Lugares increíbles que ver en una ruta por la península de Snaefellsnes (Islandia)
Dicen que Snaefellsnes es la representación de todo lo mejor de Islandia en una sola península. Apenas a un par de horas de la ciudad de Reykjavík, esta larga lengua de tierra de extraña pronunciación que se sumerge en el oeste del país mirando a la cara a Groenlandia, cuenta con un gran volcán taponado por su propio glaciar, cascadas entre columnas de basalto, playas en las que se zambullen las focas, un escenario alucinante de Juego de Tronos convertido en una de las mejores postales de Islandia, extensos campos de lava, acantilados imposibles e islas rocosas para encontrarse con frailecillos y todo tipo de aves marinas, así como ballenas. Y, por supuesto, aldeas con entrañables casitas de madera en las que aún huelle a tiburón podrido, considerado un manjar desde la época vikinga (aunque para muchos sea como masticar carne con lejía). También, por su ubicación, es un destino excelente para disfrutar de las auroras boreales, que refulgen de manera especial durante el invierno entre estruendosos paisajes.
De Snaefellsnes partió Erik el Rojo hace más de mil años en busca de tierras lejanas. Y en su glaciar Julio Verne situó la puerta a ese otro mundo que nos mostró en el «Viaje al centro de la Tierra». Hoy día es posible bordear esta península tan prolífica para disfrutar, en uno o dos días, de los lugares más increíbles que ver en Snaefellsnes y darse cuenta de que no todo en Islandia es la Ring Road. ¡Menuda colección de maravillas!
Snaefellsnes, una colección de tópicos islandeses
¿Dónde está Snaeffellsness? ¿Cómo llegar?
Vamos a situarnos bien. Si observamos un mapa de Islandia, para localizar Snaefellsnes tendríamos que dirigir nuestra mirada al área noroccidental de la gran isla, algo más arriba de Reykjavík y al otro lado del fiordo de Borgarnes donde aparece un saliente de tierra. Arriba sólo le queda ese extremo recortado de la región de los Fiordos del Oeste, otro planeta islandés que merecería también un aparte (De Látrabjarg y sus frailecillos ya os hablé hace algún tiempo). Hablamos de poco más de dos horas en coche o bus desde la capital islandesa y de una carretera que permite bordear, incluso atravesar, esta atractiva península. Por supuesto para llegar es necesario ir en algún momento por la carretera circular R-1 o Ring Road, tanto si se accede a Snaefellsnes desde el sur (Reykjavík o Borgarnes) o desde el norte (accediendo por Búðardalur si se baja de Vatnsnes o se acaba de abandonar la región de los Fiordos del oeste). También, en el caso de haber tomado un ferry desde estos últimos con www.seatours.is (donde se pueden meter vehículos) , concretamente entre los puertos de Brjánslækur y Stykkishólmur (la ciudad más poblada de la península). Un servicio que sale dos veces el día durante el año, excepto los domingos que lo hace sólo una vez y en el que la gente aprovecha también para pasar por la isla de Flatey en mitad del Breiðafjörður.
Hay quien escoge Snaefellsnes para tomar fotos espetaculares en Kirkjufell, para atravesar campos de lava o hacer una ruta en 4×4 al glaciar. Bien en una completa excursión de un día desde Reykjavík (aunque es mejor el tour de dos días completos) o llegando con su propio vehículo alquilado (ver opciones en un comparador con mucha oferta en Islandia) para recorrer esta porción de tierra que colecciona un poco de todo lo bueno que tiene Islandia. O atraídos por las historias de Julio Verne que vio en el Snaefellsjökull la puerta secreta al centro de la Tierra.
¿Consejos para viajar a Islandia? Aquí van nada menos que 50 recomendaciones útiles para preparar un viaje a Islandia.
