Escapada de relax en el Balneario de Olmedo - El rincón de Sele

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Escapada de relax en el Balneario de Olmedo

Hay veces en las que para viajar no hace falta ni siquiera salir del hotel. Existen rutas a través de los cinco sentidos en las que que la ciudad a visitar lleva tu nombre, el monumento en cuestión se llama relax y no importa si es invierno o verano porque allí dentro lo único para lo que sirve la temperatura es para medir el agua en el que te vas a poner a remojo. No son necesarios móviles, cámaras, ordenadores ni nada que nos separe de una desconexión total con el mundo terrenal. Estoy hablando de regalarse una escapada de relax en un balneario, pongamos que este caso es el emblemático Balneario de Olmedo, situado en el corazón de la Tierra de Pinares de la provincia de Valladolid. Eso precisamente hicimos hace muy poco, regalarnos un fin de semana de albornoz y zapatillas, olvidarnos del frío del invierno, acurrucarnos entre cascadas de agua caliente, buscar chorros que nos masajearan los pies y tomarnos un delicioso té entre baño y baño sin entender para qué demonios sirve esa cosa molesta llamada reloj.

Sala de descanso del patio mudéjar (zona de contrastes) del Balneario de Olmedo (Valladolid)

Vivir una escapada de relax en el Balneario de Olmedo en pareja, en familia, con amigos o incluso solo es una de las mejores propuestas para los aficionados a al maravilloso mundo de las aguas termales. En esa llanura castellana de inviernos tapizados de niebla y escarcha, dentro de un antiguo convento mudéjar del siglo XII, comprendimos a a perfección el mensaje de que el turismo termal es simple y llanamente un viaje al interior de uno mismo. 

Los balnearios, un modo de hacer turismo que nunca ha pasado de moda

Hoy en la sección ¡Cómo vives! el tema elegido es de libro. Lo de los balnearios es algo que no se ha pasado de moda nunca desde hace ya varios miles de años. Ya los romanos hacían de sus termas un letargo momentáneo obligado y gustoso. Entre frío y calor se han templado civilizaciones y culturas de nuestro mundo, desde Cartago hasta el último rincón de Japón con sus onsen y rotemburos con los que cuidarse. Si bien es cierto que finales del siglo XIX y primeros del XX el concepto de balneario, muy similar al de hoy, explota a la perfección las propiedades medicinales y curativas reconocidas en sus aguas (esa es la principal diferencia con un spa, que en los balnearios el agua tiene propiedades medicinales mientras que el spa es sólo agua en movimiento) ha habido un auténtico boom en los últimos años y las estancias en este tipo de hoteles no ha hecho más que aumentar. Diría que es algo así como entrar en una cámara de regeneración o ponerse en polo positivo y negativo para cargarnos por completo. En este caso la batería de litio sería nuestro cuerpo, nuestra propia energía. Y de vez en cuando (más de lo que deberíamos) tenemos que enchufarla a la corriente para estar de nuevo al 100%.

Jacuzzi en el claustro termal del Hotel Balneario Villa de Olmedo (Valladolid)

Ese fue precisamente el objetivo de regalarnos para después de las fiestas y atracones navideños un fin de semana de puro relax en el Hotel Balneario Villa de Olmedo, del que habíamos oído hablar maravillas desde que abrieron sus puertas hace diez años cuando se renovó y readaptó el convento de monjas Sancti Spiritus en el que se sitúa para ser convertido en uno de los centros termalistas más importantes de Castilla y León. Ya en junio había tenido la suerte de probar personalmente las bondades del Hotel Balneario de Solares, en Cantabria, y desde entonces tomé la matrícula de los balnearios que están dentro de la seña de identidad de Castilla Termal, como el propio Olmedo e incluso Burgo de Osma, este último dentro de un bello edificio de fachada plateresca perteneciente a una universidad del Siglo XVI. La última joya de esta corona termalista sería el Monasterio de Valbuena, un balneario medieval en plena Ribera del Duero.

