Vuelo en avioneta sobre las líneas de Nazca - El rincón de Sele

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Sobrevolar el enigma: Las líneas de Nazca en avioneta

Hay hallazgos arqueológicos que dejan tantas dudas en el aire que acaban convirtiéndose en puros enigmas, traspasando incluso las fronteras de la razón y lo imposible. Uno de los lugares más increíbles en este sentido se encuentra al sur de Perú, en un terreno árido y caluroso que no queda muy lejos del océano Pacífico, pero del que no llega ni la más mínima brizna de brisa. Las Pampas de Nazca, Palpa y Socos son algo así como un enorme tapiz de tierra muerta que contiene «señales» que superan, en no pocas ocasiones, los dos mil años de antigüedad. Son las conocidas como Líneas de Nazca, una serie de dibujos y formas geométricas que, por raro que parezca, son apreciables únicamente desde el aire. Las hipótesis de los investigadores se mueven entre la posibilidad de que estos dibujos fueran meros centros ceremoniales del pueblo Nazca y las elucubraciones sobre representaciones hechas para honrar a los visitantes de otros mundos. Hay quien incluso piensa que se tratan de pistas de aterrizaje de objetos volantes no identificados. La arqueología aún no ha dado respuesta plena a tan extrañas formas, por lo que las especulaciones crecen en la literatura científica y más aún en la que trata sobre lo desconocido y el misterio. Pero por mucho que se hable lo mejor es verlas personalmente y, por ello, durante mi paso por Perú dentro de un gran viaje de siete meses por Sudamérica, no dudé en presentarme en la ciudad de Nazca (o Nasca) para tomar una avioneta y sobrevolar las líneas. Contemplar desde el aire semejantes señales consiguió que se multiplicaran las preguntas y el deseo de saber mucho más respecto a ellas.

Líneas de Nazca: la araña

Un recorrido aéreo por encima de los dibujos más sorprendentes e inexplicables del planeta. Un vuelo a lo enigmático y lo extraordinario. Las Líneas de Nazca en avioneta…

Las Líneas de Nazca, señales en el desierto

Sería el conquistador extremeño Pedro Cieza de León el primero que se pronunciara en torno al fenómenos de las líneas de Nazca. En el año 1547 reflejó por escrito que había visto «señales en algunas partes del desierto que circunda Nazca». Aunque a pie sólo apreciaría rectas sin ningún sentido al ras del suelo, con surcos de no más de treinta centímetros y sin una razón aparente. Y es que mucho tiempo después, en pleno siglo XX, serían los pilotos civiles y militares quienes se darían cuenta de que lo que allí había se salía de toda lógica. Allí no sólo observaron líneas kilométricas y sumamente perfectas sino también dibujos de animales (mono, araña, colibrí, papagayo, etc.) o figuras antropomorfas plasmadas de manera sublime en las planicies y en las áridas colinas circundantes. Tras ellos llegaron los primeros vuelos científicos y personajes como Mejía Xesspe, Paul Kosok y Maria Reiche, quienes dedicaron buena parte del siglo tratando de despejar algunas dudas (o aumentarlas más si cabe) en torno a uno de los hallazgos arqueológicos más inexplicables que existen. Que si un calendario astrológico, un mapa, un regalo a los dioses del cielo y así una larga retahíla de elucubraciones. Las teorías fueron pasando de lo normal a lo paranormal y al revés. Hay que reconocer que las señales dibujadas sobre un plano dan para moverse entre ambas posturas apareciendo de forma constante el término «extraterrestre». El escritor suizo Von Daniken ya expuso de manera amplia esta idea en su obra «Recuerdos del futuro» (1968) donde explica que Nazca se trataba de un reflejo evidente de algunas visitas venidas de lejanos planetas que dejaron huella a sus pobladores…

Dibujo de las Líneas de Nazca (Perú)

Ya digo que las hipótesis se multiplican hasta con el más mínimo surco que puedan poseer estas pampas. De hecho reconozco que yo empecé a leer al respecto de forma contraria, desde un punto de vista más alienígena hasta otro más terrícola. «La Nave del Misterio», que diría Iker Jiménez, se ha posado tantas veces sobre Nazca que siempre lo tuve en mente para cuando tuviera la suerte de viajar a Perú…