En mi caso tuve la suerte de pasar dos jornadas completas en la península de Snaefellsnes y tomar buena nota de lo mucho que puede ofrecer este lugar que no forma parte de las rutas habituales de muchos turistas por la Ring Road, aunque goza cada vez de más fama y más presencia de viajer@s con ganas de seguir descubriendo rincones formidables de Islandia.
Hoja de ruta en Snaefellsnes (Mapa con un recorrido de dos días)
Vengamos del norte o del sur (o en ferry desde los fiordos del oeste) vamos a establecer como base o punto de partida para la ruta por Snaefellsnes a Stykkishólmur, la ciudad más poblada de la península en un punto intermedio al norte de la misma. A partir de ahí nacería una propuesta de viaje con un itinerario en el sentido opuesto a las agujas del reloj con el que ir bordeando este territorio en busca de rincones de interés, esos lugares increíbles e imprescindibles que ver en Snaefellsnes para sacarle el mejor partido a la zona. De ese modo nos quedaría el siguiente mapa u hoja de ruta:
Lugares de la ruta en coche que ver en Snaefellsnes (en este orden):
Stykkishólmur – Helgafell – Museo del tiburón de Bjarnarhöfn – Grundarfoss – Grundarfjörður – Kirkjufellsfoss – Ólafsvík – Rif – Svödufoss – Hellissandur – Ingjaldshólskirkja – Parque Nacional de Snaefellsjökull (campos de lava, playa de Skarðsvík, faro de Svörtuloft, cráter Saxholl, excursión al glaciar, playa Djúpalónssandur, gruta volcánica de Vatnshellir, Lóndrangar y acantilado de Þufubjarg) – Hellnar -Arnastapi – Búðakirkja (iglesia negra) – Playa de Ytri Tunga (focas).
Si bien a priori parecen muchos lugares, hay una buena parte de los mismos que no requieren demasiado tiempo de visita, pero sí son importantes dentro de la ruta que va bordeando la península de Snaefellsnes. Muchos, también, son poblaciones de escaso interés pero que sirven como referencia para situar puntos más importantes.
En el caso de venir desde el norte o noroeste de Islandia, visita la casa de Erik el Rojo.
Poco después de atravesar la localidad de Búðardalur y antes de entrar a Snaefellsnes por la carretera nº54 aparece un desvío a mano izquierda que nos avisa de Eiriksstadir en la carretera 586. A algo menos de 8km se encuentran las ruinas y centro de interpretación que ubica la granja en la que vivió el vikingo Erik el Rojo, quien llegó en primer lugar en barco a las costas groenlandesas (año 982) donde estableció una colonia duradera (en Brattahlíð, la actual Qassiarsuk en el sur de Groenlandia) y cuyo hijo, Leif Erikson, está reconocido por la Historia como el primer europeo en llegar a América. Casi cuatro siglos antes de que lo hiciera Cristóbal Colón. Apenas quedan ruinas que se vislumbran ocultas tras la hierba, pero hay una granja típica vikinga reconstruida para hacernos a la idea de cómo fue el lugar donde se crió uno de los personajes más importantes de la Historia de Islandia.
¿Qué ver en Snaefellsnes? Detalle de los lugares más importantes que visitar durante una ruta por la península
Stykkishólmur, punto de partida
Con algo más de mil habitantes, Stykkishólmur es la ciudad más importante y poblada de Snaefellsnes. Su interés va más allá de su situación estratégica y de ser considerada uno de los puntos de partida para las rutas por la península o de que en su puerto lleguen o partan los ferries de los Fiordos del Oeste (previo paso por la isla de Flatey). Stykkishólmur es una localidad de cierto atractivo, sobre todo si se observan las pintorescas casas de madera del siglo XIX que bordean el puerto y que ofrecen una imagen bucólica e inspiradora de este enclave marítimo esencial en Snaefellsnes.
