Maravillas que ver en Xi’an, el extremo oriental de la Ruta de la seda
Mucho antes del descubrimiento de los guerreros de terracota allá por 1974 la ciudad de Xi’an estaba entre uno de los destinos más excepcionales de China (y diría que de Asia). Y eso que hablamos del que probablemente se trate del hallazgo arqueológico más importante del siglo XX. Pero, aún sin la presencia del vasto ejército desenterrado en las proximidades del mausoleo todavía inexplorado del Emperador Qin Shi Huang, sabíamos de la vieja Xi’an que durante siglos fue capital del Imperio Chino y el extremo oriental de la Ruta de la Seda. La última (o la primera según se mire) de un recorrido que unió el Lejano Oriente con Asia Central y Europa, tal como nos contó Marco Polo en su libro de las maravillas. Destino de caravanas y mercaderes venidos de remotos confines y que comerciaban con gemas, marfil, especias y, por supuesto, la seda que se elaboraba en China desde hacía miles de años. Ya entonces tenía la ciudad más habitantes que sumando las principales capitales europeas. Hoy Xi’an se trata, de largo, de un viaje estupendo para ir en busca de los prodigios de su rico pasado y la multiculturalidad tanto dentro como fuera de su extensa muralla.
He tenido la suerte de viajar a Xi’an en dos ocasiones bastante separadas en el tiempo en las cuales he tenido tiempo de perderme en su barrio musulmán, probar los mejores dumplings a este lado de China, ir en bicicleta por su muralla antigua, rendirme ante sus pagodas milenarias y, por supuesto, admirar la grandiosidad de los guerreros de terracota. De ahí que me gustaría compartir a continuación todos esos lugares tan maravillosos como imprescindibles que ver en Xi’an y así poder regresar, aunque sea a través de las palabras y las imágenes, a un emplazamiento esencial para comprender el mundo.
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Xi’an, la esencia de la China milenaria en pleno siglo XXI
Cuando Marco Polo viaja camino a Xi’an (en su libro habla de ella como Quengianfu, la cabeza del reino de Catai, es decir, China) cuenta que ha visto «un gran mercado de sedas» en el que tejen «brocados de oro y seda de todas clases». Es en el capítulo 112 en el que describe a Quengianfu destacando de la misma y sus alrededores como «llena de moreras, en las cuales anidan los gusanos de seda» y la define como «gran ciudad comercial e industrial», con un palacio real y sus huéspedes morando en una «llanura rodeada de lagos, ríos y riachuelos» por el que corrían «numerosas fuentes». No se olvida de mencionar que ostenta «una robusta muralla, que rodea la ciudad, y tan hermosa que no puede dibujarse mejor».
Aquellos comentarios fueron en el siglo XIII. En pleno siglo XXI todavía se accede a Xi’an por una poderosa muralla que bordea la urbe y que conserva sus puertas principales en sus puntos cardinales. El recuerdo como punto de partida y de llegada de la ruta de la seda todavía se mantiene, por ejemplo, en la absorción de la religión musulmana por parte de millones de personas que habitan la urbe y las cuales disponen de su propio barrio. Pero entre monumentos imponentes y detalles de su contrastada antigüedad surge también una ciudad moderna salpicada por edificios altos y luminosos, trasiego las 24 horas del día y, en definitiva, parte indivisible de la nueva China y que al viajero, en ocasiones, le cuesta asumir. Xi’an dispone de tremendos tesoros, pero buena parte de los mismos deben compartirse con elementos nuevos que definen un país de cambios veloces y superpoblación.
Mi primera vez en Xi’an fue allá por el verano de 2005 como parte de un largo viaje en tren transmongoliano en el que terminamos visitando China después de haberlo hecho antes con Rusia o Mongolia. Regresé para la primavera de 2018 como parte de otro sendero deseado, el que me llevó a viajar hasta el Tíbet atravesando China desde Shanghai. Xi’an volvió a ser parada imprescindible. Y me di cuenta de lo que había crecido la ciudad, de que llegaba hasta ella el tren bala y de cómo se había «occidentalizado» con horarios fijos en sus comercios (algo antes impensable), mejoras en su accesibilidad, una oferta turística mucho más amplia y en un tráfico aterrador que entonces no era tanto. Pero una vez más, a pesar de los cambios, me enamoré de la ciudad. Algo, no se qué aún, me volvió a atrapar en sus callejuelas, en su agitado mercado nocturno y en las muchas preguntas que quedan por resolver de la antigua Chang’an (el nombre por el que fue conocida durante siglos).