Llegada a Nazca y la búsqueda de avioneta

Y el viaje a Perú llegó… como nunca lo había esperado aunque como siempre lo había soñado, dentro de una larga ruta de varios meses por el continente americano. Fue precisamente en esta zona donde se cumplían tres meses del inicio de la aventura en mi Buenos Aires querido, por lo que la celebración no podía ser mejor. Un autobús nocturno procedente de la bella Arequipa me dejó en mitad de la ciudad de Nazca (o más bien Nasca como lo escribe y pronuncia el 100% de los peruanos) cuando no eran ni siquiera las siete de la mañana. Una bruma matutina envolvía las calles y, sobre todo, los cielos convertidos en puro plomo. Mi gran temor era que no hiciera un buen día para volar, puesto que cuando ocurre se suspenden los vuelos sobre las líneas. Pero si algo tenía claro era que no me iba a marchar de Nazca sin ver las líneas, lloviera, tronara o viniesen los cuatro jinetes del Apocalipsis. La prisa no era, bajo ningún concepto, un problema.

Mapa de Nazca

ASÍ RESERVÉ LA AVIONETA SOBRE LAS LÍNEAS DE NAZCA

 

Fue recoger la mochila del maletero del bus de las curvas constantes (un recorrido por tierra Arequipa – Nasca tiene más movimiento que el Dakar) y rápido me salieron no una sino dos personas ofreciendo sus servicios para sobrevolar las líneas de Nazca. Mientras que una me ofrecía el vuelo sin más, el otro me daba la posibilidad de guardar el equipaje en un hotel, dejarme un baño para que me diera una ducha, internet y cuando despejara (que lo haría a eso de las diez de la mañana) marcharnos al aeropuerto de Nazca. Lo mejor de todo fue saber después que ambos pertenecían a la misma agencia.

 

El truco consistía en que uno daba una oferta simple y el otro la mejoraba. Aunque realmente me terminaría dando igual que estuvieran compinchados porque tenían lo que había venido a buscar. Y no era cuestión de quedarme esperando en las solitarias calles de Nazca a las siete de la mañana.

 

Me acercaron a un hotel económico a dejar mis cosas y aproveché a darme una buena ducha, no sin antes haber negociado condiciones y precios con anterioridad. Acordamos (hablamos de 2012) transporte al aeropuerto (ida y vuelta), el vuelo con una avioneta de cuatro plazas con la compañía Aero Palcazu (las hay de más asientos) y las facilidades del hotel (dejar equipaje, ducha, wifi, etc.) por un precio aproximado de 240 soles peruanos (aproximadamente 62 euros). Años más tarde (2017) el precio es aproximadamente el mismo e incluso se puede reservar online a través de un ordenador o teléfono móvil sin necesidad de esperar a bajarse del autobús en la propia Nazca, como fue mi caso.

De ese modo lo único que me faltaba era esperar a que esa espesa bruma se marchase y desayunar algo, que fue algo que hice por menos de tres soles en un puestito callejero donde preparaban deliciosos sandwiches. Las montañas desérticas al otro lado de la ciudad escondían tras de sí esos tesoros que me habían llevado hasta allí. Como si tuviese fuerza para ello, soplé fuerte hacia esa dirección para que se largara esa espesura matutina que, al parecer, llevaba días enturbiando cada mañana.

Y a las diez en punto, en pleno aeropuerto (o aeródromo) de Nazca dedicado a la arqueóloga Maria Reiche, no quedaba una sola nube. De hecho el cielo no podía estar más despejado. Sin duda se trataba del día perfecto para volar en avioneta sobre las Líneas de Nazca…

Vuelo en avioneta sobre las Líneas de Nazca

En el diminuto aeropuerto de Nazca además de un reguero de nervios por mi parte, había varias oficinas de distintas aerolíneas que ofrecían excursiones a las célebres líneas. Unas compañías tienen más fama que otras pero más o menos son todas del mismo estilo. Y aunque se habla mucho de que ha habido algunos accidentes sobrevolando la zona se han extremado al máximo las medidas de seguridad para evitar cualquier tipo de contratiempo. No debía ser lo mismo hacer esta excursión en avioneta hace dos décadas que en la actualidad.

Aeropuerto de Nazca

En mi caso la compañía en la que iba a volar se llamaba Aero Palcazu que, por lo que ví, no difería su ruta de ninguna otra. Pagué junto a los tres compañeros con los que iba a volar una tasa de embarque en el propio aeropuerto de 25 soles (aprox 8€) y me senté a esperar mientras ponían un documental sobre las la historia de las Líneas de Nazca y las hipótesis de científicos e historiadores.