Es, por tanto, alrededor del puerto donde radica el mayor interés de cara a una visita. Uno puede elegir entre diversas opciones. Como pasear entre las casas y almacenes de madera poniendo cierto énfasis en Norska Husið, un pequeño museo en una casona grande donde ondea la bandera islandesa y que muestra cómo era el interior de una vivienda notable de Stykkishólmur hace más de 150 años, así como multitud de objetos antiguos. O mi propuesta favorita, subir hasta el faro rojo de la pequeña e icónico islote de basalto de Súgandisey donde las columnas hexagonales (lava solidificada) elevaron sobre el mar un pedacito de tierra de evidente origen volcánico.
Excursiones o viajes en barco desde Stykkishólmur
Muchos turistas acuden a Stykkishólmur con el objeto de hacer una excursión en barco en la que navegar en el prolífico Breiðafjörður. Empresas como Seatours u Ocean Adventures (se venden tickets en el mismo puerto) proponen salidas o boat tours para ir a ver frailecillos así como otras aves marinas, visitas de un día a Flatey o el famoso ferry Baldur que sube hasta la región de los Fiordos del Oeste (y donde se puede viajar con vehículos a bordo). Los islotes del Breiðafjörður son excepcionales para los amantes de los pájaros y no es raro ver ballenas durante el trayecto. Igualmente se ofrecen salidas para pescar y degustar sushi o sashimi a bordo. ¡Más fresco el pescado imposible!
Helgafell, la colina sagrada
A no más de 5 kilómetros al sur de Stykkishólmur conviene acercarse hasta un pequeño cerro considerado sagrado llamado Helgafell, muy importante desde la llegada de los primeros vikingos a Islandia. Antes de que estos colonos llegados de Escandinavia se convirtieran al cristianismo, aunque la tradición continuaría a posteriori, muchos venían a morir o a enterrar a sus difuntos en este lugar donde existía el culto al Dios Thor. La loma, de 73 metros de altura, permite disfrutar de unas buenas panorámicas del entorno. Pero además, la leyenda cuenta que a quienes suban a Helgafell se le concederán tres deseos. ¿Quién sabe? Por probar que no quede.
Bjarnarhöfn, la casa del Hákarl o tiburón podrido
Apenas a una veintena de kilómetros al oeste de Stykkishólmur por la carretera 54 (que es la que se utiliza todo el tiempo para bordear la península), en una extensión formada por un inabarcable campo de lava, tomamos un camino apto para vehículos a mano derecha con dirección a Bjarnarhöfn y su peculiar granja convertida en el centro productor de un manjar de tiempos vikingos llamado hákarl o, lo que es lo mismo, tiburón podrido. El hákarl es probablemente el producto gastronómico más extremo de Islandia y sólo es apto para quienes lo prueban a sabiendas de que están masticando algo así como un chicle de lejía. En Bjarnarhöfn continúan con esta larga tradición y se pueden visitar (gratis) sus secaderos de tiburones, no así el interior de su museo en el que explican el proceso de elaboración de esta rareza gastronómica. Aviso, huele mal. Y lo que huele mal, suele saber peor.
El hákarl es tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus) cuya carne se fermenta durante semanas para después dejarse secar fuera, ya que así es la única forma de comerla sin envenenarse. Al parecer las toxinas de este tipo de tiburón sólo se van con la fermentación, es decir, dejando que la carne se pudra en un largo proceso. A partir de ahí lo cortan y lo mojan en alcohol para llevar a cabo una combinación considerada beneficiosa para la salud durante siglos. En Bjarnarhöfn, por tanto, es posible conocer los pormenores de este alimento y los más insensatos probarlo. Yo fui de valiente y me pareció de las cosas más repugnantes que he probado en mi vida.
Este museo abre sus puertas todos los días de 9:00 a 18:00 horas. El precio de la entrada es de 1200 coronas islandesas (aprox 10€).