¿Cómo llegar a Xi’an?
Xi’an se encuentra en el corazón de la provincia de Shaanxi que, si miramos un mapa de China, lo posicionaríamos en una posición relativamente central. A medio camino entre la vasta meseta tibetana y la costa pacífica a la que se asoman urbes como Pekín o Shanghai. De hecho su situación estratégica, así como su poder durante el tiempo que fue capital imperial, ha sido clave a lo largo de toda su historia. Hoy día se puede llegar a Xi’an en avión desde numerosos puntos de Europa, así como desde el propio continente asiático (Singapur, Vietnam, Camboya, Nepal, Japón, etc). Un buen ejemplo europeo es Finnair, que ofrece vía Helsinki vuelos a este destino. Estando en la propia China es fácil llegar en tren bala desde Shanghai en aproximadamente siete horas (hace una década suponían casi veinte horas) y desde Pekín en menos de cinco horas (antes era más del doble). También el famoso tren transtibetano se puede tomar aquí (para un viaje a Lhasa de día y medio de duración. Más información en 60 consejos para viajar al Tíbet).
Hoy día Xi’an forma parte de los recorridos de muchos viajeros y viajeras a China, que lo incluyen en su itinerario como destino esencial de unos días o semanas en el país, pero además de quien sigue de manera completa o parcial la ruta de la seda (hay gente que viene a este viaje desde Uzbekistán, donde se encuentran ciudades míticas como Samarkanda, Bukhara o Khiva) o, como fue mi caso, convirtiendo a esta ciudad en una parada indiscutible para ir por tierra al Tíbet desde suelo chino.
¿Qué ver en Xi’an? ¿Qué hacer en Xi’an? Guía de viaje con los lugares imprescindibles que visitar en la ciudad
Xi’an es una ciudad que recomiendo para dos o tres días, aunque en una sola jornada da tiempo a ver buena parte de los escenarios principales con los que cuenta. Menos de un día y una noche no aconsejo bajo ningún concepto. Por un lado porque es una ciudad con un innegable atractivo nocturno, sobre todo en el entorno del bazar musulmán, y por otro porque es uno de los lugares de China que más sosiego requieren. Por muy grande que sea no tiene nada que ver con la locura de Shanghai o Pekín. Aún con más de diez millones de habitantes, resulta bastante más relajada que las anteriores. De ahí que muchos la consideremos entre nuestras ciudades favoritas de China. Si bien en mi caso soy amante de lugares pequeños que, aunque cueste creerlo, aún quedan (y realmente interesantes) pueblos y ciudades pequeñas a lo largo de la antigua Catay que conservan muchos elementos de su esencia ancestral.
Si podemos elegir, éstos son los lugares (y actividades) que no deberíamos perdernos en una visita a Xi’an de uno o dos días. Toma nota:
1. Contempla con asombro los más de seis mil guerreros de terracota que custodian la tumba de Qin Shi Huang
Para vislumbrar in situ el mayor hallazgo arqueológico del siglo XX, y probablemente de la Historia, debemos desplazarnos a 33 kilómetros de Xi’an (con el tráfico de la mañana el trayecto requiere casi una hora de viaje). En en 1974, aunque existen testimonios anteriores, unos campesinos hallaron de manera fortuita un guerrero de terracota a tamaño natural. Sin saberlo, acababan de dar luz a algo mucho más grande de lo que nadie hubiese sido capaz de imaginar. Porque en aquellos campos de cultivo tras intensas excavaciones arqueológicas aparecieron más de seis mil guerreros (se cree que son muchos miles más los que quedan aún por descubrir) de un ejército de terracota que supuestamente había sido sepultado para acompañar a la otra vida, y ayudarle a gobernar allá donde estuviese, al primer Emperador en unificar China allá veintitrés siglos antes, Qin Shi Huang. Todas las figuras, ordenadas a propósito según su rango militar, poseen rasgos físicos distintos las unas de las otras. Con sus armaduras, sus bigotes y su gesto hierático de quien está preparado para la guerra. Unos a pie, otros junto a sus caballos. En su momento policromadas (el color se pierde casi al instante de desenterrarlas, aunque se están investigando distintas tecnologías modernas para evitarlo), ahora ocres, se exponen en el Museo de los Guerreros de Terracota, visitado cada año por millones de personas siendo el destino de China más deseado junto a la Gran Muralla.