Sele y Rebeca en el Hotel Balneario Villa de Olmedo (Valladolid)

Un fin de semana el Hotel Balneario Villa de Olmedo

Sin duda algo que nos llamó la atención del Balneario de Olmedo nada más llegar un viernes por la tarde con mucha niebla fue ver que la entrada a las instalaciones se hace por la nave de una iglesia de ladrillo con más de ocho siglos de antigüedad. Uno de los secretos de este lugar, así como de los demás balnearios de Castilla Termal, está en formar parte de emplazamientos sensacionales cargados de historia y energía. Aunque bien es cierto que la parte antigua está dentro de uno de los tres edificios que forman parte de las instalaciones, bastante modernas y equipadas.

Iglesia Sancti Spiritus de Olmedo, donde se encuentra el Balneario

El Hotel Balneario Villa de Olmedo cuenta con 78 habitaciones y 4 suites, que se completan con facilidad sin importar la época del año que sea. La desestacionalización no parece afectar demasiado a los balnearios, que saben incluso que el invierno y los días cortos son un motivo más para dejarnos llevar por los placeres de la vida, aunque estos se encuentren dentro de cuatro paredes. Nuestra meta estaba muy clara, no salir del hotel salvo lo imprescindible, y aprovechar a visitar la villa de Olmedo después de hacer el check-out el domingo al mediodía. Habíamos venido a… relajarnos y no pensábamos marcharnos sin hacerlo.

Nave central de la antigua iglesia Sancti Spiritus de Olmedo (Valladolid)

La habitación

Me gustan especialmente los cuartos de este hotel. Son espaciosos, meticulosamente limpios, bien equipados y con un servicio de habitaciones tan eficaz como eficiente. Ideales para hacer de base durante 48 horas, o las que hubiesen hecho falta. La cama, con dos metros de ancho, es cómoda a rabiar. Y, quizás por eso de estar recién casados, nos obsequiaron por sorpresa cuando llegamos de cenar con una bandeja de frutas, chocolate y una botella de cava. ¡Este sí que era un buen regalo de Reyes!

Habitación doble del Hotel Balneario Villa de Olmedo (Valladolid)

Cava, fruta y chocolate en nuestra habitación en el Hotel Balneario Villa de Olmedo (Valladolid)

El claustro termal

Los claustros en monasterios y conventos se trataban de patios de arcos y columnas por los que los religiosos y religiosas de una determinada orden paseaban en silencio y meditaban en sus largos años de clausura. En el Balneario de Olmedo podríamos decir que el concepto sigue teniendo mucho de espiritual, aunque no tanto de sacerdotal. Ahora en vez de un pozo en el centro y columnas con capiteles románicos narrando el piedra el cielo y el infierno (sobre todo de esto último) hay una inmensa piscina con un circuito de chorros, cascadas y jacuzzis a cada cual mejor.

Claustro termal del Balneario de Olmedo (Valladolid)

Se puede disfrutar de las aguas termales mineromedicinales a lo largo y ancho de este complejo hidrotermal que cuenta con diferentes elementos para relajarse y olvidarse del mundo terrenal. Camas de agua en las que el único colchón son las burbujas, chorros relajantes y descontracturantes indicados para distintas zonas del cuerpo, jacuzzis donde extender los brazos hacia los lados y sentirse en el Edén o cascadas en las que el agua actúa como unas manos sanadoras que masajean el cuello, los hombros y la espalda. Y para cuando se salga fuera el confort de unas hamacas en las que tomarse una infusión o agua fresca.

Claustro termal del Hotel Balneario Villa de Olmedo (Valladolid)

Se puede pasar del cálido interior al exterior, incluso en pleno invierno, a través de unas escaleras y un corredor de agua caliente. Muchas veces se puede disfrutar de ver caer la nieve o cómo se hiela el suelo, mientras te estás dando un buen baño. Nosotros lo utilizábamos como «terapia natural de contrastes», ya que salíamos durante unos segundos a la superficie para después entrar de nuevo al agua y que ésta nos pareciera mucho más caliente. El cuerpo lo agradecía, puesto que los cambios de temperatura de este tipo son perfectos para reactivar bien la circulación. Y no lo digo yo, lo decían los romanos hace ya mucho tiempo.