Apenas unos minutos (que me parecieron horas) bastaron para que piloto y copiloto nos llevaran por la pista caminando hasta la que iba a ser nuestra avioneta. Ésta era de color blanco y verde, con el logotipo de turismo de Perú en la cola, basado precisamente en el geoglifo nazqueño del mono, y una sola hélice delantera.

Sele con la avioneta sobre la que sobrevolaría las Líneas de Nazca

Fuimos entrando uno por uno y tras pedirnos que nos abrocháramos los cinturones de seguridad nos explicaron que en cuanto arrancaran el motor debíamos usar los auriculares que teníamos a nuestra disposición para cuidarnos del molestísimo ruido que producía la avioneta. Nos detallaron cuál iba a ser el recorrido, dejando claro que iban a posicionarse en vuelo tanto a izquierda como a derecha en cada geoglifo para que los cuatro pasajeros viéramos exactamente lo mismo.

En los asientos disponíamos de un mapa de la ruta que íbamos a realizar.

Mapa de la ruta por las líneas de Nazca con Aero Palcazu
Pinchad sobre el mapa para verlo a mayor tamaño

En este este orden sobrevolaríamos los siguientes dibujos:

+ Ballena
+ Trapecios
+ Astronauta
+ Mono
+ Perro
+ Colibrí
+ Araña
+ Cóndor
+ Alcatraz
+ Árbol
+ Manos
+ Papagayo

Así que sólo faltaba ponernos los auriculares y contar tres, dos unos… cero para ver despegar nuestra avioneta y ponernos rumbo a las pampas nazquianas que de tanto misterio están rodeadas. Reconozco que estaba algo tenso, pero, sobre todo feliz y entusiasmado de estar tan cerca de cumplir otro de esos retos viajeros que tanto había deseado. De repente, sin apenas darnos cuenta, ya no estábamos tocando el suelo y nos dirigíamos hacia las últimas montañas que separaban los dibujos de la pequeña y polvorienta ciudad de Nazca.

Interior de la avioneta con la que sobrevolamos las Líneas de Nazca (Perú)

Apenas tardamos unos segundos en ver las huellas que la cultura Nazca dejó durante siglos en los áridos páramos que divisábamos desde la ventanilla. Pero en un primer momento no fueron los dibujos a los que estamos todos acostumbrados del mono o la araña sino una inmensa combinación de líneas y figuras geométricas sin orden ni concierto aparente. Como si alguien desde arriba hubiese cogido una regla componiendo indiscriminadamente rectas y triángulos de cientos de metros en cada lado.

Líneas de Nazca a vista de avioneta

Las líneas de Nazca se corresponden precisamente a esa amalgama inexplicable e inabarcable de figuras sin sentido alguno (para nosotros) que es evidente lograran seducir a tantos investigadores y haga pensar a muchos en que se trata de algo. ¿Por qué ese mar lineal y geométrico en un desierto? ¿Qué intención podían tener para hacer algo que únicamente se apreciase desde arriba? ¿A quién estaba dirigido ese tablero repleto de líneas e imágenes?

Líneas de Nazca desde una avioneta

De repente, cuando todavía me hacía mil preguntas a mí mismo, sobrevolamos un cerro seco que contenía una de esas imágenes que ponen los pelos de punta. Una figura antropomorfa de más de treinta metros rasgada en la tierra, con ojos grandes y con lo que parece un brazo extendido, como si estuviese saludando. Para muchos esta criatura dibujada es conocida como «El astronauta» o «El extraterrestre». Para mí es uno de los iconos más asombrosos de este misterio nazquiano porque se sale de las figuras corrientes de carácter animal. ¿Correspondería acaso a un Dios? ¿O sería más bien visitante venido del cielo?

Astronauta (Líneas de Nazca en avioneta)

Algo curioso al respecto es que se ha demostrado que las figuras antropomorfas de Nazca están grabadas en cerros, siempre a mayor altura que los demás dibujos. Ese es, probablemente, un signo de importancia, una sobrada intención de hacerlos destacar sobre los otros. Pero en Nazca no hay que dar nada por sentado, puesto que esta cultura y su obra son demasiado antiguas como para ir más allá de hipótesis. Los estudios avanzan pero en vez de despejar la ecuación parecen aumentarla de grado.