Hay tres grandes salas donde ver a los guerreros, aunque la principal es la primera y más grande donde se reúnen unos seis mil de una tacada. Todos ellos en la zanja excavada en la que fueron hallados, aunque el yacimiento se encuentra protegido dentro de un enorme hangar. Hay a quien esta estructura artificial le parece que descontextualiza la escena, pero se trata de la forma más fiable para conservar las figuras y, en cierto modo, muestra lo que es hoy día el lugar en el que continúan los trabajos de los arqueólogos y restauradores (la mayor parte de los guerreros estaban destruidos). El visitante va bordeando el yacimiento, eso sí, en compañía de miles de personas, en su mayoría locales, aunque siempre hay sitio y momento para contemplar y fotografiar esta maravilla (no hay restricciones fotográficas, ni la de los dichosos palos selfie) que deja con la boca abierta a cualquiera. Y es que el mero hecho de su propia existencia es algo que cuesta comprender, por lo que durante la visita surgen cientos de preguntas, muchas de ellas sin respuesta posible.
La segunda sala, justo a un costado de la primera, cuenta con algo más de mil soldados. Dicho yacimiento se encuentra en un estado de peor conservación, puesto que la mayor parte de las figuras, así como los caballos, están todavía en trozos, aunque los delicadísimos trabajos de recomposición de las mismas avanza año tras año y se pueden volver a ver en un estado casi intacto (salvo el color y las armas, la mayoría de las cuales fueron saqueadas hace más de dos mil años). Las estatuas mejor conservadas, como la del arquero arrodillado, el General o el hombre junto a su caballose exponen e vitrinas de cristal para poder apreciar a corta distancia todos los detalles posibles.
La tercera sala o fosa tiene menos guerreros, pero son de mayor rango, dado que se cree que representa al Estado Mayor del ejército. Fue excavada en 1977 y en ella descubrieron un carro de guerra con cuatro guerreros y sesenta y cuatro figuras de oficiales y generales, sin armas ni orden de combate, de ahí que se dedujera su mayor importancia en el escalafón del ejército de terracota que acompañó para siempre a Qin Shi Huang.
Además de los pabellones hay una galería realmente interesante bastante cerca de la fosa número uno. En ella hay dos carrozas de bronce pintado junto a sus respectivos aurigas. Son dos de las obras maestras más preciadas del tesoro que custodiaba la tumba. Que, por cierto, aún no existe la tecnología para acceder a la misma, a pesar de lo que las leyendas dicen de ella.
La leyenda «documentada» del mausoleo del Gran Emperador Qin Shi Huang
Hay textos antiguos que hablan de esta tumba:
«Al comienzo de su reinado, Shihuang hizo excavar el monte Li. Después de haber reunificado el imperio, envió allí más de 700.000 trabajadores. Se excavó hasta el nivel del agua, se cubrió de bronce y se llevó el sarcófago. Se transportaron palacios, edificios administrativos, utensilios maravillosos, joyas y objetos raros que se enterraron y abarrotaron. Se encargó a algunos artesanos que fabricaran ballestas y flechas automáticas dirigidas contra quienes osasen introducirse (en la tumba). Se hicieron cien cursos de agua y un gran mar… de mercurio transportado por máquinas… Antorchas de grasa de foca que durasen mucho tiempo.»
Ershi, su sucesor, describió lo siguiente:
«No hace falta poner en libertad a las concubinas del emperador que no hayan tenido hijos». Ordenó que todas le siguieran en la muerte y a muchas se las mató. Cuando se introdujo el ataúd, se dice que cuantos habían participado en la construcción de las máquinas y la instalación de los tesoros y que conocían su inmenso valor, fueron sepultados vivos al dejarse caer la puerta de entrada exterior para que no pudiera salir ninguno de ellos. Se sembró hierba y se plantaron árboles para que el túmulo tuviese aspecto de montaña».