Grundarfoss, la cascada más bella de Snaefellsnes
Retomando la carretera nº54 tras la visita al secadero de hákarl nos desplazamos en dirección Grundarfjörður. 30 kilómetros después a mano izquierda se deja ver a cierta distancia un espectacular salto de agua. Y recalco lo de a cierta distancia porque no se puede llegar a la misma en coche sino a pie atravesando una finca particular en la que, a día de hoy, no deja claros los permisos para acceder a esta imponente cascada. Unos metros más adelante vuelve a suceder lo mismo con otra catarata conocida como Kvernáfoss. Ambas se pueden ver a lo lejos y tomar fotos, pero sin la posibilidad actual de acercarse a ellas, salvo que se pida permiso a los dueños de las granjas por las que pasa el sendero que lleva a dicha cascada.
Para los amantes de las cataratas y los saltos de agua recomiendo no perderse esta selección de las cascadas más bonitas e increíbles de Islandia.
Grundarfjörður, la ciudad que mira hacia Kirkjufell
Otra de las poblaciones de referencia en la ruta norte de Snaefellsnes es Grundarfjörður, de poco más de 800 habitantes y en un emplazamiento magnífico entre el mar y una muralla de montañas verdes, ríos y cascadas. Su proximidad a Kirkjufell, la montaña con forma de iglesia considerada una de las imágenes más típicas de Islandia y que protege al municipio, le ha hecho ser uno de los centros turísticos de la península. Cuenta con un centro de información con museo y biblioteca sobre las sagas islandesas (en Grundargata nº 35), diversas opciones de alojamiento, restaurantes y empresas de turismo como Láki Tours o Snaefellsnes Excursions que ofrecen actividades por la zona. Láki Tours, por ejemplo, está enfocada a los viajes de navegación para avistar cetáceos así como frailecillos (estos últimos entre mayo y finales de agosto) en la cercana isla de basalto de Melrakkaey. Conviene tener en cuenta que este tipo de actividades son posibles en las localidades norteñas de Stykkishólmur, Grundarfjörður y Ólafsvík, no pudiéndose realizar en el sur de la península.
Kirkjufell, la postal más hermosa de Islandia y escenario de Juego de Tronos
El emblema de Snaefellsnes, y diría que de Islandia, es una cerro rematado en pico que recuerda al tejado de una iglesia vikinga. De ahí que su nombre sea precisamente Kirkjufell, que viene a significar «la montaña-iglesia». Siempre ha llamado la atención este lugar, pero su aparición en la serie Juego de Tronos (Aparece cuando se observa cómo los hijos del Bosque crean a los Caminantes Blancos o en la séptima temporada cuando Jon Nieve y su séquito van más allá del muro) ha sido el empujón que necesitaba para convertirse en uno de los lugares más famosos de Islandia y probablemente una de sus postales más hermosas y reconocibles.
El mismo Kirkjufell que se observa desde el municipio de Grundarfjörður toma una forma más fotogénica aún si cabe en un sendero que se dirige a unas pequeñas cascadas (Kirkjufellfoss). Esta parada (hay un pequeño aparcamiento junto a la carretera) es un esencial en Snaefellsnes y merece la pena a cualquier hora del día, aunque por la tarde el sol queda a nuestro favor. A última hora del día muchos turistas se marchan y este escenario se queda más tranquilo. Y en época para ver auroras boreales, mejor aún venir si hay previsión de una noche despejada. Los resultados no pueden ser más espectaculares.
Ólafsvík, trampolín ballenero en Snaefellsnes
22 kilómetros después de Kirkjufell (ya se pierde la carretera 54 que atraviesa la península para viajar al sur y comenzamos ruta en la 574) aparece Ólafsvík, otra localidad que ronda el millar de habitantes que, al igual que Grundarfjörður y Stykkishólmur se suele utilizar para subirse a un barco y salir a buscar ballenas. La única compañía que ofrece esta actividad, por el momento, es Laki Tours. Y el mejor momento para avistar distintos tipos de cetáceos es desde mediados de primavera a finales de verano. También hay un pequeño museo en una casa antigua de 1844 (Museo de Gamla Pakhúsið) pero sólo abre durante los meses de verano.