El astronauta (Líneas de Nazca en avioneta)

Pero en este vuelo no cabían más preguntas sino la constatación de la realidad de un tablero visible únicamente a muchos metros de altura. Así las líneas se sucedieron una tras otra (o mejor dicho, una encima de la otra) hasta que el copiloto señaló con su dedo exclamando «¡El mono!». Y ahí estaba la figura más célebre de las líneas… un monito de nada más y nada menos que cientro treinta y cinco metros con su cola enrollada en una perfectísima espiral.

Mono (Líneas de Nazca en un vuelo en avioneta)

Está claro que la mayor parte de los dibujos más reconocibles tienen que ver con el universo de Nazca, con el día a día de este pueblo, con lo que ellos veían y conocían. En este caso la presencia del mono se encontraba a cientos de kilómetros de su área, en las selvas donde probablemente vivían otras culturas, donde es seguro conseguían la apreciadísima hoja de coca. De hecho parece un mono ardilla, también conocido como tití, que era y sigue siendo propio de los entornos selváticos del antiguo y actual Perú.

Una de las teorías que se sostienen sobre las líneas de Nazca nos lleva a la posible elaboración de un calendario, de una mezcla de constelaciones y dioses que tuvieran sentido para la civilización que sucedió a los Paracas en el suroeste peruano. Quizás el mono fuese un elemento más del mismo. En la actualidad su figura estilizada forma parte de la iconografía del misterio que estábamos viendo desde arriba en ese momento (así como la cola logo de la oficina de turismo peruana). Un animal superado por otras líneas que no dudan en pasar por encima, en atravesar su cuerpo.

No había tiempo para más, al mono le sucedería un pequeño perro aunque de repente llegara un colibrí para robarle todo el protagonismo. Su largo pico parecía beber de una jugosa fuente de líneas rectas. Con la capacidad de mantener el equilibrio en la tierra tal y como lo hace cuando roba el néctar de las flores con su aleteo veloz. Los sesenta y seis metros que separan el límite de sus dos alas podrían abrazar por sí solos decenas de avionetas como las que cada día sobrevuelan las pampas peruanas.

Colibrí (Líneas de Nazca en avioneta)

Y mientras el tablero que veíamos desde la ventanilla desplegaba aún más líneas me preguntaba cómo podía ser que se mantuviesen con el tiempo. ¿Son las líneas de Nazca demasiado profundas? ¿Concretamente a qué época pertenecen? En realidad las investigaciones arqueológicas si que nos han ofrecido datos más concretos al respecto. Y no dejan de ser sorprendentes en absoluto.

Se sabe que las líneas fueron trazadas en un período que parte del 200 AC hasta el 600 DC. Herederas, al parecer, de algo que la cultura Paracas (más antigua) ya practicaba, basaban su éxito en el clima extremadamente cálido de la zona. Porque en el caso de las más profundas hablamos de una medida que no supera los 30 centímetros, mientras que lo normal era que no fueran más allá de los 10 centímetros. Como dicen los expertos «son meros rasguños en la tierra». Rasguños que han sobrevivido en el mejor de los casos algo más de veinte siglos como causa de las condiciones climáticas y del terreno que hacen que el viento no llegue a romperlas, como si hubiese una pared que le impidiese tocar el suelo. Probablemente si rasgáramos esa tierra con una simple estaca, la marca podría permanecer durante muchos siglos, y eso era algo que sabían perfectamente quienes trazaron las líneas.

Imagen aérea de las Líneas de Nazca

El problema hoy en día tiene que ver con la destrucción de algunas líneas y dibujos a causa de quienes en su momento entraron con vehículos todoterreno y que, a sabiendas (o no), pasaron por encima de ellas. Actualmente el acceso por tierra a todo el área se ha controlado bastante y suele ser eminentemente de carácter científico o militar. De esa forma se espera no estropear en unos pocos años lo que se ha conservado en miles…

Imagen aérea de las Líneas de Nazca (Perú)

Cuando el vuelo ya llevaba aproximadamente la mitad de su recorrido empecé a sentir un pequeño mareo debido al movimiento del aparato, sobre todo cuando pasaba a posicionarse a izquierda o derecha para que todos los pasajeros de la avioneta tuviésemos la mejor vista y disposición a hacer fotografías. Por fortuna la pasión era mayor que mi revoltijo estomacal y seguí sin apartar la mirada de mi ventanilla para no perder detalle de todo lo que se estaba desplegando debajo de nosotros. Como por ejemplo lo que se asemeja enormemente a «una pista de aterrizaje», pero perfilada muchos siglos antes de que se pudiese volar como lo estábamos haciendo. Se puede ser más o menos escéptico pero las comparaciones en este caso no son odiosas, ni mucho menos.