La visita al museo de guerreros de terracota a las afueras de Xi’an no deja indiferente a nadie. Reconozco que este tipo de sitios me sobrecogen. Incluso a pesar de que haya tanta gente durante el recorrido. Por mi cabeza rondan tantas cuestiones. ¡Me parece todo tan increíble! De ahí que la mera entrada al yacimiento, del que no se ha sacado a la luz ni una décima parte, sea toda una aventura.
Horarios y precios de la entrada al museo de los guerreros de Xi’an
+ El museo abre todos los días del año. De mediados de marzo a mediados de noviembre lo hace de 8:30 a 18:00 horas y el resto del año abren también a las 8:30, pero cierran media hora antes. La venta de entradas se detiene una hora previa al cierre.
+ El precio de las entradas de marzo a noviembre es de 150 yuanes, mientras que de diciembre a febrero se pagan 120 yuanes.
+ El precio de la entrada incluye los tres pabellones, la sala de los carruajes, el jardín Lishan y la posibilidad de tomar buses lanzadera dentro del parque arqueológico (sus dimensiones son tremendas).
+ Existe un restaurante tipo buffet en el museo pero la relación calidad/cantidad/precio es lamentable. Mejor buscar otras opciones antes o después de la visita a los guerreros.
+ El tiempo estimado de la visita a todo el conjunto es de dos a tres horas como mínimo. En función de la afición y el entusiasmo que se tenga por el sitio la cosa puede alargarse más.
2. Date una vuelta (o pedalea) por la muralla medieval que protege a Xi’an
Si vamos de fuera a dentro el siguiente paso, no cabe duda, sería en la muralla. Pero es que ésta, de la que ya hablaba el mismísimo Marco Polo, cuenta con nada menos que catorce kilómetros de longitud cerrando en forma de cuadrado la antigua capital del Imperio chino. Cuatro puertas permiten el acceso a la ciudad siguiendo los puntos cardinales norte, sur, este y oeste. Su grosor además es de aproximadamente quince metros, lo que permitía entonces que los soldados pudieran utilizar caballos sobre la misma tanto para realizar acciones de vigilancia como para desplazarse de un lado al otro. Hoy en día se puede caminar sobre la muralla, y no sólo eso, hacérsela entera en una bicicleta de alquiler (aprox dos horas). Ese último fue uno de los descubrimientos que, en nuestro caso, nos recomendaron y reservaron en Youlan Tours (quienes además se ocuparon de gestionarnos los permisos para viajar al Tíbet y toda la ruta, así como transportes terrestres, la posibilidad de pernoctar en un templo budista, etc.).
Se puede dar el rodeo completo a la muralla, pero la falta de tiempo suele hacer que se haga sólo un tramo. Generalmente se recoge y se devuelve la bici en un espacio habilitado en la puerta sur (Yongning) que, además, es la más fotogénica de las cuatro principales.
De noche se ilumina la muralla, así como las torres de cada puerta, por lo que suele ser buen motivo para acercarse y tomar fotos.
3. Sitúate en la torre de la campana, el centro exacto de la vieja Xi’an
Si en la cultura mediterránea todos los caminos llevan a Roma, cuando uno está en Xi’an lo que se dice es que todos los caminos llevan a la torre de la campana. Está situada en el centro exacto de la ciudad amurallada. Tanto, que aunque fue construida por primera vez en el siglo XIV durante la Dinastía Ming, cuando la ciudad creció poco después y fue renovada la muralla, la gran puerta fue desplazada unos metros para seguir teniendo la condición de punto central. Desde la misma se ven las puertas norte, sur, este y oeste a la misma distancia al otro lado de gruesas avenidas. Tiene muy cerca la emblemática torre del tambor, todo un icono de Xi’an y que sirve para acceder al barrio musulmán, probablemente la zona más interesante para visitar en la ciudad. De hecho, de alojarse en Xi’an, recomiendo hacerlo en el entorno de ambas torres para aprovechar su situación estratégica (y el bazar, los restaurantes musulmanes, el ambiente alrededor de la mezquita y el trasiego que existe noche y día).
