Los mejores momentos del regreso a Santo Tomé y Príncipe
Hay algo aún mejor que contemplar el paraíso por primera vez. Y eso sólo es REGRESAR AL PARAÍSO. Pasar del impacto original sin apenas masticar a saborear lentamente las cosas, a digerir los recuerdos a través de nuevas certezas y, por supuesto, continuar aprendiendo de ese lugar donde fuiste inmensamente feliz. Eso es lo que ha significado para mí volver a viajar a Santo Tomé y Príncipe. Un año más tarde de encontrar y escudriñar uno de los rincones más espectaculares y desconocidos de África, he tenido la oportunidad de recorrer de nuevo el archipiélago, pero además con una compañía excelente que le ha añadido el máximo colorido posible. Y es que pude por fin cumplir el sueño de realizar mi primer viaje de autor y llevar de la mano a un grupo de gente que profesa verdadera pasión por los viajes y, sobre todo, excelentes personas, que confiaron en mí para mostrarles más allá de la pantalla de un ordenador o de un teléfono todo eso que conté hace ya algún tiempo sobre Santo Tomé y Príncipe. El edén isleño donde tienen cabida profundas selvas, playas vírgenes, sonrisas infinitas y restos decadentes de su largo pasado colonial nos estaba esperando con su pose más radiante.
Durante este segundo viaje a Santo Tomé y Príncipe junto a un grupo excepcional he podido profundizar más en estas deliciosas islas de chocolate situadas en el Golfo de Guinea. Pero, sobre todo, deleitarme con sus miradas primerizas, de cómo se iban enamorando poco a poco de un destino que, sin saberlo, ya les ha marcado de por vida. Porque nunca basta con tocar el paraíso con la yema de los dedos. Este país ya se quedará en su nuestro corazón para siempre. Y sabremos en qué pensar cuando alguien nos esté hablando sobre el paraíso de sus sueños. Porque qué nosotros, en cierto modo, ya estuvimos en él…
No os perdáis:
- La guía de lugares increíbles que ver en Santo Tomé y Príncipe.
- 30 preguntas y respuestas para viajar a Santo Tomé y Príncipe.
- Todos los viajes de autor que realizaremos próximamente.
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Mi primer viaje de autor a Santo Tomé y Príncipe
Si os soy sincero, en la víspera de este viaje tenía cierta inquietud. Nunca había sido guía acompañante de un grupo en una aventura de semejante calado. He llevado a gente conmigo a conocer sitios del mundo, pero siempre amigos o familiares. Nunca a gente que había pagado para visitar un destino de mi mano. Estaba algo temeroso de no poder cumplir las expectativas y defraudar no sólo esa confianza ciega que Pangea había puesto en mí para liderar viajes de autor a éste y otros destinos (nos vamos a Kamchatka en agosto de 2019 o a Bután en 2019, por ejemplo) sino, sobre todo, no lograr entusiasmar a las personas que vendrían conmigo. Pero tengo que decir que fue conocer en persona por primera vez al equipo que se animó a viajar a Santo Tomé y Príncipe, muchos de ellos fieles lectores del blog, y saber que todo iría bien. Que el destino haría fluir todo a la perfección y que doce completos desconocidos regresaríamos a casa siendo amigos… y emplazándonos ante nuevas aventuras que vivir juntos.
Así fue. Y multiplicado por mil. Edu, Radi, Carmen, Juan Ramón, Mar, Nico, Marisa, Jorge, Julia, David o María formaron un equipo espléndido, diría que ejemplar. En todo momento se mostraron como personas alegres, positivas, siempre dispuestas a todo lo que les proponía, extremadamente divertidas y bastante disciplinadas a la hora de cumplir horarios. Ahora sé que Santo Tomé y Príncipe hizo un buen poso en todos ellos. Pero, lo que ellos seguro no saben, es que me hicieron tremendamente feliz aquellos días en los pude disfrutar a su lado de un esperado regreso al que se trata de uno de mis rincones preferidos del planeta. Un lugar del que nunca me cansaré de volver. Y del que ellos forman y formarán parte para siempre. A ellos va dedicado precisamente este artículo.
Los mejores momentos del viaje a Santo Tomé y Príncipe
Como hay cosas que no me gustaría olvidar jamás (ni que ellos lo hicieran), he seleccionado algunos de los mejores momentos y escenarios de este viaje a Santo Tomé y Príncipe con mi primer grupo de viajeros y viajeras. Aparecen lugares increíbles, instantes en los que fue inevitable sonreír y que nos hicieron sentir realmente dentro de un sueño.