Antiguamente fue un próspero puerto comercial, pero esos días se olvidaron y actualmente se trata de una ciudad extremadamente tranquila que sirve de paso para los viajeros que van de Kirkjufell al Parque Nacional Snaefellsjökull. Hay también diversas opciones de alojamiento, así como restaurantes.
Svödufoss, agua y basalto
Aproximadamente a mitad de camino entre Olafsvík y el siguiente pueblo, Rif, nace un camino a mano izquierda donde puede entrar cualquier tipo de vehículo. Se dirige a Svödufoss. Uno de esos lugares que permanecen en un largo anonimato. ¿Cómo puede ser que una de las cascadas más bonitas de Islandia no reciba apenas visitas? Quizás sea porque no se le ha dado demasiada importancia o muy poca gente ha contado cosas sobre ella. O porque se puede contemplar tan sólo a media distancia salvo que uno se anime a vadear un río de aguas gélidas. Pero Svödufoss es una Svartifoss (la cascada negra en el sur de Islandia) en toda regla, aunque con un caudal multiplicado despeñándose de un acantilado de columnas hexagonales de basalto. Pero, al contrario que ésta, no tiene ni su propia postal.
Un corto desvío, unas fotos, escuchar su estruendo… y a continuar la ruta.
Rif, la penúltima aldea del norte de la península de Snaefellsnes
Rif es una mera referencia en el mapa de carreteras de Snaefellsnes. Sólo le quedaría Hellissandur, a un par de kilómetros, para rematar la fila de lugares habitados del norte de esta península. Un punto cercano a la ya mencionada Svödufoss, que se observa pequeña al otro lado de la carretera.
Hellissandur, el arte urbano y el Bliki
2 kilómetros después de Rif llegamos a la última población antes de entrar definitivamente al Parque Nacional Snaefellsjökull. Hellissandur, con gasolinera, hotel y camping fue, realmente, una de las primeras aldeas pesqueras del área. Hoy posee dos razones para atraer la atención del visitante que suele pasarla de largo. No está mal detenerse en el museo marítimo, Sjómannagarður, en una réplica de una casa de tejado cubierto de hierba que hasta hace no demasiado era vivienda de pescadores. Además de vértebras de ballenas esparcidas por el suelo permite observar en su interior el bliki, al que se le considera a día de hoy el barco pesquero más antiguo de toda Islandia (1826).
Por otro lado, si callejeamos por Hellissandur buscando el mar, nos percataremos en las últimas edificaciones de una gran cantidad de murales con elaboradísimos graffitis. Se está llevando a cabo una clara apuesta por el arte urbano en la localidad y, por el momento, la temática Juego de Tronos barre a las demás.
Ingjaldshólskirkja y Cristóbal Colón
Vamos a hacer un ejercicio de islandés avanzado. Repitamos juntos Ingjaldshólskirkja. Probablemente parezca que nos hemos quemado la lengua con la sopa, así que mejor lo dejamos pero nos dirigimos a esta pequeña iglesia situada a medio camino entre Rif y Hellissandur. Además de sacar una buena foto con las montañas de fondo, si llegamos hasta ella nos sorprenderá hacerlo probablemente a solas, porque no es un sitio al que se acerque mucha gente. Pero más aún nos sorprenderá saber que en su interior hay un cuadro en el que aparece Cristóbal Colón. ¿¿Cómo puede ser esto?? Al parecer el mismísimo Colón pudo llegar como marino mercante a las costas de Snaefellsnes. Allí se interesaría sobre las cosas que se contaban de esa nueva tierra a la que los vikingos comandados por Leif Erikson, hijo de Erik el Rojo, habían arribado más de cuatro siglos antes. Esa tierra no era otra que América… El resto de la historia la conocéis.