Esta torre , al igual que las otras, cuenta con el diseño arquitectónico clásico de la Dinastía Ming que se incorporó a otras construcciones y conforma el que probablemente sea al estilo más reconocible de China. De hecho se la considera entre las de mayor tamaño y en mejor estado de conservación en todo el país, con casi cuarenta metros de altura.
La campana que sonaba en su origen en plena madrugada pertenecía a la Dinastía Tang y se la conocía como la campana Jingyun. Ésta fue cambiada por otra más pequeña, pero para hacernos a la idea de su tamaño cabría recalcar que la actual pesa en torno a las cinco toneladas. Sobre las razones por la que cambiaron una por otra, cuenta la leyenda que con el cambio de dinastía Tang a Ming, ésta dejó de sonar de manera incomprensible. Quizás por no reconocer a los nuevos dueños de los destinos de millones de chinos.
4. Recorre por el día el barrio musulmán de Xi’an y accede a su Gran Mezquita
Torre del tambor y Gran Mezquita
A pocos metros la torre del tambor, también perteneciente a la Dinastía Ming y construida a finales del XIV, servía para anunciar la tarde. Hoy día se puede visitar por dentro y ver expuestos diversos tambores con muchos siglos de Historia, así como tener a mano una bonita panorámica de la ciudad. Pero es, sobre todo, el lugar que da paso al animado barrio musulmán de Xi’an. No hay que olvidar que en en la ciudad de destino de una importante ruta comercial como era la de la seda, el Islam tuvo una entrada relativamente sencilla. Hoy conviven en sus calles cientos de miles de musulmanes, en su mayoría de la etnia hui, en total armonía con el resto de la población. De hecho en esta parte de China no existe la rigidez religiosa de otras regiones y países donde la religión mayoritaria es la musulmana.
No hay más que entrar a su antiquísima mezquita, la pequeña Meca en territorio chino, que fue levantada en el año 742 (bajo la Dinastía Tang, aunque con renovaciones bajo los Ming y Qing) para dar servicio a los feligreses de la nueva relación que habían llegado a la ciudad. Si uno no se percatara de la vestimenta de quienes acuden a orar, le costaría encontrar la diferencia con un complejo religioso donde se profese el budismo, el confucionismo o el taoísmo.
Los casi 12.000 metros cuadrados en los que se extiende la mezquita de Xi’an se disponen a través de pabellones, jardines y agua (todo muy feng shui). Con elementos arquitectónicos que mezclan influencias árabes y chinas de la época, siendo uno de los mejores ejemplos existentes hoy día del arte sino-árabe, desde la entrada hasta la enorme sala de oraciones (esta es la única parte a la que no pueden acceder los no musulmanes). En ocasiones especiales se celebran encuentros de la comunidad y, si se tiene la suerte como fue nuestro caso, es posible ser testigos privilegiados de un acontecimiento que reúne a muchísimas personas en el edificio musulmán más histórico e importante de la larga historia china. Y todo en un ambiente muy relajado y cordial con los visitantes, independientemente de si son o no creyentes.
De compras por el bazar del barrio musulmán
Alrededor de la mezquita surgen infinidad de galerías comerciales no sólo para las compras de los residentes sino además para los turistas que van en busca de souvenirs, especias, artesanía y antigüedades. Las vías del bazar del barrio musulmán de Xi’an abren sus puestos desde primera hora de la mañana hasta bien entrada la noche, por lo que no son pocos los visitantes que combinan el tema compras con la comida callejera, lo que suele ser un gran acierto.
El regateo en Xi’an
En el bazar de Xi’an y casi en cualquier tienda de la ciudad, no es que se pueda negociar el precio sino que es algo que SE DEBE HACER. El regateo es parte de la esencia de tan antiquísima ciudad comercial. Únicamente en la tienda del museo de los guerreros de terracota, no es posible hacerlo. Y no para descontar un 10%. En muchas ocasiones los vendedores empiezan pidiendo más del doble del precio justo. Y que nadie dude, si te lo venden, por muy barato que lo hayas sacado, ellos sacan su beneficio. De lo contrario no te lo venderían.