São Nicolau, la mejor ducha de Santo Tomé
El primer día fuimos rumbo al interior de la isla de Santo Tomé. De la costa en apenas minutos nos vimos en pleno bosque de montaña. Y en cuanto se terminó el asfalto alcanzamos São Nicolau, una hermosa cascada en un paraje de impresión en el que hubo quien se animó a darse la que probablemente fue la mejor ducha del viaje.
Al otro lado de la cascada…
Desde la cascada fuimos caminando en torno a un cuarto de hora hasta llegar a una antigua roça (hacienda) colonial de café y cacao llamada también São Nicolau. Hay población viviendo en los desgastados edificios de antaño que formaron parte de la plantación y no están acostumbrados al turismo, por lo que en cuento nos vieron, pasamos de ir solos a estar muy bien acompañados.
Todo el mundo coincide en la simpatía de los santomeses, que reciben a los visitantes con los brazos abiertos y sin buscar nada a cambio (en una semana no hubo quien nos pidiera dinero o limosna una sola vez). África, además de los paisajes, es la gente. Y en una puerta tan amable y tan segura, da gusto mezclarse con los locales, quienes les encanta además mirar fotografías en tu cámara de fotos (y si son de ellos, mejor todavía).
Ojalá que llueva café en Monte Café
Monte Café es una de las roças que continúan viviendo de lo que se cultiva. En este caso, por su altitud, café incluso por encima del cacao. Estuvimos viendo el proceso de hacer café, desde que se cultiva hasta que se sirve bien caliente en una taza. Una experiencia para los muy cafeteros en la que probablemente se trate de la plantación más importante de la isla.
Ante Su Majestad el Cão Grande
No cabe duda de que el Pico Cão Grande, esa gran aguja volcánica que se eleva a más de 600 metros sobre el nivel del mar, es el icono más importante e impresionante de Santo Tomé. Hubo quien me dijo un día que aquella mole le hacía pensar que en un destino «tan jurásico», tener algo así convertía a Santo Tomé en la isla del mismísimo King Kong. Lo complejo, a veces, es divisar con claridad esa chimenea que rompe el horizonte se selva y palmerales, completamente cubierta, ya que es buen amiga de las neblinas, a quienes les gusta agarrarse a este tipo de monumentos que ofrece la naturaleza. Por lo que cuando se tiene la suerte de encontrarse despejado al Cão Grande acaba siendo un motivo de celebración. Y nadie quiere dejar de salir en la foto correspondiente, aunque en nuestro caso pareciésemos los personajes de «Lost» (Perdidos), aunque sin aviones estrellados ni humaredas extrañas de por medio.
No sólo vimos despejado el Pico Cão Grande a la ida en nuestro camino al sur de la isla, sino también al regreso, por lo que aprovechamos a buscar los mejores ángulos para fotografiar a este coloso volcánico extremadamente erosionado que muy pocas personas han logrado escalar con éxito (los últimos, eso sí, fueron españoles).
Despertar en Praia Inhame y tener a nuestros pies el paraíso
Quizás porque llegamos anocheciendo a Praia Inhame, en el extremo más meridional de la isla de Santo Tomé, la gente no se dio cuenta de dónde se encontraba. Fue por la mañana cuando temprano salimos de las cabañas de madera donde habíamos pasado la noche nos dimos cuenta realmente que estábamos junto a una playa hermosísima rodeados de naturaleza radiante. Algunos se dieron un baño en la playa antes del desayuno. No cabe duda de que en aquel momento conectaron por completo con el lugar.
En mi primer viaje a Santo Tomé y Príncipe no pudimos pernoctar en el lugar sino verlo. Pero si algo me quedó muy claro entonces es que debía formar parte sí o sí de la ruta. Además constituye un destino excepcional para ver el desove o incluso el nacimiento de tortugas marinas, aunque no contamos con la fortuna en esta ocasión para asistir a semejante fenómeno natural (habría que esperar muy poco para hacerlo).
Vueltas sobre Rolas
De Inhame a Rolas en lancha rápida. Veinte minutos necesitamos para llegar a un pequeño islote volcánico tapado por la foresta y donde abundan calas y playas maravillosas, aunque es más conocido por estar atravesado por la línea ecuatorial. Como el tiempo acompañaba, decidimos (no estaba previsto) dar un rodeo en barco al islote. Y, aunque un costado del mismo nos dejó la mar muy movida, cuando llegamos al sur pudimos disfrutar de una perspectiva increíble de esta isla en la que sólo hay un hotel y apenas doscientas personas que viven en una diminuta aldea de pescadores.
