de la permitida. En ambas el procedimiento fue el P1220936mismo, saliendo un policía rápidamente de su coche aparcado cerca de unos arbustos y explicándome en inglés que había cometido una grave infracción y que debía pagar un porrón de lats. Mi estrategia fue hacerme el despistado, hablar muy tranquilo con el policía en cuestión, sin mostrar miedo alguno y decir que no tenía dinero, que era mi último día de viaje y no llevaba nada encima. Le sugerí que lo que debía hacer era mandar la multa a la compañía de alquiler y que yo la pagaría por transferencia desde España. En ambos casos declinaron dicha posibilidad e incluso me pidieron que lo sacara del banco, cosa a la que me negué. En el fondo sabía que lo que querían era dinero, y no hacer las cosas legalmente. Pero tampoco tenía prisa por irme, por lo que aguanté lo que pude. Me hicieron preguntas sobre qué había venido a hacer a Letonia, que dónde iba… y por último cuánto dinero podía pagarles. Estaba claro, venían buscando el dinero de una multa para llevarse a casa y con la que complementar sus míseros sueldos.

Dieron en hueso duro, no estaba dispuesto a pagar a no ser que la cosa se pusiera seria. Y no se puso en ningún caso, aunque en un momento me dijeron que me metiera en el coche policial, algo a lo que no estuve dispuesto en ningún momento. Me pidieron documentación, siguieron haciendo preguntas y tanteando si podía llegar a 50 euros, 40, 30, 20… 10, y yo les decía lo mismo “Si os pago esto voy a tener que dormir en la calle”.

Finalmente se despidieron de mí con un “Conduzca con cuidado” y sin un solo euro mío en sus bolsillos. Reconozco que, sobre todo una de las veces en que era casi de noche y estaba en una zona muy despoblada, tuve cierta inquietud. Aunque nunca la mostré porque cuando saben que tienes miedo… “te crujen”.

Ese es mi consejo: Si la multa es legal la harán llegar a la compañía de alquiler y no querrán regatear contigo. Lo mejor es hablar las cosas con mucha calma y decir que no tienes dinero y estás yendo al aeropuerto para poner fin al viaje. Nada de nervios y siempre con una sonrisa que les demuestre que eres una persona educada que no ha hecho nada malo.

CURIOSIDADES

+ En Estonia la práctica totalidad de las gasolineras, por muy retiradas que estén, cuentan con wi-fi gratuito y abierto. Incluso llegué a estar en vías de servicio donde pude conectarme a internet.

+ En ambos lados de la carretera hay señales que advierten de la presencia de alces por la zona, los cuales pueden cruzar y ser, por tanto, un peligro.

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+ La mejor carretera de las Repúblicas Bálticas se halla en Lituania y es la que une el Mar Báltico (Klaipeda) con la capital lituana (Vilnius). Una super-autopista de más de 300 kilómetros.

+ No existen los peajes en los Países Bálticos. Un alivio para el bolsillo…

LA CASA DE CAMBIO: MONEDA UTILIZADA EN ESTONIA, LETONIA Y LITUANIA

Tres países con sus tres monedas. Hay que acostumbrarse a cambiar de divisa cuando se cruza cada una de sus fronteras. Y hacer los clásicos cálculos mentales (y los más despistados con calculadora) para conocer el precio que nos están dando. Pero, afortunadamente no en todos los casos. Vamos allá:

ESTONIA: Aquí funcionan con euros desde el 1 de enero de 2011 por lo que aquí no tuve que hacer nada. Simplemente usar la moneda corriente que tenemos en España y en casi toda Europa desde hace ya diez largos años. En su primer verano de euro aún estaban haciéndose a ellos y viví escenas que me hicieron recordar cómo fueron las primeras semanas que las estrenamos en España. Los típicos viejecitos dando a los dependientes y dependientas ese dinero que no sabían ni cuánto era para que ellos se lo contaran. Y esos billetes de cinco euros aún limpios y sin arrugas…

Ningún problema a pagar las cosas con tarjeta de crédito o sacar dinero del cajero. Incluso si se lleva otra moneda distinta al euro uno puede utilizar las decenas de casas de cambio que hay, por ejemplo, en Tallinn.

LETONIA: En el momento del viaje la moneda letona era el Lat. Actualmente desde el 1 de enero de 2014 Letonia está dentro de la eurozona por lo que su moneda es el euro.

Al igual que en Estonia (y en Lituania) el uso de las tarjetas de crédito y la posibilidad de obtener dinero de los cajeros es corrientísima.

LITUANIA: En este país los precios se miden en Litas. En el momento de viajar a Lituania un lita equivalía a 0´28 € y un euro eran 3´45 litas (Ver cotización actual). Aquí los euros los aceptan en bastantes sitios (sobre todo en hoteles y puestos callejeros) pero quizás no con tanta facilidad como en Letonia, por lo que sí conviene llevar litas. Igualmente hay menos casas de cambio (en Vilna son algo más sencillas de encontrar que en otras ciudades donde o hay pocas o no existen), pero sí cajeros donde sacar dinero con total normalidad.

El uso de tarjetas de crédito es corriente. Nada que objetar respecto a los otros dos países.

DOCUMENTACIÓN NECESARIA PARA VIAJAR A LOS PAÍSES BÁLTICOS (APLICABLE A CIUDADANOS DE LA UE)

Passport control

Estonia, Letonia y Lituania son miembros de la Unión Europea desde el 1 de enero de 2004, por lo que basta con llevar el Documento Nacional de Identidad para viajar y moverse por los mismos. Es una gozada encontrarse puestos fronterizos fantasma totalmente vacíos. No hace tanto tiempo se formaban unas colas kilométricas, sobre todo para los camiones, en cada una de ellas. En tiempos de la URSS hacían falta visados, permisos, seguros y estupideces varias que todavía sobreviven en Rusia y otros países que estuvieron en la órbita soviética. Afortunadamente en las Repúblicas Bálticas toda esa » zafia burocracia ahuyentaturistas» desapareció.

