Estos son mis 15 países preferidos para viajar - El rincón de Sele

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Estos son mis 15 países preferidos en el mundo para viajar

Siempre hay una pregunta que me persigue allá donde voy: ¿Cuál es tu país o países preferidos en el mundo para viajar? Mientras he podido la he ido dando esquinazo, incluso pronunciando nombres al azar para salir del paso. Con mayor o menor fortuna he tratado de escapar de dar una respuesta como de la peste. Vengo a sentir lo mismo a si tuviera que responder a si quiero más a papá o a mamá. ¡Si es que todos me gustan mucho y a todos volvería una y otra vez! ¿Qué necesidad de elegir entonces? Hasta hoy. Mientras observo cómo nieva por la ventana y doy vueltas al mapamundi toqueteo con la yema de los dedos esos países que me traen recuerdos imborrables, lugares a los que guardo un especial cariño y una necesidad inmensa de perderme por ellos de nuevo.

Templo del Lago Bratan (Bali, Indonesia)

Hoy me comprometo a confesar mis quince países preferidos. Pero guárdame el secreto y no se lo digas a nadie. Preferiría que esto quedara entre tú y yo. 

Antes de que me arrepienta y termine borrando este post, allá va mi elección de favoritos para viajar una y otra vez. Que conste, por un lado, que se trata de una selección cargada con la mayor subjetividad posible y que escapa a razones tangibles (las sensaciones y sentimientos no se pueden medir). Y por otro, que no están ordenados por nivel de preferencia sino por los alegatos de un teclado chivato. Así que advierto que no se trata de un «del 1 al 15» sino un revuelto sin más orden que el que ofrece el alfabeto. Ten por seguro, además, que quizás mañana sean otros. Pero, mientras tanto, aquí van:

ARGENTINA

Lo mío con Argentina no se puede explicar con palabras. Considero a Buenos Aires algo así como mi casa en América. La ciudad que se asoma al río de La Plata es tan inabarcable como inagotable. Es un abrazo amigo al aroma de un asado en buena compañía, de una colección de librerías impensable en cualquier lugar del mundo (incluso alguna como El Ateneo en un teatro), de los silencios sonoros del cementerio de La Recoleta y las tiendas de antigüedades en San Telmo.

Plaza de Mayo de Buenos Aires (Argentina)

Pero Argentina va mucho más allá de su gran capital. El delta del Tigre, las inconmensurables cataratas de Iguazú (en el lado argentino no sólo se ven sino que se sienten), Salta y, como no, la Patagonia, tanto en la costa atlántica como la de los glaciares y témpanos de hielo a la deriva con el Perito Moreno por bandera. Y ese arrebato de Ushuaia en el corazón de lo que los conquistadores denominaron Tierra del Fuego.

Glaciar Perito Moreno (Argentina)

BOTSWANA

Me encanta eso de mirar a la naturaleza directamente a los ojos y, por tanto, los viajes de naturaleza en los que los animales son los protagonistas. Son ya unos cuantos los safaris en África que he tenido la ocasión de vivir a lo largo de estos años. Y reconozco que con Botswana tengo algo especial. Es como mi niña mimada en el sur de África. Quizás porque he estado ya dos veces (la primera vez improvisando con amigos en 4×4, algo que fue de locos, y la segunda en un safari móvil durmiendo en el interior de los parques y asistiendo a una escena en la que nueve leones cazaban un búfalo delante de nuestras narices) o porque entrar a sus dominios es como formar parte de un documental de televisión. Allí he tenido experiencias formidables con leopardos, hienas y un montón de especies animales que se encuentran precisamente en Botswana.

Leones cazan un búfalo en Botswana

El territorio donde un río como el Okavango desemboca el interior del desierto de Kalahari formando un delta imposible, el reino animal se ha abierto paso. Y espero que sea para siempre.

Vista aérea del Delta del Okavango (Botswana)

CHINA

Da igual si una u ochenta. Cada viaje que hago a China es mejor, me muestra más facetas de uno de los países que más me apasionan. Y claro que me gustan sus ciudades futuristas con rascacielos tipo Shanghai, pero soy de perderme más por provincias tipo Yunnan o Sichuan, donde todavía se conserva esa China profunda que todos imaginamos y que aún no se ha ido. Un país que conocí hace más de diez años haciendo el tren transmongoliano y al que me he propuesto volver tantas veces como pueda. Por no hablar de que mi comida favorita, junto a la japonesa y la peruana, es la china precisamente. Comida que nada (o poco) tiene que ver con la que sirven en la mayoría de los restaurantes chinos que hay fuera de China.