Hasta aquí una recomendación diurna. Más adelante, ya por la noche, el regreso al barrio musulmán es obligado.
5. Visita las dos pagodas de la oca salvaje (Grande y pequeña)
La Gran pagoda de la oca salvaje
A mediados del siglo VI (Dinastía Tang) pertenece el complejo religioso budista más importante de Xi’an, la Gran pagoda de la oca salvaje. El propósito de su construcción fue albergar los textos sánscritos traídos por el monje Xuanzang tras una larga peregrinación por el subcontinente indio. A éste se le considera uno de los personajes que más influyeron en la extensión y estudio de las creencias budistas en China puesto que fue quien se encargó, tras la creación de una escuela, de la traducción de más de un millar de documentos al chino, toda una proeza en aquella época.
Se levantó una pagoda de forma piramidal con cinco plantas utilizando barro y ladrillo, aunque la estructura se cayó y hubo que levantarla de nuevo en el año 701, aunque con un añadido de cinco pisos más. El deterioro y los derrumbes ocasionados tras diversos conflictos que afectaron al edificio dejaron a la pagoda definitivamente en siete plantas. Por supuesto hubo remodelaciones y retoques posteriores porque el estado actual del monumento religioso es magnífico. El estilo arquitectónico mostrado en esta gran pagoda se ve también al suroeste de China, concretamente en los alrededores de Dali, una de las ciudades más importantes de la provincia de Yunnan (que, por cierto, es un viaje que recomiendo encarecidamente).
Es posible acender los 64 metros de altitud de la pagoda a través de una escalera circular (se paga aparte y los tickets se pueden comprar en las taquillas que hay fuera del reciento así como a los pies de la propia construcción). Alrededor hay multitud de templos y estatuas que lo conviertenen una visita que da para mucho tiempo.
Muy cerca de esta pagoda se encuentra el Templo de la gracia maternal conocido como Da Ci’en), del siglo VI después de Cristo.
La pequeña pagoda de la oca salvaje
Medio siglo después del nacimiento de la Gran pagoda de la oca salvaje se construyó la versión a menor escala pero con un número mayor de plantas (13 en 45 metros de altura). Separada por cinco kilómetros de su hermana mayor y enclavada en el templo Jianfu es, personalmente, el edificio más hermoso e inspirador que ver durante un viaje a Xi’an. No se conserva tan bien la pagoda mayor, dado que se advierten los daños ocasionados por los distintos terremotos, pero si lo admiramos desde su jardín trasero encontramos la postal perfecta que nos habla de lo próspero que debió ser Chang’an durante la Dinastía Tang.
A la pagoda menor no se puede subir, al contrario que la otra. Si bien cuenta con un interesante pabellón de exposiciones para aprender sobre este lugar y la importancia de Xi’an durante su larguísima historia.
6. Noche de dumplings (y otras delicias) en Xi’an City
Tras una jornada la mar de agitada visitando los mejores lugares que ver en Xi’an es momento de dejarse llevar por la noche de la ciudad china. Las luces en el entorno de las torres de la campana y del tambor, o de la muralla que rodea el casco viejo, son dignas para disfrutar cuando el sol se decide a desaparecer. Concretamente tras la torre del tambor, en el corazón del barrio musulmán, surgen centenares de opciones gastronómicas en plena calle Huimin Jie, toda ella peatonal y con una cantidad inasumible de puestos de comida. Repleta de gente, con el humo de las brasas resoplando hacia los focos de luz convierten a este enclave en uno de los sitios a los que no se puede dejar de ir bajo ningún concepto.
En Huimin Jie venden brochetas de todos los tipos, hamburguesas braseadas al instante, helados, dulces y, por supuesto, se encuentra una amplia gama de delicatessen no preparadas para todos los estómagos . Cada puesto es un tesoro digno de observar con detenimiento, un micromundo que no descansa en el entramado de sabores y aromas allí formados.