Así se ven en un vuelo en avioneta las Líneas de Nazca

Otro ave se sumó a la colección de imágenes «rasgadas» de Nazca. En este caso el gigante de los gigantes, el contacto con los dioses en el cielo para muchas de las civilizaciones prehispánicas, el cóndor. Ciento cuarenta y dos metros representan la envergadura de este colosal carroñero que hoy día sigue surcando los cielos de Perú como pude comprobar apenas un día antes en el Cañón del Colca donde los cóndores pasaron a nuestro lado. Quienes habían dibujado a este pájaro celestial habían tenido la oportunidad de verlo bien para dibujar su perfecta silueta en esta especie de lienzo terrenal que abarca 800 kilómetros cuadrados (extensión del territorio en el que se plasmaron las líneas de Nazca). Al igual que con el mono y otras figuras, líneas anteriores y posteriores cruzan por encima este enorme cóndor que abre sus alas en el suelo de Nazca.

Líneas de Nazca (El Cóndor)

Pasamos a ver otro ejemplar del mundo animal que también aparece bien representado, la araña. Con cuarenta y cinco metros de largo, hablamos de uno de los mejores trabajos realizados por quienes hicieron estos dibujos. La definición de la misma es tal que, al parecer, se trata de un ejemplar de ricinulei, una rarísima especie amazónica que se caracteriza por poseer el aparato reproductor en una de sus patas, algo que querrían dejar claro también mediante dos líneas paralelas que parten de su pata trasera y exterior de la derecha. Lo más sorprendente es que esta característica de la ricinulei es únicamente visible con un microscopio, lo que nos hace pensar en el profundo conocimiento que tenían los pueblos prehispánicos (no sólo de Nazca) de la naturaleza que les rodeaba o que, incluso, les quedaba más lejos.

Líneas de Nazca: la araña

Apareció poco después «El Papagayo», o más bien algo similar a un loro, plasmado con una mayor abstracción que las demás figuras, con alas que parecen las de una avioneta y grandes ojos redondos. Este dibujo está un tanto estropeado, no por las inclemencias del tiempo o la erosión de la tierra, sino porque son numerosísimas las líneas y formas geométricas las que lo rompen sin ton si son. Son tantos los «senderos sagrados» (definición de algunos arqueólogos) y tan largos (el que más sesenta y cinco kilómetros km) que no dejan más que dudas en torno a las razones de quien allí las pusieron.

Papagayo (Líneas de Nazca a vista de avioneta)

Algo que impresiona de veras es la exactitud de estos trazos para los que quizás haría falta algo más que buen tino. Para hacer gran parte de las líneas que hay en Nazca debieron ser necesarios complejos cálculos matemáticos e instrumentos que parecerían estar lejos de existir en ese tiempo. Su perfección sorprende a los arqueólogos e invade a los que piensan que ciertas civilizaciones dispusieron de una tecnología por ahora desconocida para nosotros, herramientas y conocimientos totalmente extemporáneos. Esa es precisamente la grandiosidad de Nazca, que se cultivaron rectas, ángulos y figuras sólo visibles desde el cielo (hay figuras que requieren elevarse más de quinientos metros para verlas correctamente).

Y, a pesar de que mi estómago seguía dándome disgustos, aún quedaba más de este viaje aéreo en cámara lenta que a izquierda y a derecha nos iba mostrando algunos de los secretos de esta carta o mapa escrito miles de años atrás. Los movimientos de la avioneta eran incesantes pero, sin duda, un daño colateral (y necesario) para contemplar lo que hasta bien entrado el Siglo XX nadie había podido apreciar plenamente en persona (O sí, ¿quién sabe?). Por fortuna ahora es posible llevar a cabo este tipo de «turismo enigmático» presentándose en la ciudad de Nazca tal y como yo había hecho, o un buen número de viajeros que día tras día toman una avioneta.