Sele en el puente de los dos dragones (Yunnan, China)

COLOMBIA

No existe lema turístico más acertado que el utilizado durante muchos años en Colombia y que rezaba así: «El riesgo es que te quieras quedar». Desde el primer minuto en que tienes contacto con la gente local es inevitable preguntarse cómo demonios no has viajado antes a Colombia. Eso fue precisamente lo que me sucedió todo el tiempo. Como cuando paseé por las calles de la ciudad colonial más bella de América, Cartagena de Indias. O pasé varios días en ese paraíso llamado Tayrona. Cuando fotografié con pasión el valle de Cocora y sus palmeras gigantes en el conocido como Eje Cafetero y disfruté de pequeños enclaves encantadores en Santa Fe de Antoquia, Villa de Leyva o Barichara.

Valle de Cocora (Colombia)

Es cierto, el riesgo es quererme quedar. Y desear volver. Porque Colombia engancha, te lo aseguro.

EGIPTO

Fue uno de los primeros países que tuve la suerte de visitar hará algo más de quince años. Después pude volver en un par de ocasiones más. Para mí Egipto representa la esencia del sueño cumplido, de ese niño con deseos de ser arqueólogo y viajar en el tiempo navegando por el Nilo. Las grandes pirámides, los templos de Edfú, Kom Ombo y Abú Simbel. El delicioso museo de El Cairo. O las tumbas del valle de los Reyes que permiten a los viajeros jugar a ser Howard Carter por un instante. Descubrir la civilización más asombrosa y enigmática de la antigüedad no es moco de pavo, pero si además se puede hacer buen buceo en aguas del Mar Rojo o perderse en la inmensidad de desierto Líbico y perseguir las rodadas en Lászlo Almásy en la meseta de Gilf el Kebir así como de aquellos que pintaron bestias en cuevas al aire libre, la cosa es para tomársela en serio.

Desierto Líbico de Egipto

ESPAÑA

Es cierto, decir España es como jugar en casa. Pero ya te he avisado que no pensaba ser objetivo. Aunque incluso siéndolo no se me escaparía de esta lista. No podría faltar el que para mí es uno de los países más completos y apasionantes para perderse (y para vivir). Con una Historia increíble, algunas de las ciudades más bonitas del mundo (Sevilla, Córdoba, Granada, San Sebastián, Santiago, Cáceres o Barcelona), el tercero con más lugares inscritos dentro del Patrimonio de la Humanidad UNESCO (45) y una de las mejores colecciones de playas de arena blanca de toda Europa. España cuenta con un clima envidiable, una amplia diversidad paisajística y una cultura de «pasar la vida en la calle» que cada vez es más difícil encontrar. Y para colmo tenemos un gastronomía reconocida en todo el mundo. En el que cada casa tiene a un chef particular y la cocina de las abuelas sigue dando un bofetón sonoro a tanto cuentacuentos en los fogones…

Sele en Las Médulas (León, España)

Más allá del sol y la playa y de otros estereotipos, España es, para mí, uno de mis países preferidos para viajar. Sencillamente PORQUE LO TIENE TODO.

FRANCIA

Para mí Francia atesora la mejor muestra de pueblos con encanto del mundo. La cantidad de pueblecitos medievales (así como castillos) en un estado de conservación exquisito hace que el país galo sea uno de mis preferidos para escaparme con el coche. Desde el Valle del Loira al País Vasco francés pasando por el Périgord, Midi-Pyrénées (ahora parte de Occitania), el País del Cognac a la Provenza/Costa Azul. Son apenas unos pocos ejemplos de un país que me vuelve completamente loco. Y no he hablado todavía del olor de croissants recién hechos, de sus cafés y sus escaparates. ¡Y eso que aún me falta conocer Alsacia o Bretaña!

Conques, probablemente el pueblo más bonito de Francia

Francia es MUCHO MÁS QUE PARÍS. La torre Eiffel y compañía son un auténtico imán de visitantes, pero siempre será más fácil encontrarme en la campiña francesa o asomado a las murallas de un castillo cualquiera del país vecino.