La furna, un géiser oceánico
Caminar entre dos hemisferios en la línea del ecuador, buscar las mejores playas, descubrir paisajes imponentes… Verdaderamente el islote de Rolas nos mantuvo bien entretenidos. Una estampa que no podremos olvidar es la furna o A Furna en una de las playas del suroeste del islote. Se trata de lo que en buena parte de España conocemos como bufón. Y no es otra cosa que un orificio vertical en la roca que comunica con el mar y que cuando las olas están golpeando con rotundidad, éste expulsa hacia arriba, cual géiser, una gran columna de vapor de agua marina.
Crías de tortugas marinas buscando el mar
Tras una noche de tormenta en Rolas, obró el milagro. El milagro de contemplar por la mañana recién levantados cómo habían nacido dos nidos de tortugas marinas, a las que acompañamos (y alentamos) en su primer viaje, el de la arenosa orilla al océano. Dicen que sobrevive una de cada mil tortugas nacidas y, por tanto, que contemplar una tortuga marina es un auténtico milagro de la naturaleza. Por lo que aquella mañana pudimos confirmar que sí, que los milagros existen.
En canoa por un laberinto de manglares
Desde Rolas regresamos a Inhame para recorrer la costa este de la isla de Santo Tomé. Como la tormenta había cesado y el cielo se encontraba a favor, llevamos a cabo algo no previsto en los planes y que terminó gustándonos a todos. Navegamos por los manglares de Malanza en canoa. Algo que durante mi primer viaje a Santo Tomé y Príncipe no pude llevar a cabo porque llovía a cántaros. Fue una gran experiencia a disfrutar con los cinco sentidos, sobre todo los de la vista y el oído. A medida íbamos avanzando el manglar se hacía más y más estrecho, mucho más sombrío, regalando al grupo una travesía entre la vegetación que se duplicaba gracias a su perfecto reflejo sobre el agua.
Alta gastronomía (local) en Roça São João
En Santo Tomé y Príncipe se come muy bien. No sólo porque tienen buen producto local, sobre todo en cuanto a pescados, frutas y vegetales, sino porque le ponen mimo a todo lo que hacen. Pero en Roça São João, una vieja hacienda colonial en la localidad de São João dos Angolares, te tratan como si estuvieras en un restaurante con estrellas Michelin y tienes tantos platos para degustar con vistas al mar y la montaña que para muchos se convierte en una espectacular experiencia gastronómica. Aquí el grupo lo vivió muy intensamente. Esa comida y esas vistas eran para desmayarse… de la emoción.
La Calzada del Gigante versión Santo Tomé
Sin duda uno de los atractivos más visitados de Irlanda del Norte es la Calzada del Gigante, una formación basáltica de origen volcánico (lava solidificada por el agua del mar que forma auténticos bloques de forma hexagonal). Pues en la costa este de Santo Tomé se puede contemplar un fenómeno similar, aunque sin presencia de turistas. Lo llaman Boca do Inferno, las olas del mar se dejan sentir en este paraje de basalto, y los más valientes son los pescadores, que parecen no amedrentarse de la fuerza con que las olas parecen ensañarse especialmente con ese lugar.
Baño de multitud en Roça Água Izé
A mitad de camino, poco después de Boca do Inferno, tuvimos la ocasión de visitar una de las roças más grandes y mejor conservadas de la isla, Água Izé. Aquella era una auténtica ciudad, que llegó a contar con dos hospitales. En uno de ellos pudimos divisar la enorme extensión del lugar, aunque acompañados por decenas de niños y niñas con los que nos lo pasamos de maravilla. A pesar de vivir en unas condiciones muy humildes, ninguno pidió una sola moneda al grupo. ¿Sabíais que querían? Lapiceros y bolígrafos. Y en cuestión de minutos nos quedamos sin ellos. Así que aviso a navegantes, si visitáis Santo Tomé y Príncipe cargaros bien de material escolar, que es la mayor ayuda que podréis ofrecer. Y no dejéis dinero bajo ningún concepto. Puesto que eso en otras partes del mundo ha servido para que los padres saquen a sus hijos de las escuelas y los pongan a mendigar. Y peor aún, que haya mafias (en India son legión) que se ocupen de mantener en la mendicidad a muchísimos niños. Estas islas son aún muy vírgenes en cuanto a turismo y mejor no llevar malas prácticas que ya sabéis a dónde pueden llevar.