Así que-.. ¿Cómo no vamos a ir a Ingjaldshólskirkja aunque pronunciarlo sea un suplicio?
PARQUE NACIONAL SNAEFELLSJÖKULL
«Desciende al cráter del Yocul de Snæfells que la sombra del Scartaris acaricia antes de las calendas de Julio, audaz viajero, y llegarás al centro de la tierra, como he llegado yo”. Viaje al Centro de la Tierra. Julio Verne.
El extremo occidental de Snaefellsnes es, de seguro, el más interesante de toda la península. Ahí es donde se encuentra el Snaefellsjökull, que no sólo es un gigantesco estratovolcán que se ha pasado miles de años explotando y escupiendo lava sino además un glaciar que corona la montaña así como el nombre de uno de los tres parques nacionales de Islandia junto al inmenso Vatnajökull y al histórico Þingvellir. El lugar en el que sitúa Julio Verne la puerta a ese confín llamado «centro de la Tierra».
Alrededor de Snaefellsjökull todo es lava petrificada disfrazada con musgo que acolcha las nuevas rocas, cráteres que emergieron del subsuelo y la figura imponente del gran volcán. En ocasiones se deja ver algún zorro ártico despistado junto a los acantilados y las playas que nacieron con el derramamiento de lava y su posterior solidificación. Hoy día hogar de múltiples aves marinas cuyo estruendo es tapado por el otro gran aliado de esta tierra inhóspita, el viento. Cuando sopla fuerte cuesta incluso moverse. Y si coincide con la lluvia o la nieve, la dificultad aumenta pero no perturba la experiencia en este largo brazo islandés que casi parece navegar en el conocido como Estrecho de Dinamarca.
Playa de Skarðsvík y el faro de Svörtuloft
Nada más entrar con el coche al parque, tuve claro que me saldría de la carretera asfaltada para perderme sin rumbo fijo por los senderos de tierra en el interior de los campos de lava. Tenía claro que la parte donde el magma solidificado se fusionó con el mar tenía que ser espectacular. Y no me equivoqué, sobre todo en el área que va a dar a la playa de Skarðsvík o al faro de Svörtuloft con sus colonias de alcas, araos y gaviotas anidando junto a grandes arcadas de piedra diseñadas por el capricho del oleaje y la erosión.
Esa parte que brinda con el litoral trae caminos poco firmes pero que merecen la pena. Perderse sin más. No todos los días uno conduce entre rocas de lava y se asoma a oscuros acantilados donde el estruendo de las aves vence incluso al rugido incesante del viento.
Y si además se tiene la fortuna de toparse, como fue mi caso, con un adorable zorrito ártico, la experiencia aumenta aún más si cabe de intensidad.
Cráter Sáxholl
Regresando al firme plano de la confortable carretera 574, un par de minutos después aparece la señal que anuncia a Sáxholl, un cráter de escoria volcánica al que se puede subir gracias a una especie de rampa que permanece adherida en uno de sus costados. Sus erupciones tienen más de cuatro milenios de antigüedad y más que mirar hacia el agujero colapsado de rocas, lo mejor es admirar un horizonte de lava en 360 grados y 100 metros de altura para percatarse de que se trata de una de las mejores panorámicas (y más fáciles de acceder) del Parque Nacional Snaefellsjökull.
Para los amantes de la vulcanología, Sáxholl es un tesoro muy apreciado. Decir que se trata de un imprescindible en la ruta de lugares increíbles que ver en Snaefellsnes se puede considerar, más bien, una pura obviedad.