GEORGIA

Para mí Georgia fue una revelación. Quizás la falta de información y de lectura que tenía atrasada con respecto a este país me hizo que el destino caucásico me devolviera las expectativas por triplicado. Puedo decir sin equivocarme que en el continente europeo Georgia emergerá como se merece. Un país con tres pequeñas capadocias, con una colección de monasterios ortodoxos maravillosos, un patrimonio histórico y cultural de miles de años, con la riqueza de la cordillera del Cáucaso como fondo de todas sus postales… Y en el que además se come (y se bebe vino) de manera espléndida y la gente se echa a la calle a vivir la vida (tiene más similitudes con España de lo que cabría imaginar).

Iglesia de Gergeti (Kazbegi, Georgia)

Georgia lo tiene todo. Un viaje que, combinado con Armenia, resulta siempre espectacular.

INDONESIA

Por el país surasiático de las 17.000 islas siento absoluta debilidad. Indonesia es un mar de volcanes en erupción, de selvas habitadas por los últimos orangutanes en Borneo y Sumatra, así como de construcciones milenarias que fueron enterradas por la selva como en el caso de los templos javaneses de Prambanan y Borobudur. En Indonesia he visto amaneceres de fuego con la silueta de los murciélagos gigantes regresando a su refugio, he conocido la esencia de Bali, visitado las aldeas de los ngadas en las isla de Flores y he caminado entre dragones de Komodo. ¿Y sabes qué es lo mejor de todo? Que no he visto ni una millonésima parte de este país…

Orangután en Borneo (Indonesia)

ISLANDIA

Muy pocos ganan a Islandia en paisajes que cortan la respiración. El país isleño vive a merced de las placas tectónicas euroasiática y norteamericana y, por tanto, al rugido a ras del suelo en un territorio en constante formación. Islandia es la Tierra tal cual era, hielo y fuego, un cúmulo de volcanes, géiseres, fumarolas y cascadas imposibles disfrazadas del blanco y azul de algunos de los glaciares más grandiosos del planeta.

Laguna Jökulsárlón (Islandia)

Un viaje en coche alrededor de Islandia es siempre una gran aventura que contar. Con o sin auroras boreales que ver bailar en el cielo. O quedándose en Reikiavik para descubrir desde la capital diversos rincones de naturaleza deslumbrante y salvaje en escapadas de ida y vuelta. Siempre nos aguardará en Islandia su pasado vikingo, el salto de una ballena o el torpe revoloteo de los frailecillos en el corazón de la primavera. Si nada se tuerce, espero volver este mismo año por tercera vez al que se ha convertido, con justicia, en uno de mis países preferidos.

Sele en Skogafoss (Islandia)

ITALIA

Viajar a Italia, al menos una vez en la vida, debería ser obligatorio y de prescripción facultativa. Porque la belleza está para ser vista y a Italia, con perdón para los demás, no le gana nadie en este aspecto. Tratar de comparar a Florencia, Venecia o Roma con los demás es un acto de valentía en el que sólo cabe perder. Y es que un poco de síndrome de Stendhal de vez en cuando, nunca viene mal para poner las cosas en perspectiva.

Postal de Venecia con la isla San Giorgio Maggiore al fondo

Italia cuenta con el mayor número de sitios protegidos como Patrimonio de la Humanidad (aunque China está al acecho y España no queda lejos). No es de extrañar, si pensamos en la antigua Roma, el Renacimiento y los grandes genios de la Historia del Arte. Lo siento por los demás pero si se hiciera una lista de las ciudades más bonitas del mundo, habría unas cuantas italianas.

Estatua de los Museos Vaticanos de Roma (Italia)

IRÁN

Desde que tenía apenas diez años y me volvía loco con el videojuego Prince of Persia ya tenía metido a este país en la cabeza. Después fue leer de arqueología y descubrir Persépolis o uno de los desiertos más cálidos del planeta con formaciones naturales que recuerdan a auténticos castillos de barro (Kaluts). Y, de ese modo, durante varias semanas tuve la ocasión de recorrer algunos de los rincones más mágicos de Irán. Isfahán, Qom, Abyaneh, Shiraz, Yazd, la mencionada Persépolis, las tumbas de Naqsh-e Rostam que tanto recuerdan a Petra (Jordania), la ciudad fantasma de Kharanaq o lo que quedó de Bam tras el terremoto de 2003. Así como el lugar más sagrado del país, Mashhad, donde los musulmanes chiíes peregrinan en masa.