Claustro termal del Balneario de Olmedo (Valladolid)

El claustro termal, al que se puede acceder tanto estando alojados como no (hay bonos de baños de distintos precios), abre todos los días de 10:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 21:00 horas. En los tramos entre las 12:00 a 14:00 así como de las 18:00 a 21:00 no se admiten niños. A esas horas se programan actividades para ellos e incluso cine infantil para que los papás y las parejas puedan quedarse tranquilos en la piscina.

El patio mudéjar

El patio mudéjar, también llamada «zona de contrastes» es la máquina mejor engrasada del balneario. Ambientado en uno de los patios del Monasterio de Santa Clara de Tordesillas, claro ejemplo del mudéjar en la provincia de Valladolid, se trata sin duda alguna de la joya de la corona del Hotel Balneario Villa de Olmedo. A través de un circuito dirigido por una guía, durante noventa minutos (exactamente la duración de un partido de fútbol) que se terminan haciendo cortos, se logra estimular la circulación sanguínea, eliminar toxinas a base de bien y aprovechar las muchas ventajas de meter al cuerpo en contrastes de frío y calor. Si hay sauna, antes habrá que haber tocado las gotas de lluvia frías, para después alternar pozas de agua a 20º y 34º grados respectivamente. Y así hasta pasar por un hammam, darse una ducha escocesa para terminar tumbándose en una sala de reposo al abrigo del fuego de la chimenea que utilizaban las monjas antiguamente cuando aquello eran las cocinas del convento. Entre medias peelings corportales, agua con limón y la satisfacción de encontrarse en un entorno arquitectónico bellísimo, aunque sea una réplica.

Patio mudéjar del Balneario de Olmedo (Zona de contrastes)

Os aseguro que hay un antes y un después de entrar al patio mudéjar del Balneario de Olmedo. A ambos nos pareció la clave para salir completamente nuevos en este fin de semana de relax. El precio va aparte y conviene reservarlo con antelación, ya que por sesión sólo pueden entrar un máximo de seis personas.

Detalle del patio mudéjar del Hotel Balneario Villa de Olmedo

Luego, además del claustro termal y la zona de contrastes hay un mundo amplio de tratamientos que pasan desde los masajes a auténticas sesiones de belleza tanto para hombres como mujeres. En nuestro caso no teníamos duda de que el agua era nuestro sitio y pospusimos para otra ocasión el capricho del masaje (en Solares me dieron uno de 75 minutos que aún lo estoy disfrutando).

La zona de contrastes, basadas siempre en réplicas muy logradas de espacios históricos, es parte indispensable de los balnearios de Castilla Termal. En el Monasterio de Valbuena la experiencia se disfruta en una antigua capilla gótica (San Pedro), mientras que el Hotel Termal Burgo de Osma te hace viajar a una espectacular ermita mozárabe (San Baudelio de Berlanga).

Los buenos alimentos

Descansar, darse buenos baños, disfrutar en compañía, relajarse en un hammam… Para cerrar este círculo recurrimos a las buenas viandas que pudimos probar en el restaurante El Hontanar, donde nos deleitaron con el menú «Tierra de pinares» en honor a la comarca en la que nos encontrábamos. Los alimentos con los que contaba era el siguiente:

Ensalada escabechada de conejo de Matapozuelos con yemas de  puerros de Íscar y aceite de Ataquines

Salteado de mollejas de lechazo con boletus sobre fina crema de garbanzos de Alaejos, y virutas de cecina ahumada

Bacalao a la olmedana

Hamburguesa de lechazo con pan de pipas, queso de cabra fundido, aros de cebolla crujientes y salsa de mostaza de la casa

Postre de islas flotantes con natillas monjiles de achicoria, helado de galleta, caramelo y sorpresas…

Hamburguesa de lechazo del Restaurante El Hontanar del Hotel Balneario Villa de Olmedo

Y todo regado con buenos vinos, como no podía ser menos estando en una provincia con cinco denominaciones de origen en su territorio. El blanco era VR de Bodegas La Soterraña y el tinto «Las Cercas 2010» de Bodegas La Mejorada (propiedad de Moneo el arquitecto), que ha recibido importantes reconocimientos en el año 2014 como, por ejemplo, la gran medalla de oro del concurso internacional de Bruselas.