Al principio del artículo hablaba de dumplings. No me voy por más derroteros. Dumplings, raviolis y empanadillas al vapor, un sinónimo repleto de matices y gustos. Atención, que no hay carteles en inglés y cuesta encontrar el local. Tomamos de referencia las gradas que hay nada más cruzar la calle (por debajo) desde la torre de la campana (la central) a la otra acera pero sin llegar a la torre del tambor. En el edificio que tiene al frente el graderío no hay que cortarse y subir una planta para advertir un gran restaurante de gran tamaño. Se entra y se sube de nuevo unas escaleras. Por fin habremos llegado a De Fa Chang Restaurant. Allí sirven nada menos que diecinueve tipos diferentes de raviolis (un tipo de dumplings más pequeños). ¡Hay que pedir probar todos! Los menús degustación rondan los 120 yuanes.
También es cierto que lo raro en Xi’an, es que no preparen de manera excelente los dumplings y este tipo de empanadillas al vapor. Es una de las especialidades de la ciudad.
7. Presta atención a estas otras propuestas comodín para añadir a una visita a Xi’an
En el caso de poder pasar más tiempo en la ciudad hay múltiples propuestas extra para sacarle partido a la estancia. Como, por ejemplo, las Fuentes termales de Huaqing, a medio camino de el Museo de los Guerreros de Terracota, las cuales fueron utilizadas por los monarcas y nobles de la Dinastía Tang. Un compeljo enorme de jardines, estanques y pabellones de gran belleza, muy a menudo obviado por los visitantes extranjeros, en un entorno rico en manantiales de agua caliente y que puede resultar interesante combinar con la visita guerreros (para antes o después ya que se llega por la misma vía).
Mucho más cerca (En Sanxue Street, en la puerta Wenchang) se encuentra un enorme museo de estelas de piedra (Beilin Museum) en el entorno de un antiguo templo de Confuncio. A este lugar también se le conoce también como el bosque de estelas de piedra y cuenta con una de las mejores muestras de todo el país.
Al este de la ciudad vieja el Museo de Banpo (se puede llegar en la línea 1 de metro) contiene las ruinas de una antigua aldea neolítica con miles de años de antigüedad, así como centenares de objetos hallados en las excavaciones. Se trata del primer museo dedicado a la prehistoria en China y de aquí pertenecen los primeros símbolos de escritura encontrados en el país. No existe una muestra más antigua que ésta.
A 120 kilómetros el Monte Hua Shan es uno de los más sagrados e importantes de China para la cultura taoísta, aunque por el tiempo necesario para llegar (en bus aproximadamente tres horas), mucha gente se queda a dormir allí o en sus alrededores.
Xi’an, parte de un largo viaje por tierra al Tíbet
El largo camino a Lhasa entrando por China convirtió a Xi’an en uno de los imprescindibles del viaje. Debo agradecer a Irene de Youlan Tours que nos echara una mano a Isaac (de Viajes Chavetas) y a mí con esta intensa aventura. Porque juntos, en definitiva, encendimos la mecha para cumplir un sueño.
Más relatos en este blog sobre China y Tíbet (haz clic sobre el enlace)
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
5 Respuestas a “Maravillas que ver en Xi’an, el extremo oriental de la Ruta de la seda”
Maravillosos lugares e impresionantes relatos quiza gracias a Ud. algun dia pueda visitar Xian. Felicitaciones
Ojalá sea así, Liliana. El día que visites Xi’an seguro que vuelves maravillada.
Un saludo,
Sele
uy de fórjate un post para el desmadre pero muy interésate tu viaje y las recomendaciones que das a medida que uno avanza en el artículo , y por otro lado esta cultura tiene una historia milenaria ,me imagino la sensación de estar allá y tratando de trasmitirla con tus palabras y las fotos que publicaste.
Gran artículo Sele, en unos días vamos a hacer ruta x china y vamos a alojarnos dos noches en Xian, en un principio queríamos hacerlo x nuestra cuenta xr veo q es un poco complicado x lo q te agradecería me dijeras si allí puedes encontrar alguna agencia q te lleve hasta los guerreros o es mejor llevarla ya reservada desde aquí, en caso de q sea así, me puedes recomendar alguna..?.
Gracias,
Antònia
Hola Antònia!
Mira, te recomiendo esta excursión privada con guía en español: https://www.civitatis.com/es/xian/excursion-guerreros-terracota/?aid=1256
Mucha suerte!!
Sele
PD: Yo sí la llevaría reservada desde aquí si tenéis claras las fechas.