La isla de Príncipe desde la ventanilla del avión
150 kilómetros separan Santo Tomé de Príncipe, nuestro propósito después de cuatro días en la isla grande. El vuelo se hace en apenas media hora, y cuando se llega a Príncipe uno se da cuenta rápidamente que el viaje cambia por completo para saberse en un destino aún más salvaje, aún más virgen. Las mejores panorámicas a la ida se disfrutan más desde el lado derecho. Y para que las alas de este pequeño avión no entorpezcan la visión, lo mejor es retirarse a la última y penúltima fila. A la vuelta, por supuesto, hay que buscar la misma posición pero en el lado izquierdo.
El placer de pernoctar en una roça colonial
Me gustan los hoteles históricos, hoteles con encanto donde sientes el peso (y el paso) del tiempo y que explican todo un lugar. En Príncipe mi favorito es el Roça Sundy, que utiliza los edificios antiguos de una magna plantación de cacao, para hospedar en habitaciones «de revista» a sus clientes. Por supuesto deseaba que el grupo viviera esta experiencia y captara las sensaciones de pernoctar en un hotel así. Porque además Roça Sundy permite experimentar una estancia en la que la comunidad local está muy presente. Este hotel no se explica sin la gente que vive alrededor y que enriquece por completo una experiencia ya de por sí fabulosa.
Cada noche nos reuníamos para cenar sobre una larga mesa de madera en una terraza que se asomaba a la selva. Y las veladas terminaban alargándose horas. Historias, risas, confesiones… Cosas que se entienden estando como estábamos, entre amigos, en un ambiente relajado y de confianza que nos permitía ser nosotros mismos.
Miradores de Príncipe
Príncipe es un tipo de isla que hace que tararear la banda sonora de Parque Jurásico sea inevitable. Probablemente uno de los rincones más hermosos, salvajes y puros del planeta, logró atrapar al grupo enseguida. Acudimos a los mejores miradores de Príncipe para admirar con cierta perspectiva la belleza de la isla, de sus muchos picos volcánicos, de esas selvas impenetrables y esas playas de auténtica postal. Oké Daniel, Roça São Joaquim, Nova Estrela (con el añadido de Terreiro Velho) o el mirador Belo Monte hacia Praia Banana son algunos de esos rincones isleños que nos dejaron con la boca abierta.
En todos ellos era inevitable no sólo hacerse la foto con unos fondos imposibles de digerir a primera vista sino, sobre todo, suspirar y absorber la buena energía de la isla. Repito. No he conocido en el mundo un paraíso similar.
Recomendado: Los mejores miradores de la isla de Príncipe. Una selección de panorámicas para admirar y fotografiar la belleza jurásica de este lugar.
Transeúntes en la ciudad más pequeña del mundo
Dicen que la capital de Príncipe, Santo Antonio, está considerada como la ciudad más pequeña del planeta, con apenas un millar de habitantes. Conserva bien un marcado y colorido acento colonial en su arquitectura y se define como entrañable a la vez que segura (lamentablemente muchas ciudades de África no pueden asegurar lo mismo). A pesar del calor pudimos pasear por su plaza principal, que reúne buena parte del patrimonio colonial de la urbe y, sobre todo, probar dos buenos restaurantes locales (Beira Mar y Rosa Pão), donde nos sirvieron un peixe grelhado (pescado a la brasa) riquísimo. Y probamos por primera vez los buzios de mar, una delicatessen que si muchos hubiésemos buscado antes en internet seguramente nunca hubiera formado parte de nuestro menú.
Desfile de carnaval en Roça Sundy
Tras una larga noche de tormenta y un inicio de mañana lluvioso en Príncipe, tuvimos que retrasar una de las actividades previstas. Pero no hay mal que por bien no venga, ¿verdad? Mientras visitábamos la plantación, que como antes comenté, sigue contando con gente, pudimos ser partícipes de un desfile infantil con motivo del comienzo de los carnavales, que en Santo Tomé y Príncipe se viven con cierta intensidad.
Un Bom Bom de isla
En el extremo norte de Príncipe, una pasarela de madera sobre las aguas del mar permite acceder al islote Bom Bom. Entre dos bahías está además el resort del mismo nombre, el que para muchos es el alojamiento más especial de todo Santo Tomé y Príncipe. Allí pasamos el día, disfrutamos de su restaurante, de un buen baño en la playa y de una navegación en bote que nos llevaría a uno de los mejores escenarios de la isla…
Baño en las aguas de la Baía das Agulhas
En Bom Bom tomamos una lancha que nos llevaría al suroeste de Príncipe, concretamente a la conocida como Baía das Agulhas o Bahía de las agujas, que hace referencia a la porción más montañosa de la isla, donde abundan los picos volcánicos y las montañas de formas caprichosas. Se trata de una zona absolutamente salvaje, en pleno Parque Natural Ôbo y accesible únicamente en barco dada la profundidad e inexpugnabilidad de su selva primaria.