Sele comiendo en el Hotel Balneario Villa de Olmedo (Valladolid)

También nos gustó mucho probar los picoteos del Asador El Caballero de Olmedo, justo enfrente del hotel-balneario, cruzando por la pasarela. No era la primera vez que íbamos, y debo decir que allí preparan unas tostas estupendas y una hamburguesa «especial» que merece la pena probar. Y si nos vamos a los asados…no soy capaz de articular palabra. Para la próxima vez nos hemos propuesto probar el Restaurante Asador Mariano, donde dicen que el lechazo o el cochinillo a la brasa son auténtica poeesía de la cocina castellana (Mejor no sigo, que no he comido todavía y estoy salivando).

Rebeca en el restaurante El Hontanar en el Hotel Balneario Villa de Olmedo (Valladolid)

Olmedo, territorio mudéjar en Tierra de Pinares

Otro motivo para pasar un fin de semana relajante en el Balneario de Olmedo era conocer mejor la propia villa. Aunque había tenido la fortuna de visitarla en un par de ocasiones, siempre es un placer callejear tanto por dentro como por fuera de sus murallas almenadas, así como conocer los mejores ejemplos del arte mudéjar en Castilla y León. La iglesia de San Miguel, donde se encuentra la Virgen de la Soterraña, es fantástica (aunque lamentablemente la abren en pocas ocasiones, como la misa de los sábados a las 19:00 horas o en visitas guiadas – consultar en la oficina de turismo). El Palacio del Caballero de Olmedo, toda una visita interactiva en un palacete castellano de la época donde poder leer en imágenes y sonidos la tragicomedia de Lope de Vega, es otro de los imprescindibles de la villa. Aunque lo que tiene premio seguro es pasear por sus calles enladrilladas que son capaces de llevarnos al Siglo de Oro español.

Calle de la villa de Olmedo (Valladolid)

Rebeca y Sele en Olmedo (Valladolid)

Maravillas al alcance desde Olmedo

Además del propio Olmedo, se pueden organizar distintas rutas o excursiones a lugares cercanos que merecen la pena. Me viene a la mente el castillo de Medina del Campo, probablemente el más bello de la provincia junto al de Peñafiel o Tiedra, la segoviana Coca (Cauca) con otro castillo de película y muchas huellas de su pasado romano (de hecho nació un Emperador allí, Teodosio I El Grande) o los fabulosos mosaicos excavados en el subsuelo del Museo de las Villas romanas de Almenara-Puras (a 10 km) en el que se realizan incluso visitas teatralizadas. Y si parece poco la ciudad de Valladolid queda a poco más de 45 kilómetros en línea recta.

Visita teatralizada en el Museo de las Villas romanas de Almenara-Puras

Como veis, un fin de semana en Olmedo puede dar para mucho, sobre todo cuando a la escapada le puedes añadir un toque de relax como éste. Nuestra primera salida del año, que fue un regalo de Reyes que encontramos debajo del árbol de Navidad, nos dejó con muy buenas sensaciones. Y, sobre todo, bien relajados…

Sele

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PD: ¿Quieres conocer nuestra experiencia en otros balnearios de Castilla Termal? Puedes leer un reportaje sobre el Hotel Termal Burgo de Osma, así como del Monasterio de Valbuena.

PD: No te pierdas más artículos sobre Valladolid o el apartado dedicado a RINCONES DE ESPAÑA.

¡Cómo vives!

 

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