La cúspide glaciar del volcán Snaefellsjökull
La joya de la corona es la causante de un paisaje a muchos kilómetros a la redonda. El gran volcán Snaefellsjökull está taponado por una gruesa capa de hielo y nieve del glaciar más occidental de Islandia. Subir hasta la cumbre, o al menos intentarlo, en busca de la puerta imaginaria al centro de la Tierra es una de las opciones más demandadas por los turistas que se deciden a viajar a Snaefellsnes, pero la intransitabilidad de las pistas (carretera F570) para subir la montaña (de 1446 metros de altitud) la hacen apta, y sólo a medias, para grandes vehículos todoterreno. Y el resto, por supuesto, a pie con bastante pendiente y unas condiciones físicas mínimas para ello. Aunque últimamente se ha popularizado el uso de máquinas snowcat (camiones con ruedas tipo oruga) para transitar por la nieve.
Hay agencias que ofrecen excursiones a la cima, siendo SNÆFELLSJÖKULL GLACIER TOURS una de las más reconocidas. Para más información lo mejor es acudir al centro de visitantes de Malarrif (cerca de los pináculos de basalto o Lóndrangar).
Djúpalónssandur, la playa de lava
11 kilómetrosdespués de dejar atrás el cráter Sáxholl un nuevo desvío a mano derecha (carretera 572) advierte de que Djúpalónssandur está cerca. Un par de kilómetros más y ya está hecho. Aparece una de las playas más pintorescas e inspiradoras de Snaefellsnes. Negra, como no podía ser menos en un espacio de origen volcánico, con rocas modeladas a capricho para mostrar salientes puntiagudos, arcos y alguna que otra piscina natural que no está precisamente para probarla.
En uno de los extremos sorprende una gran cantidad de metal oxidado. Pero no se trata de basura sino de los restos de un barco pesquero británico (Epine GY7) que naufragó en estas aguas a finales de los años cuarenta. Huellas de un desastre que acabó con la vida de la mitad de la tripulación y que los islandeses recuerdan con los amasijos cubiertos de óxido de la vieja trainera.
No está de más saber que en el aparcamiento desde el que surgen dos rutas distintas hay baños públicos. En Islandia uno no sabe cuándo va a encontrar el siguiente WC del trayecto.
Cueva Vatnshellir
Próxima parada del P.N. Snaefellsjökull: Vatnshellir (a 3 km del desvío a Djúpalónssandur). Se trata, nada menos, que de un tubo de lava formado hace más de 8000 años. Las corrientes de magma crearon hoy una gruta de 200 metros (a 32 m. bajo tierra) a la que se puede acceder en visitas guiadas grupales, a las que se equipa con cascos y linternas.
Las visitas guiadas a las grutas de lava de Vatnshellir se ofrecen por un precio de 3750 coronas islandesas (aprox 29€). Durante los meses de verano hay salidas cada hora entre las 10:00 y las 18:00, mientras que en invierno sólo hay dos tours diarios. Más información en la web www.vatnshellir.is.
Centro de Visitantes de Malarrif, Lóndrangar y acantilado de Þufubjarg
Un kilómetro después de Vatnshellir y a punto de abandonar definitivamente el Snaefellsjökull (o entrar si se viene por la costa sur de la península de Snaefellsnes) hay otro desvío a la derecha que indica que hay un centro de visitantes donde se ofrece información del área. Es un buen punto para preguntar cómo llegar a determinado lugar o conocer quién ofrece determinadas excursiones al glaciar, así como para conocer bien las particularidades del parque nacional. Si se deja aquí el coche se puede tomar un sendero para llegar a pie a Lóndrangar, agujas basálticas de un cráter ya muy deteriorado por la erosión y que ha permitido que se de este extraña formación. Los islandeses sitúan aquí una iglesia para elfos, esos seres invisibles a los que protegen y por los que llegan incluso a desviar las carreteras para no afectarlos.
Si no se desea ir caminando a Lóndrangar pero sí tomar buenas fotos de estos pináculos de basalto, hay más adelante (mejor ir en coche) una zona de acantilados de aves (Þufubjarg) donde las vistas son realmente espectaculares. No se me ocurriría mejor despedida al Parque Nacional Snaefellsjökull que mirando el resultado del enfriamiento de lava y miles de aves marinas volando alrededor.