En las aguas de esa solitaria e inverosímil bahía pudimos darnos un buen chapuzón. Y allí recordamos que el panorama debía idéntico al que divisaron los navegantes portugueses, quienes arribaron por primera vez a estas costas en el último tercio del siglo XV. Faltaba apenas un día para marcharnos y disfrutamos de este baño en este paraíso que, en mi caso, también era la primera vez que lo gozaban mis ojos. Aunque a la vuelta el oleaje revolvió el estómago a más de uno, que todo hay que decirlo.
Marisco y chocolate, dulce adiós a un viaje espléndido
El último día de viaje nos llevó a dar un nuevo salto de Príncipe a Santo Tomé. Nos quedaba aún una última jornada bien aprovechable, que utilizamos para pasarla en la capital del país y darnos algún que otro homenaje. Tomamos un coche para ir al centro de la ciudad y comer buen marisco en el restaurante local Papa Figo. Y, de vuelta, aprovechamos para hacer algunas compras y visitar una de las nuevas sensaciones de la isla, la chocolatería Diogo Vaz (Avenida Marginal 12 Julho 1001), con un chef chocolatero de nacionalidad argentina, quien ofrece además la posibilidad de degustar las delicias que permite el fruto del cacao. Un gran descubrimiento, no cabe duda.
Y hasta aquí algunos de los mejores momentos vividos por el grupo que formó el primer viaje de autor a Santo Tomé y Príncipe. Muchos, en realidad, no están aquí y se quedarán con nosotros. Porque el buen humor y la complicidad no es fácil de expresar sin mirarles a ellos a los ojos.
No os perdáis la guía de lugares increíbles que ver en Santo Tomé y Príncipe y estas 30 preguntas y respuestas para viajar a Santo Tomé y Príncipe.
Una experiencia fascinante que espero repetir. Así será. Seguro. Aunque esta vez podréis ser vosotros los protagonistas. Podrás ser TÚ quien camine por el paraíso. Si es así, seguro que nos vemos algún día…
Este viaje ya es historia. Se agotaron las plazas enseguida, pero ya tenemos otra salida para la primera semana de diciembre de 2019 (y no descartamos realizar más en 2020). Aquí puedes leer la información sobre el viaje y como formar parte de él.
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PD: Aún quedan plazas para la Expedición Kamchatka que vamos a llevar a cabo en agosto de 2019, así como para Bután (octubre 2019).
¡Leve, leve!
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
6 Respuestas a “Los mejores momentos del regreso a Santo Tomé y Príncipe”
Un viaje maravilloso, mágico, inolvidable y disfrutarlo acompañada del mayor conocedor y amante de éstas islas, además de una persona fantástica que se desvive por su grupo, no tiene precio.
Ha sido una suerte inmensa poder conocer y disfrutar Santo Tomé y Príncipe junto a Sele y el resto de compañeros de aventura. Nos ha sabido transmitir la emoción de los paisajes y gentes que habitan estas islas. Un viaje inolvidable que me animan a seguir conociendo el mundo al lado de Sele.
Me gustó el destino, me gustó la forma de ser de Sele, me gustó el grupito que se formo, me gustó sus paisajes, me gustó sus gentes y su gastronomía. No volvería porque ya lo viví y segundas partes no son buenas pero me invita a seguir conociendo mundo. Gracias Sele por tus explicaciones y tu amor por explicarlo todo. Saludos.
Un viaje muy interesante por la posibilidad de ver unos paisajes fabulosos áfrico-ecuatoriales sin problemas de seguridad y sin estar recluidos en un resort, pudiendo interactuar con los habitantes de la zona. Todo ello gracias a nuestro acompañante Sele, una persona que te hace apreciar lo que estás viviendo y que se implica completamente en resolver cualquier inconveniente que se produzca y procurar que su grupo disfrute de la experiencia.
Un destino muy apetecible, poco común, así que no lo pensé dos veces, seguí como dice mi padre, viendo mundo!
Que bien lo has contado Sele! Gracias por hacer lo que haces y descubrirnos tantos lugares tan poco conocidos y tan maravillosos. Este viaje para mi siempre será el viaje de mi vida por muchas razones…mi primera salida de europa, mi primer viaje en grupo con gente que no conocía de nada y muchas otras razones. Ha sido el viaje perfecto!! Y gracias a este relato podré recordarlo siempre!!