Cúpula del Mausoleo de Qom (Irán)

En Irán me crucé con gente amable y extremadamente hospitalaria cuyos actos contradicen la mala fama de un país con miles de años de antigüedad. La tierra de Ciro el Grande ofrece mucho más de lo que nos podamos imaginar. Con cúpulas de las mil y una noches y  aldeas trogloditas en mitad de la nada. Con las huellas de Marco Polo y de cientos de caravasares ocultos entre ruinas que nos recuerdan la gran importancia de Persia en la vieja ruta de la seda.

Sele en Kharanaq (Irán)

JAPÓN

Nunca la dualidad entre tradición y modernidad ha sido tan bien llevada como en Japón. De hecho aún no me he repuesto de su orden entre la multitud, su sentido práctico y la dualidad de saberse en ciudades futuristas funcionando hoy día mientras el incienso perfuma antiquísimos templos budistas y sintoístas. A Japón viajé en solitario hace ya una década. De Tokyo a Fukuoka (antes de pasar en ferry a Corea del Sur) pasando por Nikko, Kamakura, Yokohama, Kioto, Nara, los Alpes japoneses (entre Takayama y Kanazawa parando en Shirakawa-go), Himeji, Hiroshima o la isla de Mijayima. Durmiendo en hoteles cápsula, templos o diminutas habitaciones de hotel donde uno puede echarse una cabezada y abrir el grifo del baño al mismo tiempo.

Templo de Fushimi Inari en Japón

MARRUECOS

El idilio con Marruecos me ha llevado a estar, al menos, siete veces en este país. Siempre me ha gustado definirlo como «el más cercano de los países lejanos». Y es que, a pesar de tratarse de apenas una hora de vuelo desde Madrid, supone viajar a otro mundo completamente diferente. Hay tantas cosas que ver y hacer en Marruecos, como visitar sus ciudades imperiales (Marrakech, Fez, Meknès o Rabat), las casas blancas y azules de Asilah o Chaouen, las murallas de la vieja Mogador (Essaouira) o la gran mezquita de Hassan II en Casablanca. Aunque reconozco que me ruta predilecta me lleva a cruzar más allá del Atlas e ir camino de las dunas de Merzouga pasando por kasbahs y pueblos de barro en los que el tiempo se ha detenido por completo.

Mausoleo de Mulay Idrís (Marruecos)

Mi primera vez en Marruecos fue en solitario, alquilando una Renault Kangoo en Ouarzazate y llegando al desierto justo para despedir el año 2007. Desde entonces es raro el año en que no regreso. Tengo adicción al té a la menta y es algo a lo que no me he podido desenganchar. ¡Qué le vamos a hacer!

Camellero en el desierto del Sáhara (Marruecos)

SRI LANKA

La lágrima de la India (aunque poco tiene que ver con ésta) cuenta con los templos y las dagobas (estupas) budistas más antiguas, buenas playas de palmeras y arena fina, montañas donde se cultiva el que para muchos es el mejor té del mundo. Por tener tiene incluso una inmensa población de elefantes… ¡Y hasta leopardos! (De hecho me topé con uno en el Yala National Park). Sin duda el de Sri Lanka ha sido uno de los viajes que más he gozado. Y no paro de recomendárselo a la gente. Lo bueno es que todo el que regresa, lo hace convencido de haber vivido una experiencia única en uno de los países más bellos del mundo (y con ocho lugares Patrimonio de la Humanidad, que para la extensión del país es para destacar).

BONUS TRACK: DESTINOS POLARES (NORUEGA, GROENLANDIA, ALASKA, RUSIA)

Dado que eran países y no zonas del mundo, tengo otros muchos sitios que merecerían estar en esta lista. Soy un auténtico amante de los destinos polares, de lugares azotados por el frío y en los que todavía se pueden ver glaciares o icebergs. De ahí que me gustaría incluir a Noruega y, por ejemplo, el archipiélago de Svalbard donde viven más osos polares que personas, Groenlandia o Alaska, una de las conocidas como «ultimas fronteras» de nuestro planeta en los Estados Unidos. El día que por fin cumpla el sueño de llegar a la Antártida, no cabe duda que entrará en esta lista de favoritos, aunque no sea un país concreto como los demás.

Morsas en Poolepynten (Svalbard)

Y hasta aquí mi lista de países preferidos para viajar por el mundo. Ahora, eso sí. Tú no te escaqueas. Cuéntame cuáles son los tuyos. Aunque no hace falta que me digas quince, si no quieres. ¡Con los tres primeros me valen!

¡Salud y viajes!

Sele

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