Se suele decir que el Snaefellsjökull y sus campos de lava constituyen el extremo más occidental de Islandia. Pero no es así. Para ello habría que dirigirse a los conocidos como Fiordos del Oeste, una región muy poco visitada y repleta de atractivos, para buscar en los acantilados de Látrabjárg (un lugar sensacional donde ver frailecillos) el escenario ubicado más al oeste del país.
Hellnar, un buen café en el sur de Snaefellsnes
La primera ciudad del sur de Snaefellsnes es la primera oportunidad de volver a ver casas después de pasar unas cuantas horas recorriendo el Snaefellsjökull. En el Primus Café me comí un plato de albóndigas y una tarta de zanahoria que me recargaron las baterías para el resto del día. Está en la calle principal y es un lugar realmente acogedor para reponer fuerzas.
Al final de la calle se inicia un sendero bajo los acantilados para ver aves que llega hasta el siguiente pueblo, Arnastapi. Faltó tiempo, pero no ganas para poder hacer este paseo de algo menos de 3 kilómetros. Aunque me hubiera llevado un chubasquero o un paraguas con tal de evitar que ningún pájaro hiciese blanco conmigo a través de sus pastosos y repugnantes proyectiles.
Icónica su iglesia negra y uno de los conjuntos hoteleros más inspiradores del país, el Fosshotel. Buena opción para quien pase la noche en la península de Snaefellsnes (Yo me hospedé también en el sur, pero mucho más adelante, en la apartada y muy recomendable Kast Guesthouse).
Arnastapi, un tributo a Julio Verne y a Bárður
Esta pequeña aldea enlazada con Hellnar por un bonito corredor marítimo se recuerda a Julio Verne, quien estableció en su novela que la puerta del viaje al centro de la Tierra tenía lugar en el volcán Snaefellsjökull. Hay un par de paneles que hablan de él, así como un indicador realmente original que muestra los kilómetros hacia determinadas ciudades, pero ofreciendo dos datos concretos, el kilometraje real en línea recta y el kilometraje a través del centro de la Tierra.
También hay un monumento de piedra en homenaje a Bárður, uno de los personajes más famosos en las sagas islandesas que está considerado el guardián de la región de Snaefellsnes.
Búðakirkja, la iglesia negra de Búðir
Cuando estamos a punto de encontrarnos junto a la emblemática carretera 54 es momento de detenerse en la minúscula aldea de Búðir. Su iglesia negra es un escenario muy pero que muy fotogénico al que no está de más dedicarle un par de minutos. Todo lo demás está entre el mar y los campos de lava.
Ytri Tunga, la playa de las focas
A 17 km de Búðir la última parada del recorrido propuesto para la península de Snaefellsnes no es otra que una playa de arena y rocas. En éstas durante los meses de verano es usual toparse con una pequeña pero animada colonia de focas. Junto con las que se ven en Vatnsnes (Norte de Islandia) o en la laguna Jokulsarlon (Sur de Islandia) quizás se trate de uno de los mejores espacios del país para observar y fotografiar a estos simpáticos pinnípedos.
¿Dónde continuar el viaje?
Y hasta aquí los lugares más increíbles que ver en Snaefellsnes durante un viaje por carretera.U na vez concluido queda saber si dirigirse al norte de Islandia o quizás al sur. Puede que pasando un tiempo en Reykjavík o mejor perdiéndose en los todavía salvajes y poco explorados Fiordos del oeste. Buscando cascadas espectaculares, bandadas de frailecillos haciendo equilibrio en los acantilados o deslumbrándonos con el color que toma el hielo glaciar en según qué horas del día.
Creo que para mí el viaje a Islandia, tras tres veces en las que he podido viajar hasta ella, os aseguro que no ha hecho más que comenzar.
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
PD: – Más información práctica en estos 50 consejos útiles para viajar a Islandia. Y aquí tenéis todos los artículos sobre este país reunidos en el blog.