Son fronteras de plastilina que se apolillan en silencio. Ni militares, ni policía, ni funcionarios que revisan tu pasaporte como si fueses un terrorista manifiesto. Como debe ser…

Viaja seguro…y con seguro

Cuando viajamos al extranjero nos conviene estar protegidos contra todo lo que nos pueda pasar. Aunque estemos viajando por Europa no está de más llevar una buena póliza que nos cubra en el destino, en este caso las Repúblicas Bálticas, ante posibles accidentes, enfermedades o contratiempos (robos, pérdida de equipaje,etc..) que puedan suponernos un sobrecoste a posteriori. En mi caso para viajar siempre utilizo el Seguro de viajes de IATI porque me parece que cuenta con una cobertura superior a la media, te adelantan el dinero si sucede algún problema y ofrecen un trato personalizado e inmediato en tu idioma. Los lectores de este blog pueden contratar el Seguro de viajes de IATI que mejor se adecué a lo que están buscando con un 5% de descuento (que se aplica de forma directa entrando por este enlace).

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LOS + Y LOS – DEL VIAJE A LOS PAÍSES BÁLTICOS

En un viaje se viven momentos grandiosos junto a otros menos afortunados. Esas cosas mejores y peores son opinables e inherentes a la experiencia que uno haya vivido. En el caso del viaje a las Repúblicas Bálticas he seleccionado algunas a destacar.

LO + DEL VIAJE

Tallinn es una de las ciudades más hermosas que hay en Europa. La visité con pura fascinación.

– Ir en los meses de verano a las Repúblicas Bálticas, al estar tan al norte de Europa, garantiza muchísimas horas de luz. Anochecía tardísimo (y no completamente) y amanecía muchas horas antes de levantarme de la cama. El tiempo así cunde muchísimo más en un viaje.

– El castillo de Trakai (Lituania) reflejado en las aguas de un lago me pareció algo digno de ver.

Internet en Estonia es de otra galaxia. Hay wi-fi en todas partes (abierto y gratuito)

– La ciudad de Riga es elegante y acogedora a más no poder. Me encantaba escuchar la música que salía de sus calles y plazas más céntricas.

– Vivir una experiencia de Naturaleza en el Parque Natural Soomaa de Estonia. Es un lugar al que volveré para dedicar más tiempo.

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– Los puestos fronterizos de los tres países están vacíos y, principalmente, abiertos. Me encanta!

Subir con un candil el castillo de Cēsis.

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– Las kibinas, empanadas típicas de la cocina caraíta (en Trakai, Lituania), me supieron a gloria.

– Vilnius fue una sorpresa de las buenas.

– Los paisajes campestres de Estonia, Letonia y Lituania.

– Encontrarme en Tallinn con Fran Soler (de Myguiadeviajes) y su colega napolitano Fabio. Fue un placer pasarnos las horas charlando.

– Vivir en solitario la experiencia de caminar por la misteriosa Colina de las cruces de Lituania.

LO – DE VIAJE

– Klaipeda (Lituania) me pareció decepcionante y prescindible en la ruta, salvo que se use de enlace a la Península de Curlandia.

– El alojamiento en las Repúblicas Bálticas no fue, ni mucho menos, tan económico como me había pensado.

– Que hubiese un 100% de ocupación hotelera en la Península de Curlandia. En verano los lituanos huyen hasta allí y se encuentra repleto de gente.

– Un par de encontronazos con la policía letona para multarme sin razón, aunque por fortuna solventé la papeleta sin dejarme un euro.

– Que Rebeca no pudiera hacer este viaje a las Bálticas conmigo. Me apenó mucho la despedida en el aeropuerto después de haberlo pasado tan bien en Uzbekistán.

– En Lituania (tanto en ciudades como en el campo) había una ingente cantidad de avispas, moscas y otros molestos insectos.

ARTÍCULOS/RELATOS DE ESTONIA, LETONIA Y LITUANIA

Todos aquellos escritos publicados en www.elrincondesele.com que tengan que ver con los Países Bálticos los iré incluyendo a continuación:

Estonia 2.0: Un país con wi-fi en el bosque

Visita al castillo de Cēsis sosteniendo un viejo farol

La Colina de las Cruces de Lituania: Resistir es vencer

Diez lugares que no quise perderme en Tallinn

El castillo de Trakai, joya medieval de Lituania

VÍDEOS GRABADOS EN ESTONIA, LETONIA Y LITUANIA

Podéis ver los vídeos grabados en el viaje a Uzbekistán a medida que los vaya colgando en el canal Youtube del Rincón de Sele:


En lo alto del castillo de Cesis (Letonia)


En el interior del castillo letón de Cēsis con la única luz de un farol


Caminando por la Colina de las cruces 1


Caminando por la colina de las cruces 2

Esta recopilación de información y consejos prácticos tomada a través de la experiencia de mi viaje a las Repúblicas Bálticas espero sea para muchos un empujoncito antes sus aventuras futuras en estos países que tienen todavía mucho que dar. Igualmente me gustaría fueran un recuerdo para quienes hemos transitado aquellas latitudes tan septentrionales para sorprendernos de su encanto y, sobre todo, de su naturalidad.

Estonia, Letonia y Lituania no son los países más conocidos de Europa, pero para mí están entre los más auténticos…

Sele

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