Líneas de Nazca desde el aire (Vuelo en avioneta)

Nuestro rumbo nos llevó por encima de dos dibujos diferentes, los únicos que son apreciables mínimamente desde un mirador situado en un lateral de la carretera Panamericana (veinte kilómetros al norte de Nazca) que también atrae a un buen número de curiosos que vienen con agencias, taxis, sus vehículos particulares o de alquiler. Esta plataforma de observación es la única oportunidad para quienes tengan miedo a volar o no soporten las vibraciones de una avioneta tan pequeña. Lo bueno es que aquí se ven dos figuras conocidas como «El árbol» y «Las manos», aunque nunca con la definición que se puede obtener desde el aire. Curiosamente, aunque mucha gente ve sólo estas dos figuras, conviene apreciar que la cola de un lagarto aparece a un lado del árbol, dibujo que corta de raíz la carretera.

Las líneas de Nazca desde el aire (Vuelo en avioneta)

Apenas unos pocos instantes restaban de este apasionante vuelo. La sucesión de líneas no se terminó prácticamente hasta que nos aproximamos a la pista de aterrizaje del aeropuerto. La real, la del Siglo XX, que uno hablando de estas cosas nunca sabe discernir sobre la realidad absoluta, una verdad a medias o una simple broma. La tierra ardiente que veíamos cada vez más cerca, y sólo ella, es la única conocedora del secreto Nazca, de cómo, cuándo y, sobre todo, por qué. Líneas kilométricas, dibujos que se acercan al millar, y esa duda casi existencial que probablemente nunca lleguemos a despejar. Quizás sea mejor, de esa manera no nos hará descuidarnos ni tener el desdén de descartar la existencia de lo que no podemos demostrar al 100%.

Un golpetazo en el suelo de la pista fue la señal de que habíamos aterrizado sanos y salvos, del fin de un viaje por los cielos del suroeste peruano. A pesar de que mi cabeza tardó en dejarse de mover al ritmo de mi interior propenso al mareo, era consciente de la fortuna de haber sobrevolado el enigma. Mis ganas de leer mucho más sobre Nazca eran aún mayores que antes, y os aseguro no eran pocas. Y así seguir una búsqueda macerada en mil historias e hipótesis, tantas como señales rasgando las pampas. ¿Acaso las líneas señalaban distintos acuíferos para quien el agua era el símbolo de la vida? ¿Querían tener un calendario perfecto que marcara sus cosechas tal y como hicieron otras civilizaciones aunque de otra manera? ¿Querían dar las gracias a los dioses que les vigilaban desde arriba? ¿O quizás era un guiño a algún lejanísimo visitante?

Las líneas de Nazca desde una avioneta

En realidad todo eso da igual, preguntas y más preguntas… ¿Qué más da? ¿Acaso necesitamos dudar mucho más tiempo de que el ser humano es capaz de hacer obras colosales? ¿Acaso vamos a dejar de sorprendernos de la Historia? Somos prácticamente analfabetos. Es cierto, no sabemos nada, pero… cuánto disfrutamos cuando nos damos cuenta de que hubo quienes fueron capaces de romper la lógica para sacar al mundo de su rutina. El pasado no es pasado, es tan sólo una señal de nuestro presente y del futuro de las próximas generaciones que pueblen el Planeta. Espero entonces siga habiendo preguntas que hacerse…

Para contratar con antelación un vuelo sobre las Líneas de Nazca pincha aquí.

Nazca desde el aire. Otro sueño cumplido. Y no penséis que ese día se acabaría todo porque visitaría el Cementerio de Chauchilla durante la mañana y partiría en bus hacia Ica para encontrarme con buenos amigos y disfrutar en lo que quedaba de semana de las bodegas de Pisco y, sobre todo, de las Dunas de Huacachina para montar en buggies y practicas sandboard. En Perú cada paso que se da es firme y hay que estar habituado a no dejar de maravillarse con la gran cantidad de opciones que hay para toda clase de viajeros.

Momia del cementerio de Chauchilla (Nazca)

Ya podéis desabrocharos los cinturones, que este vuelo se ha acabado por hoy.

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22 Respuestas a “Sobrevolar el enigma: Las líneas de Nazca en avioneta”

  • Piscos, buggys y sandboard en las dunas de Ica | Mi patria son mis zapatos - Blog de Viajes dice:

    […] en esta ocasión íbamos a tener la compañía de Sele que estaría a punto de llegar a Nazca para sobrevolar las líneas primero, y luego se dirigiría a Ica para juntarse con nosotros. Por este motivo, el de juntarnos […]

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